Cuando volví a alzar la mirada el chico me sonrió de manera tan sincera que sentí algo en el pecho, el después se dio la vuelta y se fue caminando a la biblioteca. Yo con una sonrisa fui empujando las ruedas de mi silla esta vez con un poco de más alegría que antes, en unos momentos me di cuenta que el chico tenía unos ojos muy bonitos comparados con la miel que se le unta a las panque cas en los desayunos. Me fui directamente a casa con una sonrisa en la cara esperando que se me pasara aquella felicidad, además hoy tendría algo nuevo para leer.
Era como una pequeña capsula comprimida de emoción-barra-felicidad era como si me pasara aquel dolor de estar encerrada en los límites de la confederación y me fuera con ese chico al país de la libertad, era como si estuviéramos sentados en un prado viendo un bello atardecer, haciendo las cosas que siempre hacen las parejas, no pude evitar ruborizarme y me costaba contener aquella sonrisa pícara llena de ternura. Así fui de vuelta a la casa, no me moleste en ocultar el libro, ya me daba igual que algún guardia preguntara por él. O si me cachaban con las manos en la masa, estaba feliz una sensación que no sentía desde hacía mucho. En realidad no recordaba cuando fue la última vez que sentí felicidad en mi pecho, hasta se me había olvidado que era aquella emoción como cuando se hace una travesura.
Después de la subida y no muy empinada cuesta volví a la casa, me tendí en la cama a leer, ahora tenía que hacer, pero antes comí un pequeño pan, algo que compre de camino de regreso. Aunque antes de leer la magnífica obra de Carpinsor eche una ojeada al libro de ayer, Que es el amor. Pase las paginas llegue a donde había quedado y volví a leer. Pase el párrafo largo, en la siguiente página encontré otro párrafo. Era un poco corto.
El amor es una cosa de enfermos, la enfermedad se esparce por tu cuerpo, el primer síntoma es sonrisas incontroladas y rubores en la cara, después pequeñas puntadas en el pecho, como si fuera emoción. Los segundos síntomas es creerse querido, la naturaleza del humano lo empuja a su misma exaltación, cosa que también pasa con los magos. Los siguientes síntomas son: perdida de la memoria a corto plazo, estrés, emoción, satisfacción y ansiedad severa. Y necesidad de la otra persona, en estos casos si la última es muy intensa o necesaria la persona conoce el amor, y la persona sufre de un enamoramiento severo, está por el camino de conocer al amor. Esta por el camino de vivir.
Después que leí ese párrafo, pensé en Héctor. Lo que había sentido era un síntoma del amor, pero tampoco pienso en que sea un síndrome tan peligros (si lo era) pero lo que sentía cuando estaba con ese chico era, paz era vida, como en el libro lo decía, sentía que las emociones pesaban de un gris intenso a un color rojo o más bien a un arcoíris que todo era más bonito y placentero cuando él estaba y solo me había tomado hablar con el cinco minutos para comprobarlo.
Después cerré la portada del libro, ahora me centre en ver Noche de la Luna Llena la novela-escrito más popular de Carpinsor. Las hojas no eran de papiro normal, eran menos densas y su grosor era menos grande, las hojas del libro eran más suaves de lo normal, y además las letras estaban escritas en un estilo diferente al de los demás libros. Empecé a leer y me fascine en su forma de relatar historias. Noches de luna llena contaba la historia de un Hombre lobo que se enamoró de la más bella vampiresa.
El lobo se llamaba Mau. Y la vampiresa Helena, ambos se conocieron en una noche de cacería, la luna estaba llena, el hombre lobo corría por entre los arboles con toda agilidad para atrapar un ciervo. Entre tanto correr se separó de su manada de lobos. Corrió en cuatro patas hasta el rio para reencontrase con su manada, pero lo que encontró fue a una hermosa vampiresa montando a caballo. El lobo quedo impresionado con la belleza de la vampiro, casi que ni siquiera se movió de donde estaba, sus enormes ojos de bestia se posaron en las líneas del cuerpo de la chica.
