Magic History "Ansias De Libertad"

Capítulo 22

Al rato después que llegue a la casa, Darius despertó de su sueño y subió hasta la cocina donde me vio arreglando la ropa.  
—Hola… —Dije con indulgencia para después ofrecer una taza de té. 
—Te tardaste demasiado, pensé que algo había pasado. 
—Es que la ciudad es lejos. 
—Tengo que decirte algo… —Me entraron dudas, su actitud había cambiado— Tengo que irme para seguir buscando la fuente de la Vida. 
—Lo se… pero quédate un poco más, si sales a la calle los guardias te van a atrapar. —Estaba buscando una excusa sublime, lo único que quería es que me sacara de la confederación a Mar y a mí. Tenía que hacer lo posible para que no se fuera y si era necesario usar mis dotes de mujer. 
—Represento un problema, gastas dinero en comida para dos y además represento un peso… ósea si te atrapan aquí conmigo iras a la barraca, y en el peor de los casos morirás. 
—Tu eres inmortal no es cierto… 
—Si, después de que Vanesa me besara paso su inmortalidad a mí. 
—No tengo problema porque me encuentren aquí contigo. 
—¿Enserio?
—Si… 
—Igual soy inútil en estas condiciones estoy limitado… —No lo deje hablar. 
—No me importa tú me vas a guiar a la salida de la confederación. —El frunció el ceño—. Si me vas a llevar a la salida. 
—¿Porque tienes ganas de irte?
—Quiero la libertad. 
—¿Y la encontraras afuera de este reino?
—No lo sé… pero intentare. 
—La  libertad se encuentra cuando estés en paz contigo misma. 
En cierta parte las palabras del Nefelim estaban en lo correcto, adentro de mí, no había paz, estaba estresada por la cura, las redadas, los limites, el imperio. Todo en este mundo me estaba poniendo en estrés. Pero ahora solo estaba segura en que la paz no existía. Y mi único remedio para conseguir la paz interior era nada más y nada menos que buscarla afuera de las murallas de la confederación. 
—Si pero adentro de este reino, no me siento en paz.
—No quiero arrastrarte a que los guardias nos busquen. Sabes que es peligroso. Nos matarían si les fuese necesario. 
—Quiero correr el riesgo.
—¿Solo tú quieres irte de este reino? 
—Mar también. 
—No ella no. —Respondió con tono autoritario y me asusto. 
—¿Porque?
—No está preparada. Y sería más difícil cruzar la barrera. 
—No la quiero dejar aquí. 
—No digo que lo hagas pero… —El dejo de hablar—. Sería más fácil que ella saliera después. 
—Pero sería dejarla y es como una hermana. 
—¿Solo ustedes dos? —Yo afirme con la cabeza.
—Está bien. Nos iremos en una semana después de la luna llena del miércoles. 
Lo puede conseguir, Darius nos guiaría a las afueras de la confederación, seguro le había conmovido el corazón. Darius era el Nefelim mas bueno que conocía es más que estuviera en prisión estaba mal. Debería estar en un altar, porque parecía un santo. Ahora lo único que me impedía era Mar. Debía convencerla de inmediato solo quedaba dos semanas para el escape. Diablos las emociones me mataban, estaba tan ansiosa por irme que me iba a matar las ganas.
—Pero…—La voz del Nefelim volvió a percutir con masculinidad en la sala—. ¿estas dispuesta a hacerlo todo por la libertad?
—¿Porque la pregunta? —Eso me extraño de él completamente.
—Afuera es un lugar inhóspito, es violento y sangriento. Y cada quien cuida su espalda como puede. Te pueden matar o violar y nadie se metería a ayudarte. Ese camino hay que pasarlo para llegar a la ciudad de la libertad. ¿Estas dispuesta?
—Estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario por salir de este infierno. 
—Ok, no dejare que nada te pase pero, ya estas advertida. 
—Oye vas a ir a la fiesta conmigo y Mar.
—La fiesta esa de la que hablaban el ayer. —Yo afirme con la cabeza—. No sé. 
