—Vaya que te gusta leer. —Inmediatamente vi atrás para ver quien me interrumpía. La voz ronca me asusto.
Vi con más cuidado y ahí estaba el, Héctor con su sonrisa tan marcada como siempre, con deslumbrante ánimo y una voz que imponía. Estaba vestido con un short y una camisa blanca, hoy estaba más bronceado que ayer, su tono en la piel era más oscuro, en comparación al día anterior, que le había pasado a su piel. Casi ni lo reconozco por lo mismo. Con avidez cerré el libro y acomode mi postura para responderle, jugué un poco con mi pelo para estar más relajada.
—No te había visto Héctor, ¿cómo estás?
—Pues bien… y ¿tu?
—También estoy de maravillas.
—Oye te ves muy linda hoy. —Sentí como se me revolvió el estómago al escuchar sus palabras.
—¡Ay! Gracias tu siempre tan caballeroso.
—¿Porque no me llamaste?
—Sería peligroso —Refute con rapidez—. Incluso es peligroso que nos vean aquí.
—Pues creo que no lo es solo si lo haces para hablar de cosas que no sean del… tu sabes. —No era necesario que lo dijera sabía perfectamente lo que estaba diciendo.
El vio un par de veces el parque, buscando algo su mirada divagaba entre las bancas y demás partes donde la gente solía sentarse a escuchar música o leer un libro. Su actitud hoy era rara, aunque llevaba conociéndolo poco, era como si hubiera hecho un crimen culpable de ser señalado. Como si hubiera robado algo de gran valor, su actitud daba miedo, yo estaba un poco desconcertada y asustada.
—¿Oye en que página vas del libro?
—Pues voy en el capítulo dos. —El me vio como si esperara decir algo mas.
—Crees en la Utopía.
—Dices lo que escribió Carpinsor, lo de un mundo sin guerra u odio, el lugar donde solo hay amor y esas cosas.
El afirmo con la cabeza, tal vez yo estaba siendo muy indiscreta o estaba hablando muy fuerte, pero desde ese momento solo pude escuchar un par de palabras para el resto de la conversación.
—Si hablo de eso.
—Pues que te puedo decir.
—Búscale un significado. Cuando lo tengas llámame, y además cuando tengas ese significado y cuando entiendas que es amar, podrás ir a un lugar parecido a la Utopía en esta tierra.
—La ciudad de la libertad. —Dije asombrada, casi me salgo de la silla de ruedas.
—No es algo parecido.
—¿Qué es?
—Espera a que llegue el momento.
—Lee las siguientes páginas del libro, llega tan siquiera hasta la mitad, y reúnete conmigo el miércoles por la noche en este mismo parque detrás de aquellas vayas —Señalo las vallas que estaban después del pequeño estanque, ahí era un perfecto escondite nadie podía ver desde afuera.
—A qué hora. —¿Por qué estaba quedando con un completo desconocido en un parque un miércoles en la noche? No lo sabía pero tampoco me quería negar. Mis palabras se salían solas de la boca.
—A mitad de la noche.
—¿Héctor tu estas curado?
—Lo sabrás esa noche, sé que es egoísta pedírtelo de esta manera pero es mejor para que comprendas todo. —Sus ojos estaban algo más oscuros, como si estuviera conteniendo algo, como si hubiera pasado algo.
—Está bien. —Sin más Héctor empezó a alejarse de mí.
—¿Ya te vas?
—Si debo hacer algo, nos vemos ese día y recuerda leer el libro.
Sin más que esas palabras al aire con un aire misterioso el pequeño muchacho salió de mi vista, perdiéndose después de la puerta del parque. El punto bueno era que el me había dicho que estaba linda, una puntada me había dado en el pecho y hasta me puse nerviosa. Tuve que contenerme en agarrarlo y darle un abrazo. De besarlo hasta que me faltara el aire y de tenerlo a mi lado hasta que se terminara el día, pero no era prudente hacer un acto de hormonas en aquel infame parque. No podía había ojos en cualquier, y si las paredes tenían oídos los parques más.