La vampiresa vio al lobo al otro lado del rio, en primera instancia se asustó tomo una espada de plata que cargaba siempre que salía de caza con el resto, ella también se había separado de su grupo. Helena se acercó un poco más al lobo con miedo pero atenta a todo lo que pasara. El agua del rio pasaba entre la patas del caballo de helena mientras que la luna estaba completamente llena. Mau se quedó entre los matorrales del bosque. No quería hacer un acercamiento mientras que ella se acortaba la distancia con leves pasos.
Helena cuando cruzo el rio se bajó del caballo, la espada la tenía empuñada y los ojos rojos de la chica brillaban. Mau dejo su forma animal al ver a la chica. Entonces recobro su forma humana. Y se acercó a la chica de espacio y con calma. Helena vio como un hombre salía del espeso bosque y levanto la espada. —¿Quién eres?— Dijo helena en un susurro discreto. —Soy un hombre lobo, pero quieta no te hare nada puedes bajar la espada— Helena no confiaba en la palabra del hombre lobo, pero envaino la espada. —estaba casando y ¿tu?— Pregunto Mau. Helena estaba dudosa en contar como llego al lugar. —¿Estas solo?— Dijo ella con interés. La vampira sabía que podía ser solo una trampa, y estar rodeada de feroces lobos lista para desmembrarla y hacerla rehén. —Si estoy solo— ella sin ningún tipo de justificación confió en el. —¿Porque estas solo?— El dejo la oscuridad de los árboles, y empezó a caminar hacia el brillo de la luna. Helena pudo contemplar aquella belleza que cubría la bestia. Sus ojos eran claros, grises como las nubes de lluvia, su piel era clara y su cabello blanco. Helena admiro tales rasgos físicos. —Me perdí— respondió con algo de vergüenza poniendo una sonrisa en su cara.
La chica también sonrió siguiendo el juego de la luna, Mau se sorprendió, la belleza de la chica era embriagante, sus ojos rojo parecían manzanas jugosas que podían morderse, mientras que su piel pálida, brillaba entre un gris y un blanco pálido, el lobo tenía ganas de morder aquel apetitoso cuello. Mientras que una su línea de cuerpo era delgada en la cintura y anchas en sus caderas y pechos, como si fuera una abeja pero no tan deslumbrante.
La chica dio dos pasos hacia atrás, choco con una roca y cayó al piso, el lobo ágil con sus ávidos movimientos la tomo de la mano antes de que cayera. Ella se asustó, pensaba que el lobo le iba a hacer daño. Cerró los ojos fuertemente. El chico estrecho a la chica en un fuerte abrazo —No te asustes, te ibas a caer— dijo rápidamente para que ella no se asustara. La chica sintió el calor del pecho del lobo, sus músculos eran rígidos y firmes perfectos para apoyarse en ellos. El silencio era perfecto, ninguno de los dos pronuncio una palabra, el rio dejaba escuchar su caudal donde los pequeños rápidos hacían quebrar el agua, con el ambiente más silencioso, entre las cuerdas de los grillos y los murmureos de los búhos ella también conoció el latido de un hombre lobo.
La chica después de unos minutos escuchando el creciente murmullo del corazón del hombre lobo (acelerado y agitado fuerte y tenaz) se separó con dulzura intentando no tocar el pecho tonificado. Mau la miro directamente a la cara, a los ojos, donde su brillo deslumbro al lobo. —¿Cómo te llamas?— Mau pregunto con voz ronca y lenta, como si estuviera completamente entretenido y lo estaba pero en ella. —Me llamo Helena— ella sonrió y vio a los ojos mate del lobo. —¿Y tú?—Pregunto al mismo tiempo que le regresaba la sonrisa. —Yo me llamo Mau— la chica pensaba. Un silencio breve se sintió entre ellos, hasta que la brisa del aire los obligo a hablar, al mismo tiempo en armonía. Chocando sus palabras.