—Como que no sabes. Claro que sí.
—No tomes decisiones por mi chica.     
—Pero compre ropa para ti. —Enseguida de un brinco fui al sofá y busque aquel atuendo que me habían vendido en la tienda regrese a la cocina y se lo mostré Darius estaba de brazos cruzados y moviendo el pie de arriba abajo—. Mira.  
Enseguida el vio el traje, completamente llame su atención con aquel conjunto. Primero recibió el traje, y lo puso en sus manos, lo estaba viendo y por el brillo en sus ojos pude ver que le gusto y como no le iba a gustar estaba a la moda, eran dos piezas, la parte de arriba la conformaba una camisa que parecía una chaqueta de cuero de color negro, y debajo estaban los pantalones, algo ajustados en las pantorrillas con leves detalles de rasgados como si estuvieran rompiéndose, y para finalizar un par de zapatos de nueva edición a lo que las tiendas llamaban botas. Sin hablar de los pliegues y decoraciones de la parte superior de verdad era un traje genial. 
Darius vio una y otra vez el traje y en dos ocasiones intento decir algo, pero se detuvo y no hizo ruido, el silencio se mantuvo por un rato no pude contar los minutos pero fueron muchos, pensé que le había incomodado aquel regalo-obsequio que tanto necesitaba el prisionero. O tal vez era demasiado llamativo para él. Demonios en estos casos sí que no estaba enterada de lo que iba, nunca tuve un hermano al que comprarle ropa o regalos estaba no sabía nada de esas cosas. 
—Gracias —Al fin el rompió el silencio—. De verdad estoy muy agradecido por todo. 
—De nada.—Quede satisfecha pensé que con la ropa lo había ofendido.  
—Para que te voy a decir que no. Iré a la fiesta contigo y Mar. Pero deberías explicarle a la chica que soy un Nefelim. 
—Sí. Eso no va a costar mucho. Yo me encargare de todo. También compre ropa para que estuvieras en casa, para que dejes usar esa ropa vieja. —El sonrió con gratitud. El ere un chico-anciano de más de dos mil años, muy apuesto más cuando sonreía. 
—Bueno. Iré a cambiarme de la cena me encargo yo. 
Me sentí cómoda en con esas palabras empezaba a ser el nuevamente y no el Nefelim que estaba pendiente de la filosofía del mundo. A mí no me importaba nada de eso con solo que me llevara a la salida de la confederación a mí y a Mar con eso quedaba satisfecha. Ahora que lo pensaba estaba más cerca de mi prometido de lo que esperaba y debería ir buscando algunas mochilas y comida para el escape, y además algunas cosas que íbamos a necesitar para emprender la caminata de un año hasta la ciudad de la libertad. Un año. De solo pensarlo me daba miedo, un año de camino, se me iba ahora llegaría cuando tuviera veinte años. Era una gran cantidad de tiempo pero igual la pasaría para llegar a mi destino, ya había soportado mucho y un pequeño esfuerzo para dejar aquel infierno no me iba a parar. 
Subí a mi cuarto a cambiarme la ropa toda sudada con la que llevaba desde la mañana. Me cambie por algo más cómodo, un short algo corto y una camiseta vieja que caía hasta mis rodillas y dejaba ver mis piernas. Darius era de mi total confianza a pesar que lo había conocido en un par de días. Me mostro sus recuerdos y dejo entrar en su mente, me dio su total confianza así que yo también lo trataba como tal. Ahora en las noches no cerraba la puerta con el seguro mágico, la dejaba abierta. Escuche como en la cocina algo se sofreía y salía un olor increíble, estaba convencida que debía bajar. Pero antes puse mi ropa que  acaba de comprar bajo la oscuridad de mi escaparate y baje a ver qué era lo que estaba cocinando Darius. 
Entre a la cocina y él estaba poniendo los platos, me dio pena en cierto punto lo tenía como un cocinero personal cosa que no me gustaba para  nada. Aunque tenía sus beneficios el tener aquella ventaja sobre las demás colegiales que apenas llevaban el almuerzo a la escuela. Pero yo tenía un experto guarda bosques y Nefelim nacido con el don de la cocina en sus manos. Me preguntaba que podría hacer esas mismas manos en una chica. 
