Pasamos por algunos árboles y después estábamos donde me había contado, los duendes talando un árbol. Había una chica muy hermosa del otro lado. Era cierto lo que decía Darius pudo ser la más bella de su época. Boca definida a cálculos perfectos, con un rojo que la hacían ver como una manzana, su vestido era holgado en los brazos pero ajustado perfectamente en la cadera y pechos, después estaban aquellos accesorios del bosque, era una lencería completa de oro, desde aretes hasta los anillos de los dedos, únicamente era impresiónate, no tenía igual, hasta parecía una mujer mayor.
—Ustedes duendes deben enmendar su error. —Quise acercarme más, pero Darius me detuvo poniendo sus manos encima de mi hombro y negó con la cabeza. Dijo —Se desvanecerá el recuerdo—.
—Duendes váyanse de aquí, y no vuelvan a hacer algo así, o no tendré piedad. —Los duendes salieron asustados, al ver como dominaba el bosque. Aire y ramas a su completo control utilizo una que otra brisa para infundir el terror en sus ojos, además usaba la luz de su mana para hacer que ellos le temieran más.
Después que los duendes se alejaron de donde estaban ella se fue directa al árbol que estaba talado, y con un hechizo, revivió al ser vivo. Volviendo a pegar el tronco con la parte cortada era impresiónate. La verdad es que nunca antes había visto tal poder. Después ella con algo de agilidad se desvaneció del lugar y aprecio donde estaba El Darius del recuerdo. Nos acercamos un poco más para ver lo que ocurría. Estaba interesada en todo.
—¿Que haces? —Dijo la Druida
—No se… —Respondió el además estaba tirado en el piso.
—Levántate, —Con una rama ayudo a levantar a Darius—. ¿Viste lo que paso allá verdad? —El afirmo con la cabeza—. Pues eso le pasa a la gente que le hace daño a los árboles o a este bosque. No hagas nada de eso.
—No lo pienso hacer, solo exploraba me gustaron las sombras de estos árboles.
—Cómo puedo yo comprobarlo.
—Es verdad no puedes, pero te doy mi palabra.
—No confió en eso, los humanos son muy mentirosos.
—No soy un humano. —Darius le mostro sus marcas— soy un Nefelim y mi parte ángel no me permite mentir. —Ella se quedó mirando al chico
—Vamos te acompañare a la salida del bosque.
—Bueno. —El ni procrastino en ningún momento.
Los dos fueron dando pasos por la maleza, pasando por árboles, mientras el recuerdo nos llevaba a nosotros siempre viendo en primera plana lo que sucedía. Pasaron un rato como diez minutos caminando hasta que llegaron a la salida, ahí ella señalo con su dedo a una llanura, el entendió que era hora de irse.
—¿Oye cómo te llamas? —Pregunto Darius rascando su cabeza, en realidad de veía mono y hasta estaba rojo era como si tuviera más vida que ahora.
—¿Para qué lo quieres?
—Para recordarlo, no sé cuándo te vuelva a ver. Yo me llamo Darius
—Soy Vanesa la protectora de bosque, de este bosque.
—Oye Vanesa ¿cuándo nos podemos encontrar otra vez?
—No tengo tiempo chico.
—Pues yo tampoco pero pude hacer el esfuerzo.
—Estoy conectada con todo el bosque, corta una rama trata de cortar un árbol, intenta encender una hoguera de fuego y allí estaré. —Ella dio la espalda y se desvaneció entre los árboles. Su mirada siempre fue seria y reservada nunca hizo una mueca, al contrario Darius estaba por explotar de gesticulaciones.
El recuerdo se murió y una sombra negra llego invadiendo la vista, después de la nada estábamos otra vez en el bosque, pero no en el mismo lugar que antes. Darius del recuerdo, con una daga hizo daño a un árbol, hasta que la sidra salió, y ahí estaba ella. Empezó a tomar forma desde una brisa con hojas de árboles revoloteando en ella.
—¿Qué quieres? tu otra vez.