Intente leer algunas páginas más del libro, pero falle solo pensaba en aquellas palabras de Héctor, para que quería verme de noche, además debía ir a la tienda a comprar ropa para la ocasión. No tenía ropa decente en mi armario para acudir a una cita nocturna, lo positivo del asunto es que tenía más de una semana para prepararme y le iba a pedir ayuda a Mar.
Las horas pasaron rápidas ya cuando me di cuenta eran más de las doce del día, volví a casa para comer algo y luego ponerme a arreglar algunas cosas, pensé en traducir alguno de los poemas del libro de las crónicas para ver si hallaba alguna pista pero no sabía por dónde empezar. las cosas estaban tan turbias como el agua de un mar en tormenta, mis pensamientos eran vagos y hasta comencé a pensar que robar aquel libro había sido innecesario además solo me quedaban algunos días con el diccionario.
Debía apurarme tampoco me quedaba tanto tiempo para que me curaran, solo tres meses y eso se repetía mucho en mi cabeza, ósea que solo me quedaba tres meses para encontrar la ciudad de la libertad, o perecer como ser que siente. Como no había podido ir a la escuela porque no me dejarían estar con una silla de ruedas tampoco había conocido la famosa PC. De la cual estaba escuchando hablar mucho. Esa tal PC más la información que me diera la profesora de Biblioteca me ayudaría a crear otro escenario un Plan “B” por si el Plan “A” fallaba. Que ni siquiera sabía cómo era el plan “A” pero tampoco me iba a dejar ganar por el destino infortunado, yo iba a pelear aunque estuviera atada a aquella silla de ruedas. De que valió todo lo que sufrí ese día o de que valdría la sangre que derrame para proteger mi libertad, de que valdría todos estos años de aguantas redadas y guardias sino es por un soplo de libertad.
No iba a mirar a los lados cuando estaba tan cerca de la meta, los peldaños de la escalera se volvían más empinados pero no iba a vacilar, también tenía la tarea de salvar a Mar, ella no podía ser interferida por la cura, a pesar de ser la más obediente de nosotras, pero nadie se merece que le quiten los sentimientos y borren la memoria, además se olvidaría de mí, no recordaría que fuimos amigas y le pondrían un novio para que después de la universidad se casara. La vida para los magos dentro de la confederación estaba pre establecida para todos. Antes de empezar a planear como haría para conocer la ubicación de la ciudad de la libertad, ordene mi cuarto parecía un desastre, los libros que eran de la biblioteca tirados en la cama y por el piso y en el pasillo que llevaba al baño.
Mis medias y calcetines fuera de su cajón y la ropa sucia desbordándose de una canasta, la verdad es que era muy desordenada. Como había llegado a ese nivel de descuido, pero también con todos los problemas que había tenido, no me quedaba tiempo para nada. Apenas para comer, cosa que lo hacía en el parque o en alguna de las tiendas de la zona residencial. Para que entrar más la luz abrí las amplias cortinas y el sol penetro en el cuarto con la velocidad de un rayo.
Mar llegaría en pocas horas, la había llamado por la lacrima a las tres de la tarde estaría aquí, con todo lo que le pedí, acomode los libros y los puse en la mesa. Después combatí con las medias y ropa sucia, con un hechizo de levantamiento todo lo que estaba en el piso, quedo en el aire y después lo mande hacia la esquina, pero ahora todo estaba desordenado y sin agrupar, gaste como media hora en acomodarlo todo. Después de aquella faena el cuarto lucia reluciente, y es que lo único que faltaba para que fuera una habitación de un hotel cinco estrellas era una cama más grande.
Fui al baño y llene la tina, me di un baño que duró media hora más, pase mis manos por mis piernas, hombros, cara, brazos pechos vientre, pero pensado en Héctor. Con sus dedos agiles y mano calientes posándose otra vez en mis muslos como en la vez de la biblioteca. Salí después con la toalla puesta, a buscar ropa, me puse lo primero que encontré, una blusa y un short corto, que enseñaba mis largas piernas. Pero como solo vena mar estaba bien. Deje la habitación para ir de llena a la cocina, los labores de la casa consumían mucho tiempo y esfuerzo, enrede mi cabello en una larga coleta para que no se fuera a ensuciar.