Después con un amable gesto me invito a sentarme saco la silla del hueco de la mesa y yo  me senté. Note como me miraba de arriba abajo. Le había sorprendido que me hubiera puesto aquella vieja ropa, al igual que era solo para dormir nadie se iba a dar cuenta. Rápidamente saco de un sartén unos filetes de carne de color rojo, muy rojo era como que si todas las especias las hubiera combinado en una y naciera aquel filete jugoso y provocativo, era del color del pecado. También puso una ensalada, había cortado las papas y demás vegetales en rodajas y no en cuadros como hacían típicamente. Cosa que no me disgusto era como si estuviera dándole algo de espontaneidad a la comida. Algo fuera de lo típico. Pero tendría un buen sabor. 
De seguro se había esforzado mucho para hacerla, aunque nunca se obtiene algo solo por merecerlo, pero a simple vista claro que se veía bien. El olor era fuerte más de aquel guiso de la carne. Era rojo y además se podía ver como una pequeña grasa por encima algo que le daba paladar pero de un color un poco más claro. El olor era entre flores de margaritas y una sustancia que no podía distinguir, era un condimento, pero no sabía cuál exactamente. Orégano no. Manzanilla no tampoco. Que era en realidad aquella especie. Pero tampoco le iba a echar mucho tiempo pensando en eso, ahora iba a disfrutar de la comida. Darius puso un plato lleno de arroz y encima puso la carne con su exquisito guiso. 
Rápidamente también sirvió la ensalada en un plato aparte, y para terminar un jugo de manzana. La mejor de las frutas según yo, ojala Héctor cocine así. Lentamente comimos con el llegar de la noche, aunque ninguna palabra en especial se nombró, más que algunas preguntas que se harían dos hermanos al terminar el día. En realidad Darius se comportaba como el hermano mayor que yo nunca había tenido, claro con mis padres afuera de casa desde pequeña quede en la soledad pero supe apañármelas. Tal vez estaba incómodo y por eso no hablaba, espero que no sea eso lo que lo tiene en ese modo tan callado. O estaba recordando a Vanesa se podía ver como la amaba con el corazón. Amar… esa palabra Héctor también la había usado, pero en realidad que era, ni el libro lo decía a ciencia cierta. 
Para amar hay que tener una base estable para afincarse en ella y poder llegar a tener un diálogo decente y apropiado. Pero yo no podía hablar del amor de ciertas maneras. Como podía hacerlo sentir mejor si fuera el caso que estuviese pensando en ella. Era lo peor del mundo alguien que no había sentido ese sentimiento que sobre pasa años y milenios en el caso de él. Entiendo cómo se sentía yo también tenía un deseo, estar en libertad. Comparando mi deseo era más probable que pasara, pero el buscaba algo que ni siquiera sabemos que es realidad. Aunque nadie ha dicho que no lo sea. Eran como las primeras goteras que se caen de las nubes, se pierden con el tiempo. Intente hablar pero fracase. 
Que podía decir en aquella situación tan deprimente, él estaba triste seguro mermo su confianza en encontrar la fuente de la Vida. O que podemos saber estábamos destinados a ser los únicos que no pudiéramos hablar como tales. Él no sabía que era la fuente de la vida y yo no conocía la libertad. Cuando termine de comer me levante lentamente de la mesa. Y puse mi mano derecha en su hombro. Como si yo estuviera diciéndole que estaba con él en las buenas y en las malas, pero sin mencionar una palabra por mi boca. 
Su espalda era caliente con bondad suave y definida con un color inestable que variaba entre el color de piel clara y el rojo. Era un verdadero demonio y no podía ver sus cuernos más un pequeño y estrecho recubrimiento en su frente se podía apreciar era claro que ahí estaban sus cuernos. Yo después recogí los platos y los lleve al tanquecillo del lava platos no pensaba lavarlos ni que Darius lo hiciera. Después me fui a la sala de estar con Darius que aún estaba algo callado y miraba a un punto fijo del techo. Así paso por unos cuantos minutos hasta que mi primer bostezo de cansancio se dejó salir de mi honesta boca. Y mis brazos se estiraran por detrás de la cabeza y volviera a reintégrame. 