—Quería verte Vanesa.
—No tengo tiempo debo cuidar el bosque.
—No digo que te quedes mucho solo…
—¿Solo qué?
—¿Y si te ayudo a cuidar el bosque? —Ella guardo más silencio de lo normal antes de responder.
—¿Porque quieres cuidar al bosque?
—Quiero conocerte, además la última vez que te vi, parecías estresada, y creo que eres muy bonita para estar así con esa seriedad.
—¿No vas a cuidar el bosque?
—Te ayudare, pero debes prometerme que vas a sonreír mas. —Darius era muy insistente.
—SI vas a ayudar debes primero sacar todas las armas de tu cuerpo, el bosque no es un lugar de Guerra. —Darius inmediatamente tiro su daga al piso y se sacó algunas de las pertenencias más violentas que tenía.
—¿Ya?
—Sí creo. Pero mira te traje algo de la villa es una clase de pan dulce. —Darius mostro a la chica una especie de bollo. Y puso una sonrisa de punta a punta, dejando ver los colmillos de demonio.
—No como eso.
—¿Porque?
—Viene de los exteriores del bosque.
—Ósea que te alimentas de todo lo que este adentro del bosque.
—Si ahora no perdamos tiempo vamos. —Rápidamente ella abrió un hueco que parecía a un portal en las raíces de un árbol. Darius intento entrar pero el portal lo repelió y lo echo a dos metros de él.
Como tardaba mucho Vanesa volví a salir del portal.
—Que pasa entra rápido.
—Vanesa ese portal no me deja entrar.
—¿Como que no te deja entrar?
—Como lo dije no me deja entrar. —Ella miro el portal.
—A ver inténtalo. —Darius intento pasar por el portal, pero fue repelido otra vez— llevas algo que sea un arma. —Darius reviso por sus pantalones completamente, sacó una navaja de ellos, volvió a revisar y saco unos chacos de artes marciales, después una tira china, una mini bomba de fuegos artificiales, una punta de una lanza, una navaja de piedra, un cristal roto y un ultimo una medalla con forma de un cuchillo.
—¿Es todo? —Darius afirmo con la cabeza—. Pasa. Efectivamente ahora si paso, Darius entro primero y después ella.
—¿Qué es esto? —Pregunto él.
—Es la madre de todas las raíces, es el centro del bosque. Lo más importante de toda su extensión. Debo cuidarla.
—Y si estas aquí como sabes que alguien hace daño. Las raíces me avisan cuando pasa. —Ella apunto a las raíces que se enredaban entre ellos en aquel bonito paisaje, se podía contemplar las estrellas y la plataforma donde estaban era de como diez metro de elevación después las raíces se enterraban en el suelo, habían unas raíces que sostenían las plataforma que eran inmensas como una roca de diez metros, más o menos. Ellas eran solo cuatro que venían en cada dirección de los puntos cardinales.
—Y como haces para cuidarlo todo.
—La naturaleza lo hace, yo solo me encargo de protegerlos de los entes externos. Tu por ejemplo.
—Oye no seas así, ya te dije que no voy a hacerte daño. Ni al bosque.
—Si pero eso se demuestra no se sabe desde el principio.
—Oye hasta te traje el bocadillo vamos comételo —Darius mostro de nuevo aquel bollo. Ella dudo en las primeras tres veces que estiro el brazo. Pero la cuarta vez tomo el bollo y trato de morderlo—. Vamos que no tiene veneno.
Las palabras de Darius le daban algo de confianza, pero no estaba segura, así que ella cerró los ojos, y comió un bocado. Darius se alegró un montón.
—Ves que no hace daño ¿Cómo está?
—Está bueno. —Ella siguió comiendo. En pocos segundo lo que era un boyo se había convertido en nada—. Dame otro.
—No traje más. —Darius nunca pensó que ella le pediría otro—. Pero mañana traeré una canasta para que comas.
