Desperté con el ruido de la sartén cocinando, creo que desde que llego Darius se había vuelto una rutina el que cocinara el desayuno para mí. Cosa que no me molestaba me ahorraba despertarme mañana. Las cosas eran demasiado desastrosas en casa, ahora con la llegada del ex convicto debía prepararme más, si algún vecino llegara a ver a un hombre que no era mi padre, dentro de la casa seguro llamaría al consejo. Por ende vendría la guardia, y después nos llevarían a las barracas.
Así que me puse a esconder cada rastro de masculinidad en la casa, primero su ropa, la ropa que tenía estaba manchada y toda rasgada necesitaba una nueva. De eso me encargaría yo, nos turnaríamos para lavar los platos, para que nadie que visitara la casa, incluyendo Mar. Sabría de la existencia del Nefelim. Y por última nada de paseos por el jardín en su forma Demonio-Ángel así que sale hasta la calle y juega con una pelota en su forma gato-león. Esas especificaciones se las habían dado justamente después que llego y hasta ahora las estaba cumpliendo con total normalidad.
Ahora lo que más me preocupaba era la fiesta. Era el sábado y debía comprar ropa, algo para ir. No tan extravagante pero si algo bonito, además el Nefelim iba a ir con nosotras, él se propuso a cuidarnos, después que escucho toda la conversación se había empeñado en ir. También debía comprar ropa para él, no iba a ir vestido de ex convicto de la cárcel. Baje a la cocina y él ya me tenía preparado el desayuno. Comí rápidamente y después Salí de la casa no sin antes decirle a Darius que no saliera del sótano hasta que no llegara. De reojo vi que se convirtió en un gato <<no tenía una forma fija para la forma animal pensé de inmediato>> después Salí al patio de la casa y en un segundo estaba en la calle, vía a la tienda a comprar ropa, las cosas estaban calmadas por la ciudad, aunque una redada estaría muy mal para hoy, con un convicto de la cárcel en casa, sería peligroso, lo que me llevaba a lo otro, tenía que salir de la confederación, ya sabía que la ciudad de la libertad estaba a un año de distancia. Lo haría caminando pero… debía planearlo mejor con Darius. Él sabe todo yo no. Por otra parte esto sería después que Héctor me dijera eso tan importante que quería decirme.
Ahora lo importante era escapar antes que llegara el día de mi cura. Ya tenía fecha era el día 32 del año 1400 calendario mágico Merliliano en otras palabras 35 días restantes. Algo más de un mes, aunque solo gastaría una semana en hacer preparativos para la excursión y viaje y otra en convencer a Mar, por ultimo una semana más para irme de este infierno. Aun me quedaba algo más de una semana para que nadie sospechara mi huida, era el plan perfecto. Aunque aún no sabía que había detrás de la cerca de magia. Esa cerca que separaba la frontera de la confederación y la nada, el resto del mundo libre.
Ahora estaba convencida que debía hacer que Mar se fuera conmigo a un mejor futuro a una mejor estancia. Un mejor mañana para vivir. No sería fácil pero debía irla convenciendo estaba segura que con un poco de coraje y perseverancia lo haría. Ya había caminado algunas cuadras, baje hasta la zona residencial y pase el puente, los guardias solo me pidieron mi identificación. Cruce el puente y camine hasta la primera tienda de vestidos que viera. Aunque para la fiesta estaba clara que no podía llevar un vestido tan despampanante porque nos descubría la guardia o sería muy llamativa cosa que no quería.
La fiesta iba a ser en una discoteca donde la mayoría de gente estaba escuchando música y bebiendo ponche. Las luces estarían algo sintetizadas por la oscuridad y el humo de los cigarrillos y de las máquinas de hacer humo estaría por todas partes. Lo mejor era una ropa de color negro tal vez una falda larga o un vestido largo que llegara más debajo de la rodilla. Pero yo quería ir un poco mejor de lo que me vestí la última vez, si Héctor me llegara a ver. Cosa que no creo. Él era muy literal, era muy reservado nunca iría a un lugar así. Entre a la tienda, cuando empuje la puerta enseguida una chica de cabello claro se acercó a mí. Sus ojos eran rosados un color demasiado llamativo.
—A su orden.