—Tengo sueño voy a dormir —Dijo él. 
—Yo también. 
—Voy al sótano. —Yolo detuve con una mano. Y lo agarre de sus manos con la otra. 
—No. Espera no quiero que duermas ahí con lo incomodo que es el sótano. —Inclino la cabeza como si no supiera de lo que estaba hablando—. Duerme en mi cuarto. 
—Como
—Lo que escuchaste que duermas en mi cuarto.
—Es enserio. —Claro parecía toda una ofrecida, pero que no se creyera que lo estaba invitando a hacer cosas. Solo quería que durmiera conmigo. Él tenía un calor en su cuerpo que me vendría bien en la madrugada inclemente en su frio invernal. 
—Si claro. 
—¿En el piso verdad?
—En la cama. 
—¿y tú?
— También en la cama. Entiéndeme no quiero dormir sola y tu además amas con tu corazón a Vanesa no creo que vayas a intentar algo. Tengo un short además. —alce mi camiseta y se lo mostré, aunque él se quedó viendo un poco avergonzado y yo también lo estaba, aunque para arreglar las cosas solo me eche unas risas en complicidad con él—. Además es mejor que duermas en un colchón con tu forma normal que con esa forma de gato-zorro-no sé qué más.  
—Me puede convertir en setecientos animales. 
—Es un gran número, pero esta noche no te vas a convertir en nada. Solo tú y yo. 
—Creo que no puedo negarme dado a tu postura no me dejaras dormir en el sótano, pero en cambio tendré que dormir contigo. 
—Si así mismo. —Bingo lo había conseguido siempre me salgo con la mía. 
—Está bien voy subiendo.
Darius se perdió de mi vista pero cumplió su palabra subió al cuarto para irse acomodando, yo tenía una emoción algo tonta por dormir con alguien más que no era Mar. Me concentre y cerré todas las ventanas y cerré la puerta con el seguro mágico. Ahora si estábamos seguros de todo el mundo exterior.  Ahora estaba lista también para subir a acostarme a dormir. Aunque a veces el tiempo se me iba en un parpadeo, hice lo posible para tardarme en subir por las escaleras para poner más nervioso a Darius. }
Cuando subí todos los peldaños de los escalones puse marcha a la habitación. Camine por el pasillo en pequeños brincos con las puntas de los pies para dar algo de emoción y después me fui directamente a la puerta de mi habitación. Estaba abierta me extraño que no estaba cerrada.  Entre al dormitorio y él estaba en el piso sentado como si me estuviera esperando. 
—¿ Qué haces ?
—Esperándote.
—¿Porque?
—Es tu cama no mía no sabía si…—Sin dejarlo hablar le agarre de las manos y lo empuje a la cama, haciéndolo que se sentara encima del mueble. Sus patrañas ya me empezaban a molestar. 
—Acuéstate con toda confianza. —casi que le ordene en un orden rudo que se acostara a dormir de una buena vez. Pero estaba un poco incómodo. 
—Está bien. —Con calma se quitó aquellas pantuflas en forma de las garra de un dragón que le había dado para que anduviera por la casa, después con un par de movimientos se puso al otro extremo de la cama lo más lejos posible de mí. Aunque fuera una indirecta me dolió un poco estaba siendo malo con mi persona solo quería darle una noche de cariño y el me trataba con tosquedad. 
Después me acosté yo y me acerco un poco a él, hasta el punto donde su cara estaba a centímetros de la mía. Tan pocos centímetros que nos podíamos besar fácilmente.  Pude ver como un mechón de cabello salía de su espesa cabellera y caía por su frente. Rápidamente yo lo acomode y puse de nuevo en su pelo. 
—Gracias. —Musito tan pasito con una voz que parecía a la de un bebe. 