—Tu primero—Dijo ella riéndose un poco. Mau no dudo en hablar como pudo pero estaba nervioso.—¿porque vagas sola por las penumbras?— la chica inclino la cabeza como si no supiera de que estaban hablando. —Creo que también me perdí—. Rio con algo de picardía e ignorancia. —Oye pero andas a caballo, porque no haces que el busque a tu manada— Ella rio. —Nosotros no somos manada como ustedes, nosotros somos una cuadrilla, y creo que me perdí cuando estaban cazando a unos humanos— el chico se puso pálido como si hubiera visto un fantasma —¿Humanos?— Ella afirmo con la cabeza.—Esto es malo, si mi manada se encuentra con los humanos van a empezar una guerra— Ella se sentó en una roca. —No creo, porque los humanos que vimos no eran caballeros ni guardias, eran solo humanos comunes y corrientes— el confió en ella, aunque seguía perdido de su manada. —No sé dónde están mis compañeros, este basto bosque es tan grande que no puedo ubicarme, sabes por donde ir a la colina del norte— ella se levantó de la roca. —¿allí está su manada?— El afirmo con la cabeza —Pero no se lo digas a nadie— ella guardo silencio, sabía que los vampiros estaban buscando la casa de los lobos para ir a quemarlos y esclavizarlos. —Si no voy a rebelar tu secreto— ella miro a la luna —Lo juro por la luna— Y alzo la mano en dirección al cielo morado.
—Entonces tú también estas perdida— afirmo con precisión el lobo. —No exactamente, tengo esto— Helena con sus manos saco de su vestido una brújula. Sé que es castillo donde vive mi clan, esta al sur y el sur está por allá— apunto en dirección a rio abajo. —sabes cuando vi que estabas entre la maleza pensaba que me ibas a hacer daño— el camino y se sentó en la piedra de un rio, justamente debajo de la luz de la luna. —No todos los lobos somos violentos— ella sonrió mientras se sentaba a un lado de él, cuido de que su vestido no se manchara con el musgo de las rocas y que no rozara con el agua que pasaba enfrente.
—Helena eres muy bonita— la vampiresa se ruborizo hasta el punto de que su cara estaba al igual que un tomate. —Gracias— era la primera vez que escuchaba a un hombre lobo alagar a una vampiresa, aunque las historia que le contaba la gente de su clan, en las que había habido romances entre integrantes de ambas razas era un mito una farsa para la chica. Aunque en varias ocasiones algunas de las doncellas que pasaba por los amplios pasillos del castillo, mencionaban el nombre de la luna llena, donde las criaturas de la muerte, el nombre que los humanos habían puesto a cada raza, se encontraban en completa armonía y se palpaban en las sombras, a ese momento se le llamaba “Utopía” —Esto es una Utopía— dijo sin darse cuenta que lo pronuncio alto. Ella miro con alarmo al chico, pensó que no sabía nada del tema. —Sí creo que parece— ella lo miro sorprendida. —¿Sabes lo que es?— el afirmo con la cabeza. —Un día de pequeño vi a un anciano en un pueblo, y me conto sobre como había visto que dos razas que se odiaban, terminaron en una guerra por el amor de dos de sus integrantes. Por el amor de una vampiresa y un hombre lobo— El silencio los volvió a invadir. Al rato ella rompió el silencio —¿Crees que sea cierto?— Mau estaba viendo como fluía el agua. —Puede ser— no dijo más palabras y metió su barbilla entre sus brazos y siguió mirando al agua. —Mau ¿Cómo son tus amigos? — Mau dudaba en contestar, pero al cabo de unos minutos decidió hacerlo. Helena pensaba que la pregunta había sido indiscreta y por eso callaba. —Son una pila de locos, pero son los locos más divertidos que vas a conocer— helena sonrió con aquella delicadeza que caracteriza a una mujer. —¿Y las tuyas?— pregunto él. —No tengo muchas, solo un par porque…—Helena dejo de hablar de un momento para otro. —Entiendo—.dijo Mau sin previo aviso.