—Gracias. —Respondí rápidamente con un gesto de gentileza.
Di unos pasos hasta acercarme a un sinfín de vestidos estaban del suelo a el techo era interminable, de todos los colores y formas. La verdad me sorprendí hasta el punto de soltar un leve quejido. Quería un escotado. Siempre me había vestido con piezas que mostraran mi pecho. Fui abriéndome paso a través de aquellas columnas de vestidos. Había miles. Demasiados era alucinante una tienda así debía estar demasiada protegida por el gobierno. Era un monopolio. Mientras pagaran el tributo no se debían molestar por ladrones o impuestos.
Los precios eran razonables, para nada caros pero tampoco de lo más barato. Era un gris entre blanco y negro. Me probé todos los que vi, hasta el punto que la empleada se durmió en la silla que estaba a un lado de mí. La amable chica había esperado como una hora desde que empecé a probarme vestidos. Al final escogí un vestido Negro con un escote que se graduaba a través de un cierre, cosa que me pareció demasiado práctica. Y después de eso fui por algún accesorio que pudiera usar. Por suerte la misma tienda brindaba los mismos accesorios.
En una vitrina junto con las demás cosas de bellezas estaban los accesorios que tanto quería. Aretes, collares, maquillaje y pinturas. Primero compre alguno que otro maquillaje, claro la piel debía estar perfecta para ese, día y serian una prueba, si me gustaban y quedaban como yo quería, después las usaría con Héctor, para que se quedara boqui abierto. Después fui directamente a los aretes, había una gran variedad, tanto que no los podía ver todos, eran de todas las formas y colores. Pero aquellos que me llamaban más la atención. Unos en forma de una Luna. En forma de una luna llena, con un cristal de color rojo en medio de ella. Me lo lleve rápidamente antes que otra de las chicas lo viera y lo arrebatara de mis manos.
Además de eso, también vi un prendedor como el del Libro de Carpinsor, aquel que llevaba Helena. Sin dudarlo le dije a la chica que lo pusiera en la bolsa. Después cogí algunos de los jabones aromáticos y de las velas que había en la zona de aseo y los puse en la canasta, fui directamente a la caja y page. Las cosas eran más elevadas en la ciudad. Con lo que había gastado hoy podía vivir un mes fácilmente en la zona residencial, pero ya las joyas no me iban a servir afuera de la confederación. Salí de esa tienda y después fui a buscar una fragancia y después la ropa que iba a llevar Darius para la fiesta. Conjuntamente con la que se pusiera para estar en la casa, porque aquellos viejos vaqueros rasgados por la mitad y una camisa sucia no era bueno para la convivencia.
Después llegue rápidamente a una tienda de hombres, había shorts y pantalones de vestir formal. También los vaqueros comunes que cualquiera puede conseguir, también gorras y algunas chaquetas. Pero no sabía cuáles eran los gustos del Nefelim. ¿Estilo rock ero, o más liberal?, ¿sería formal? o ¿sería más rebelde? Como no podía decidirlo, me acerque a uno de los chicos que estaban en la zona de la caja. Y pregunte por algo que fuera cómodo y bonito para mi “hermano mayor” para su regalo de cumpleaños. Así nadie sospechaba nada. Enseguida uno de ellos trajo una vestimenta que lo iba a dejar sin aire en los pulmones. También le compre un par de shorts para que estuviera en la casa, una gorra con camuflaje para que fuera a la moda, y una franela de color negro.
Ya estaba cansada y me senté en una plaza con todas las compras. Estaba segura que nunca me había cansado tanto en comprar cosas para mí, bueno esta vez no era solo para mí, pero también cansaba. Ahora solo quería comerme una dona y beberla con una soda. Solo de caminar hasta la cafetería más cercana me daba mala espina hasta que el…
—Hola chica.—Voltee de inmediato a ver quién era.
—¡Héctor!—Hable con asombro—. Hola.
—Ya veo que estas mejor de las piernas.
—Si he mejorado muy rápido.
—Ya leíste el libro.
—Voy muy adelantada, pero en pocos días lo terminare. ¿Pero dime porque es tan importante que lo lea?
—Solo hazlo ese día entenderás todo.
—Me dejas con dudas.