—De nada. —le seguí el juego. 
Baje mis manos de su cabeza y las puse en su hombro como si fuera mi soporte, su calor era incorpóreo y podía sentir aquellos latidos de su corazón. Eran entre fuertes y suaves golpecillos de tambor. Perfectamente seguían una sincronía como el sol, o como un reloj de arena. El cerró los ojos, pero antes se puso la cobija encima. Yo por mi parte me di media vuelta y le di la espalda. Y agarre uno de sus brazos, puse mi espalda en su pecho y después puse su brazo sobre mi cintura así dormiríamos mejor,  las sabanas nos acurrucarían y su calor me mantendría sin frio, era perfecto. Ya estando así, Podía escuchar su respiración aunque era un poco acelerada. Con el tiempo se relajó algo más. Pero entre el cantar de los grillos y brillo de luna creciente pasaron las mejores horas de mi vida, deje la soledad de lado, aquella soledad que me había perseguido desde que era niña desde que mis padres se había ido de casa. El quedo profundamente dormido yo estaba feliz tanto que cerré los ojos y quede algo dormida. Así hasta que no supe mas que fue lo que pase de allí para adelante. Solo sé que el calor que sentí esa noche nunca lo iba a volver a ver el resto de mi vida. 
La mañana ya se levantaba otro día, ese era la canción que sonaba en mi cerebro. Y al lado mío estaba él. Se me había olvidado que dormí con un semi demonio. Y no tenía mal dormir. Me había abrazado toda la noche y no se movió. Tampoco estaba consiente como para saberlo pero nunca note que la cama se estaba moviendo. Me quede viendo su cara, me quede viendo como dormía de modo cómodo. Cuando fue la última vez que el dormía cómodo en una cama, pero no una cama de prisión. Ahí nadie podía estar cómodo. Se veía lindo. Con un movimiento fui a su frente y le plante un besillo. Era tan lindo como un gato recién nacido o una cría de ave. Tierno e inestable puro y dócil. 
Después me baje cómodamente de la cama con el menor movimiento que podía hacer para no despertarlo hoy se llevaría una sorpresa. Yo le iba a preparar el desayuno. Baje rápidamente a la cocina y en brincos llegue a la estufa, después puse a hacer algunos huevos a la sartén y prepare un café para levantar las energías del día. Comí rápido como si estuviera robando la comida de alguna tienda, lo que no pensé fue que el Nefelim tuviera tan buen oído. El ya estaba bajando las escaleras buscándome. Cuando llego a la cocina me descubrió con las manos en la masa. 
—Hola buenos días. 
—Hola.—Respondí y me asuste como si estuviera haciendo una maldad—. Despertaste muy rápido. 
—Si… pensé que ya era hora de levantarse de la cama.
—Pero hoy te iba a sorprender. —Le mostré el sartén—. Hoy te prepare el desayuno. 
—No debías hacerlo me tocaba   a mí.
—Relájate una vez que haga el desayuno por eso no pasa nada. 
El miro el sartén como si estuviera buscando un desperfecto ahí me di cuenta que era el significado de la palabra escrutar. Después de escrutar minuciosamente la comida se sentó en la mesa y afirmo con la cabeza. Yo rápidamente busque un plato y le serví. 
—Tú no vas a comer. 
—Ya lo hice. 
—¿Segura?
—Sí. 
El empezó a comer y yo fui a la sala para ver qué cosa esperaba este viernes. Me detuve en la puerta de la cocina. Me di cuenta que solo faltaba una semana para la huida debía convencer a Mar para que nos fuéramos de la confederación. Estaba claro que las demás cosas que debía hacer corrían como el agua de un rio sin dilaciones. Pero ella era el único obstáculo en mi calendario de escape. No sabía a ciencia cierta si Darius esperaría más para irse de mi casa, y ya se estaba sintiendo como un estorbo aunque yo nunca se lo demostrara.  Debía moverme usar mis últimas cartas sobre la mesa. Lo primero era  llamarla para que viniera a la casa y conociera al demonio ósea a Darius. Iba a evitar contarle lo que él me había contado a mí solo con el propósito de ahorrar tiempo. Después iríamos  a la fiesta. Y cuando ganara más confianza con él, nos iríamos a la ciudad de la libertad. Aunque no sé si a Mar le gustara la idea de caminar un año entero. 