—Bueno vamos a concentrarnos en el trabajo. Tú vigila la parte norte. Yo la parte sur. Los lados miraremos en paralelo si algo brilla me avisas. —Vanesa dejo de perder el tiempo se echó al piso, cruzando las piernas y mirando las raíces.
—Solo eso haremos.
—Sí. —Respondió ella sin mirarlo, Darius se sentó en el piso también con las piernas cruzadas y además moviéndolas con impaciencia. En breves ocasiones miraba por encima de su hombro para ver que estaba haciendo la Druida. Pero estaba muy concentrada en su trabajo. El miro para el cielo y vio las estrellas no pudo evitarlo era necesario ver fijamente las raíces le habían hecho cansar los ojos. Así parecía.
—¿Porque no vemos las estrellas?
—No están en el bosque —Respondió ella.
—Pero están encima también son parte del bosque.
—No.
—Yo creo que si
—Estoy segura que no.
—¿Cuándo fue la última vez que sonreíste? —Ella vacilo en la pregunta por un momento
—No lo sé.
—¿Cuántos años has pasado aquí.
—Muchos.
—¿Pero como cuantos?
—Más de mil, pero perdí la cuenta.
—¿Cómo puedes vivir tanto?
—Al estar conectada con el bosque, te vuelves parte de él, y hasta que el no muera yo no puedo morir tampoco.
Darius parecía estar sorprendido, cada momento que pasaba con ella aprendía cosas nuevas y parecía que estaba acercándose más en su trabajo de sacarle una sonrisa. Aunque le sorprendió que estuviera haciendo eso por más de mil años, claro estaba que debía tener una paciencia increíble cosa que admiro con todo su corazón.
—Sabes mantener el bosque es difícil, pero lo has hecho muy bien, me sorprende mucho además te admiro por hacer tan buena tarea. —Darius guiño el ojo con su alago.
—Gracias. —Ella seguía como si no hubiera pasado nada.
Darius se decepciono un poco esperaba mucho mas no solo un gracias, después de eso se echó al piso acostado, estaba cansado de mantenerse sentado y estiro sus brazos y pies.
—¿Por qué no salimos a caminar por el bosque?
—No podemos dejar sola la gran raíz.
—Pero solo será por un momento
—No se puede.
—Y entonces como descansas.
—No lo hago.
—¿ Duermes si quiera?
—Ya no lo hago.
—Pero eso está mal debes dormir tan siquiera.—Ella dudo en responder—. Porque no te das una siesta mientras que yo cuido el árbol. —Pensaba que con eso la haría sonreír pero no pudo.
—Está bien, dormiré un poco, llámame si pasa algo. —Sin decir más palabras ella se acostó en el piso y puso sus brazos para crear una almohada y llevo su cabeza a ellos, mientras que cerraba los ojos, era difícil recordar aquella sensación que se sentía dormir. No lo recordaba, como no podía conciliar el sueño, pensó que no era buena idea, y que debía volver al trabajo de la Druida pero vio al chico sentado, viendo a cada momento las raíces no descuidando ni una sola, y sintió tranquilidad en su interior, como si la quemara además de un fuego consumidor que subía desde sus caderas. Era una extraña sensación.
Al ver eso ella volvió a acostarse y consiguió dormir entre tantas emociones incomprendidas. Darius quedo viendo las raíces y cuidándolas por toda la noche, yo también estaba sorprendida por su tenacidad y aunque estaba a un lado mío nunca le dije nada al respecto. Luego el recuerdo fue cambiando, hasta llegar la mañana donde la chica había despertado. Tal vez eran los recuerdos más importantes de su vida.
Vanesa se despertó con la chaqueta del chico cubriéndola, en la noche supuse que la puso. Ella buscaba al chico, ya era de día, pero él no estaba en la plataforma. Miro a todos los lados y no lo encontraba, las raíces estaban bien. Hasta lo que pudo ver. Y se levantó viendo la chaqueta, por eso nunca sintió frio en la noche. Por eso nunca sintió brisa fría pasando por su cuerpo, pero entonces él se quedó sin chaqueta, porque haciendo memoria la druida recordó que era lo único que traía. Que la chaqueta cubría algunas partes de su cuerpo y un abdomen marcado.