—Ese día se te aclararan todas las dudas confía.
—Oye y… ¿cómo vas en la biblioteca? —Quería cambiar la conversación.
—Bien, pero voy a renunciar al trabajo.
—¿Y eso? —Parecía que estaba muy entretenida, se me había salido varios quiebres de mi voz o mejor dicho lo deje salir.
—Solo voy a hacer un viaje.
—Un viaje.
—Sí. —Tenia sed y tosí un par de veces para que él se diera cuenta que necesitaba líquido.
—¿Tienes sed? —Pregunto él.
—Algo… pero… —Boom había funcionado, él se fue directamente a traerme una soda. Lo utilice un poco, me consta que no era la mejor opción de probarlo, pero quien quiera estar al lado mío debe cuidarme y satisfacerme. Después trajo un refresco de soda tan frio como el hielo del invierno. Yo lo tome con rapidez, note que vio las bolsas con ropa masculina. E inmediato volvió a hablar.
—¿Y eso? ¿Son para tu novio?—Casi me atraganto con la soda, me hizo toser su comentario y después escupí un poco de soda—. ¿Estás bien? —Enseguida velo por mí, y puso sus manos en mi pecho para ver si estaba bien.
—Si lo estoy. Solo me atore. Y no, no es para mi novio sino para mi hermano. —Él no podía saber para lo que eran, no quien era Darius, ni él podía saber eso, un paso en falso y todo se vendría abajo.
—Ah —Se rasco por detrás de la cabeza—. Pensaba que estabas ligada con alguien. —Se puso a un lado de mí. En la banca.
—¿Sabes que es ser prisionero? —Su pregunta me dejaba desconcertada, pero así me sentía todos los días de mi vida.
—Si en efecto —Respondí.
—Sabes que no me gusta aquí chica. Quiero irme.
—¿Qué dices? Eso es imposible… la cerca, los guardias, el gobierno.
—No es imposible. O tan siquiera para mí no. —Que decía el, estaba delirando, como que para él no era imposible, a menos que pudiera salir levitando como Darius no podía pasar la bendita cerca y aunque pudiera volar, no sería un simple Mage—. No los vas a entender hasta que llegue la noche.
—Pues explícame para entender.
—No ahora no es el momento. —Ahora me dejaba con incógnitas en la cabeza, él se estaba poniendo pesado con el asunto de la misteriosa cosa que vería el miércoles por la noche detrás de los bambús del parque en la zona residencial.
—Esa noche me dirás aquello que hoy no quieres decirme.
—Sí. Las estrellas que caen del cielo son las más bellas.
—¿Qué? —Cambio la conversa. Antes de que yo preguntara.
—Nada solo nos vemos ese día. Y otra cosa, trata de leer el final del libro. Es importante.
—Bueno.
Me estaba presionando mucho, la verdad estaba un poco estresada con ese libro, que tenia de importante. Un Mage no se iría con tanto rodeo.
—Bueno chica me voy, cuídate hasta el miércoles por la noche. Ah se me olvidaba decirte, lleva algo de plata.
—Plata
—Si el metal.
Sin más él se fue caminando por el sendero que conducía fuera del parque, con un andar suave como si disfrutara ir con calma, así hasta que se perdió de mi vista. Me queda pensativa porque me pedía plata, un collar serviría, debe ser que me quería mostrar algo en relación a ese metal o que. Ahora debía volver a leer el libro a ver si encontraba algo acerca de la plata. Estaba aún más estresada.
Termine de beber aquella soda deliciosa, y me fui directo a casa. Pase por el puente y llegue mi calle, las cosas parecían normales. Metí la llave del seguro mágico en la lacrima escáner y después la puerta abrió. Puse las cosas en la mesa y cerré las cortinas para que nadie fuera a ver a Darius, baje al sótano a buscarle y estaba durmiendo. Volví a subir y en la cocina, los trastes limpio y el almuerzo echo y conservado en las ollas de barro para que no se fuera su temperatura. De verdad él valía oro. Comí hasta saciarme y espere a que Darius despertara, para matar el tiempo fui al jardín trasero y me recosté en el césped, donde el sol no era tan fuerte, disfrutando como los rayos de luz acariciaban mi rostro en conjunto con una suave y refrescante brisa