Llame a la casa de Mar y nadie contesto, deje un mensaje en el buzón para que viniera después de clase. Ahora debía decírselo a Darius que se preparara para cuando llegara Mar. Ósea Darius ya la conocía pero Mar no sabía que el adorable gato —como decía ella— que estaba jugando con sus pechos era un demonio-ángel que se llamaba Darius que encima era el prisionero que había escapado unas cuantas semanas antes. Su imaginación iba a volar seguramente. Fui directo a la cocina para decirle a Darius que se pusiera la mejor ropa que tuviera para cuando ella llegara. Entre a la cocina y él estaba lavando los platos. Yo lo detuve en el acto. 
—Darius, ve y cámbiate Mar vendrá pronto. 
—¿Qué? Yo no estoy preparado además si nos delata. 
—No pasara créeme es mar. 
—Pero yo soy un prisionero buscado ella va a entrar en pánico. 
—No lo va a hacer créeme. Ve y vístete. 
—¿Cómo me vas a presentar? —Parecía interesado en eso. 
—Como un Nefelim que cambia formas y además que está buscando la fuente de la vida y encima nos va a llevar a la salida de la confederación. —Frunció el ceño. 
—Creo que exageras chica.
—Entonces dime tu como quieres que te presente. 
—Solo di que soy un Nefelim y que soy el prisionero que escapo hace días. Pero de Vanesa y de la fuente de la vida, por favor no cuentes nada. 
—Okey trato, pero debemos apurarnos antes de que llegue ella. Seguro después de clase va a venir. Ve y vístete. Yo iré a comprar algunas cosas. 
Enseguida el Nefelim se metió al sótano buscando el traje que le había comprado ese traje que de seguro lo hacía ver como un mafioso. Yo Salí de casa para comprar algunas frutas iba a ser una especie de tizana. Baje hasta la zona residencial con mi Magicleta que por fin pude volver a usar después que Darius controlo el poder que salía de mis manos en conjunto con las nuevas partes que le agrego a la Magicleta para repararla.  Llegue a la tienda de frutas donde me recibió una anciana muy gentil y compre duraznos, manzanas, plátanos, uvas y sandia. 
Además de una refresco de cola y soda, como una precaución por si Mar se desmayaba cuando viera a el Nefelim. Tenía su complicidad estaba claro que no era una mal chico y que además nos iba a llevar, ahora sentir aquellas emociones como las que ahora sentía eran difíciles de contener, era como estar guardando un secreto enfrente de un interrogatorio de la guardia. Era emocionante saber algo que los demás no sabían. 
Después volví a la casa esperaba que las cosas estuvieran preparadas para cuando ella llegara.me recordaba al cumpleaños sorpresa que prepararon para ella cuando era niña se había llevado una gran sorpresa, pero ahora la sorpresa no era más que aquella locura de una adolescente de salir de la confederación. Hoy era el día si sabría si mar era mi amiga o se quedaba atrás como otras de las que cambie en el pasado. Subí hasta la casa rápidamente y allí estaba el esperándome. Darius esperaba en la sala con las cortinas cerradas. No estaba transformado en un gato cosa que me impacto mucho. 
—¡Volví! —Dije mientras cerraba la puerta de la entrada principal—. ¿Nadie te vio?
—No cerré las cortinas,  ahora dime ¿tienes todo lo que necesitas?
—Sí. Ahora vamos a preparar la tizana. 