Helena después de unos minutos vio como el chico estaba sintiéndose más cómodo, conversaron un rato más, sobre los humanos, sobre sus razas, sus casas amores, en fin sobre casi todas las cosas por las que hacían vida. Así la conversación se elevó hasta cierto punto que la fría noche había pasado de moda, ahora solo las palabras de dos razas distintas se cruzaban. Mau ahora se sentía como en casa, la amable chica era conversadora y a la vez dulce, le gustaba aquella personalidad tan energética y cariñosa, mientras que la vampiresa disfrutaba ver como el hombre lobo contaba aquellas historias de desventuras con sus colegas en cada cacería.
Al cabo de dos horas más, ellos estaban cansados, helena había bostezado como mil veces, pero montar a caballo era difícil y más cuando aún debía regresar a casa, a explicarle al clan donde había estado. Seguro que la estaban buscando. Mau sentía lo mismo, sus colegas ya se habrían dado cuenta al respecto de su ausencia y lo iban a buscar en cualquier momento, entonces en su cabeza se cruzó un pensamiento tenebroso, la presencia de una vampiresa, si los amigos de Mau encontraban a helena en el rio, la iban a desmembrar pero no sin antes abusar de ella. para defenderla Mau debía pelear con los de su propia familia, con los que se salía a cazar por las noches, con los que compartía comida, con los que siempre estaban en la casa jugueteando o peleándose. Con aquellos que había crecido y criado, sus hermanos pero de otra sangre. —Esto es grave— Ella inclino la cabeza otra vez al escuchar la voz de Mau. —Que quieres decir— Mau se levantó de la roca y sacudió sus pantalones. —Si nos encuentran juntos, tal como en el cuento de la Utopía, nos mataran y a ti te… Bueno ya sabes— Helena reacciono. —Si es verdad nuestras razas se odian sin motivo—. Mau afirmo con la cabeza. —Debo irme. Pero ha sido un gusto en conocerte Mau, desde hoy sé que todos los hombre lobos no son iguales— Mau intento detenerla poniendo una mano sobre su hombro, ella de inmediato sintió un choque de electricidad correr por su cuerpo. Nunca nadie antes la había tocado. —No debemos de separarnos, encontrémonos aquí la próxima luna llena, cuando la luna este en medio del cielo e ilumine todas las partes— ella afirmo con la cabeza, pensando que era buena idea pero peligrosa.
—Está bien, pero para la próxima luna llena no, porque será mañana, la semana que viene en este mismo sitio a media noche. ¿Sí?— Helena con suavidad aparto las cálidas manos del hombre lobo y cruzo el rio. Al estar del otro lado ella se despidió con una señal un gesto tan amable, que hizo que el lobo sonriera. Ella con sus dedos llamo a su caballo y el fiel acompañante llego de inmediato, helena monto el caballo y se fue directamente a la colina por donde llego, más tarde se desapareció de la vista del lobo. Helena portaba ahora en su cuerpo una sentimiento de emoción, cosa que no dejaba respirar bien su pecho, más desmintió la faceta de las bestias a cuatro patas. Mau no era como contaban los condes a los ciudadanos.
Mau después de ver alejarse a Helena también puso rumbo a su hogar, puso rumbo rio arriba, corrió algunos pasos y dio un salto, en el aire se convirtió en su forma bestia y siguió su camino, pensando que la vampiresa que conoció hoy era la más hermosa que había visto, que ninguna mate de su manada se comparaba ni la más linda. Además rompía con lo que los viejos sabios decían de los vampiros, que eran una raza que exterminaba todo lo que se encontraban por delante. Así Mau y Helena se verían otra vez la próxima semana a la mitad de la portentosa, sigilosa y discreta noche.