Después escucho como en la plataforma se caminaban unos pasos, acercándose a ella, enseguida giro los talones y vio a Darius sin camisa. Comiendo arándanos que había recogido de la zona de abajo.
—¿Dónde estabas? ¿Por qué no traes ropa? ¿Cuánto tiempo dejaste a la raíz sola?
—Primero estaba buscando el desayuno. —Apunto con los dedos a los arándanos—Segundo no traigo ropa porque te la preste para que no te diera frio vi como estabas temblando por efecto de la brisa, y tercero solo la deje sola cinco minutos. —Darius camino a ella para darle los arándanos, Vanesa estaba quieta.
—Gracias. —EL entrego la fruta en las manos de la chica.
—Ahora dormiré yo, sabes nos vamos a turnar.
—Gracias… —Ahora Darius no sabía porque lo agradecía.
—Porque, por recordarme lo que es dormir.
—Tranquila ya lo recordaras muy bien, ya que estoy aquí para ayudarte. —Darius cansado por la noche en vela se puso la chaqueta y se echó a dormir como un perro. Vanesa comió los arándanos y asegurándose que no la viera o escuchara Darius Sonrió… y musito bajito unas palabras.
—Tonto, no debiste hacerlo.
Las cosas después se fueron acoplando, los recuerdos seguían pasando en frente de nosotros, eran demasiados. Con el tiempo se fueron compenetrando más, por las mañanas el dormía hasta la tarde donde volvía a despertar y se encontraba con ella. Juntos cuidaban la gran raíz. Hablaban tanto que se cansaban de hacerlo, en ocasiones Darius salía de la plataforma a buscar bollos y otras cosas que necesitaba, en una tarde trajo una cama almohadas muy esponjosas y cómodas, después trajo cojines y una mesa, y hasta la había convencido para que jugaran algunos juegos de mesa.
El día que trajo la cama Vanesa dudo en acostarse en una, pero al sentir lo suave que era, no pude evitarse en acostarse, casi sonrió cosa que no dejo que pasara enfrente de él, siempre lo hacía mientras estaba durmiendo o no la veía. Tras la llegada de la cama, antes de dormir, llego la primera caricia, le hizo una caricia en el rostro a la chica, cosa que más tarde se hizo costumbre para los demás días.
Ella pude dejar un poco aquella actitud insegura y estresante, la chica había vuelto a reír a disfrutar de los dulces que traía Darius que era una gran variedad. Disfrutaba también de aquellos pequeños momentos en donde jugaban en la mesa que había traído, los múltiples juegos estaban guardados debajo de la cama. También disfrutaba como él se preocupaba por ella, hasta le había traído libros para leérselos para pasar el rato esperando que llegara el momento. En las noches se acostaban juntos en la cama y veían las estrellas las contaban analizaban y las detallaban, preguntándose qué tan lejos estaban de una, o en su defecto que eran.
Más tarde los días pasaron y se tomaron cariño hasta que el dio el primer beso a la chica. Vi a mi lado y Darius había soltado una lágrima, en verdad él era muy fuerte, mostrarme sus recuerdos más dolorosos solo por mí. Pasaron más días y ellos se fueron gustando más. Estaban juntos estaban entrelazados como las vastas raíces de los árboles que se enterraban y llegaban hasta el sub suelo. Los recuerdos pasaban casi todos los días iguales, la chica nunca mostro su sonrisa al chico, aunque después en las noches que el dormía profundamente, acariciaba su pelo y suspiraba junto a él, con felicidad en su pecho y hasta le robaba uno que otro beso.
Días tardes y noches pasaban por mis ojos, viendo a ese par de amantes queriéndose, pero todo cambio cuando llego aquel día, el recuerdo oscuro más profundo de Darius se proyectó. Allá estaban ellos sentados en la plataforma como cualquier otro día. Pero una de las raíces brillo. La del norte.