Luego de eso, el Nefelim me ayudo a cargar las bolsas y desplazarlas a la cocina donde yo picaría las frutas, él se ofreció varias veces, pero lo mande al infierno. Prácticamente la ropa me había costado una fortuna como para que el viniera y la llenara toda de manchas. Pique en trocitos cada fruta. No quedo ninguna unos minutos después, los mezcle con refresco y le añadí un poco de azúcar y después lo metí a la nevera para que se enfriara. El me miraba con las intenciones de querer ayudar pero ni loco iba a dejar que aquella ropa se manchara. Ahora sabía lo que mi madre le costaba cuando era niña proteger mis vestidos de las manchas de comidas. 
—Ocúpate de la sala acomódala. —Mis órdenes para el Nefelim eran deseos consumados. Salí como un disparo de fusil disparado a la sala a acomodarla. 
En verdad estaba pensado con la cabeza fría si Mar se alterara y después nos delatara con los guardias estaríamos en grandes problemas. Las cosas de la vida eran muy delicadas más cuando la vida en la confederación de magos era más difícil de lo común. Me mire en un espejo en unos de las carreras que estaba dando de aquí para allá para preparar la tizana. Me vi reflejada en el vidrio, estaba completamente desarreglada, como si no tuviera nada más que hacer, que no fuera limpiar. En cierto punto me recordaba a mi madre, cuando no tenía tiempo para arreglarse. Así que subía  darme un baño. Mire de reojo a la sala y vi que Darius estaba bien entretenido acomodando los sillones y cojines. Me quite la grande camisa en mitad de camino y solté mi cabello de la coleta.  Entre al baño y abrí el agua. Estaba fría pero me venía bien para el cuerpo, ya estaba sudada y con algo de calor. Entonces cogí jabón y me frote por todo el cuerpo removiendo la grasa de mi cuerpo. Al finalizar volví al cuarto solo para verme en el espejo. Ya estaba mejor, era como si me hubiera quitado mil años de encima. 
Me maquille rápidamente, lo básico tampoco tanto cogí unos de mis vestidos para salir que era escotado y corto y baje otra vez a la sala. 
—¿Está todo listo?—Pregunte mientras bajaba la escalera.
—Si —Afirmo Darius. 
—Bueno voy a la cocina a buscar unas cosas. 
Entre en la cocina para buscar un cuchillo era lo último que quería hacer pero si mar no estaba dispuesta a acompañarme debía amenazarla para que guardara silencio y que nuestro plan no peligrara. Tomo el cuchillo más pequeño que había en la cocina. Me subí el vestido hasta mi vientre y me escondí aquel pequeño destructor entre las piernas. No era la primera vez que lo hacía, cuando iba a la escuela siempre llevaba un cuchillo entre mis medias y la falda, para estar más segura entre los hombres y los guardias.  
Volví a la sala y le di todos los tópicos necesarios para que Darius se presentara con Ella. No debía hacer ninguna locura ni transformarse en animal cosa que la iba a poner como loca. Y ningún movimiento acercándose a ella con confianza eso explotaría si miedo. Después que se presentara se iba a sentar en un mueble que estaría en mitad de la sala donde no podría acercarse a ella y para que Mar no tuviese miedo. Darius hablaría poco y ganaría su confianza por pasos. Por ultimo nos indicaría por donde estaba la salida y contando alguno que otro recuerdo de su vida, más tarde ella se iría pero no sin antes convencerla de llevármela a la ciudad de la libertad. 
Después de las instrucciones que escucho fielmente Darius estaba sentado en la sala esperando a que ella llegara con uno de sus pies de arriba abajo. Mientras yo me estresaba pensando que no iba a venir. Pasaron como media hora más, pensábamos que ya no vendría pero el timbre de la casa sonó. Darius y yo estábamos claros que ahora comenzaría el verdadero reto. El me miro sin decir no una palabra más con la cabeza afirmo, tome esa señal como una referencia de que estaba completamente listo. Sabiendo cómo era Mar seguro me iba a arrepentir de esto pero debía esforzarme por salir de esta. 
Me puse enfrente de la puerta y después suspire antes de agarrar el picaporte y abrir. Mentalice la victoria y las buenas vibras y abrí la puerta. 
—Lenya Demonios tardaste mucho. 