Lave los platos sucios que había dejado y cocine algo de arroz, con carne de cerdo. Cosa que había en las reserva de la casa, estaba siendo conservada para la cena de la navidad pero la usaría hoy, igual para navidad creo que no iba a estar allí era ridículo guardarlo. Justamente cuando encendí la cocina, escuche el timbre de la casa, con tres tonos largos. Fui con toda la velocidad que tenía la silla de ruedas a ver quién era. Pero de seguro era Mar.
Cuando abrí la puerta el destello de un cabello castaño y lacio me deslumbro, era Mar. Cruzada de brazos y con una cara de Guardia mayor.
—Porque tardaste tanto
—Creo que por algo será —Mire la silla de rueda. Capte que estaba enojada por algo
—Tengo que contarte algo.
—Pasa.
Juntas fuimos a la cocina, Mar empujo la silla de ruedas y fue más fácil todo. Llegamos a la cocina y mar se fue a la nevera, saco una jarra con jugo y se sirvió uno, se sentó en la mesa para beber el contenido del vaso mientras yo cocinaba y escuchaba lo que había pasado.
—Mar ¿qué pasa porque estas tan alterada?—Intente calmarla.
—No me vas a creer, ayer en clases. Un chico se me declaro.
—¿Qué?
—Como lo escuchas. Se me declaro —Hizo hincapié en las últimas palabras.
—Y él te gusta…
—No o Si ¡ay! no se es que…
—¿Pero él está curado? —Ella negó con la cabeza, mientras que con sus brazos hacia un hueco para meter la cabeza en ellos— ¿pero te gusta?
—No lo sé…
—Creo que así es difícil ayudarte.
—¡Gracias por decirme loca! —Note el sarcasmo en sus palabras.
—No te lo estoy diciendo loca, debes tener un objetivo claro. Ósea —Intente ser explicita— si sientes algo por él, creo entonces si puede haber algo. Además te falta mucho para la cura, pueden…
—Es ilegal—Me detuvo en el acto— además no creo que sea tan fuerte esto que siento como para saltarme todas las reglas.
—El amor es así.—Yo acaricie su cabeza como si fuera una madre que le daba consuelo, y en verdad ella lo necesitaba —¿Y cómo se llama él? —Pregunte siendo indulgente pero con ganas de despejarle la mente del estrés que llevaba desde hace rato por lo que mis ojos veían.
—Se llama Josu es de nuestra misma edad pero del otro salón. —Baje las llamas de la cocina y me senté a escucharla.
—¿Y cómo se te declaro?
—El llego con una carta, pero no pensaba que sería eso, me llamo detrás de los casilleros donde los profesores no pueden ver, y me dijo algo como “la primera vez que te vi, me enamore, sé que es difícil pero: quiero estar contigo, así tenga que ir a la barraca.” Y me dio la carta. Aquí la tengo. —Mar saco de su bolso una carta, en efecto era pequeña pero contendría muchas palabras.
—¿No la has abierto? —Ella negó con la cabeza mientras estaba entretenida en la carta.
Yo fui a y apague la cena, ya estaba listo todo, el cerdo el arroz y una ensalada que hice en pocos minutos. Serví dos platos y comimos a deleite, la cena estaba jugosa y deliciosa. Después de que nuestras barrigas estaban llenas pregunte a Mar si había traído lo que le pedí. Ella afirmo con la cabeza pero no lo había visto aun. Empuje la silla hasta la sala donde Mar había dejado la bolsa. Las compras que necesitaba para el miércoles de la próxima cuando me iba a encontrar con Héctor. Ahora le estaba dando mucha importancia a ese encuentro pero, era la última fiesta antes de la graduación. La ultima travesura antes de dejar esta tierra. Las vacaciones de verano junto a la graduación se acercaban más, así que debía mejorar rápido para conseguir la información que necesitaba en la biblioteca de la escuela, era indispensable para el plan.
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