—Perdona Mar… —Lo que paso fue increíble casi se me sale el corazón al verlo a él. Josu estaba tomando de las manos a Mar y esperaban entrar. Sentí como la mirada de ese hombre me recorrió todo el cuerpo. 
—Debemos prepararnos para la fiesta de mañana. Ahora te tengo que contar algo, Josu va a ir a la fiesta. 
—¿Qué? —Casi grite. 
—Si como lo escuchas, pero déjanos pasar. —No habíamos entrado a la casa estábamos aun en la puerta. 
Yo le dije que pasara pero que no entraran  a la sala, primero se quedó confundida pero después me hizo caso y se quedó hablando con Josu en el pasillo antes de la sala.. Esperando a que yo le avisara cuando podía entrar. Yo con los pelos de punta y el corazón que casi se me salía por la boca le fui a ver a Darius. 
—Darius esto es malo transfórmate en gato. Rápido. 
—¿Porque? —Se levantó del sillón con ansias desesperad de saber lo que pasaba.
—La tonta de mi amiga ha traído a Josu, si te ve va a llamar a los guardias. Transfórmate de una vez. 
El miro un par de veces antes de transformarse pero al final lo hizo se convirtió en un gato y después de eso salió en carrera hacia la cocina. Mar debió haberlo visto. Yo Salí poco después y los recibí con modalidad como se debía hacer. Los invite a que pasaran a la sala y que tomaran asiento. 
—Vaya que sorpresa —Dije con ironía—. No sabía que ibas a traer a Josu aquí. 
—Pues tampoco lo sabía, solo se lo dije y me acompaño hasta aquí ¿verdad cariño? —Josu afirmo con la cabeza. 
Cariño seguro que se habían vuelto pareja después que ella estaba con su síndrome de bipolaridad. Ahora estaba convencida de que intentarla recapacitar era una opción el caso estaba perdido Mar no se iría de la confederación y menos ahora que tenía novio. Lo peor del caso es que la tizana la había hecho para ella, y para Darius no para el gordo de Josu. Enserio que le había visto ella a ese gordo. No tenía nada bueno, era bajito usaba lentes y encima tenía una barriga más grande que el mismo cuerpo del individuo. Claro el clasificaba para Mage con solo su apariencia. 
Estaba enfadada tanto que quería ponerme a partir los platos de la cocina pero no lo hacía porque ellos no tenían la culpa de que mi amiga fuera tan insegura en sí mismo y una chica fácil. Tuve que ocultar mis múltiples quejidos de rabia y enojo, estaba que los apuñalaba con el cuchillo que llevaba debajo de mi vestido. Hasta imagine como hacerlo, pero debía calmarme. 
—Oye Lenya Mar me estaba diciendo que eres fanática de Luciano Carpinsor. —Encima ella le contaba cosas de mí a ese regordete feo. 
—Si —Creo que supere el límite de lo pedantee hipócrita—. Pero espero que no te haya contado muchas cosas de mí. 
— No para nada. Solo lo básico. —A Josu le entro un ataque de tos. Y tosió hasta el punto de soltar un gargajo que parecía ser flema y escupirlo en una de mis cortinas. Yo me sorprendí tanto que quería matarlo. Ahora si iba a usar el cuchillo. Mar intento disculparse y se levantó a poner sus manos en aquella cosa que había expulsado el gordito feo. 
—Siento mucho esto Lenya es que Mi Josu sufre de asma. 
—No para nada, no estoy molesta. —No era la verdad no estaba molesta, estaba a punto de reventar, solo faltaba que cayera un granito de arena y mataba al gordo y lo sepultaba abajo del sótano, le diría a Darius que hiciera un hueco y después lo cubriera. 
Salí de la sala estaba a punto de reventar, ahora iba a la cocina.  Buscaba la tizana, entre una risa maliciosa no estaba del todo perdido. Saque la tizana de la nevera y después la vertí en tres vasos. Pero al vaso del querido Josu le deje un regalito que iba a disfrutar mucho con el sabor de la tizana. Un escupitajo. O tal vez dos. Bueno no sé cuántos exactamente pero lo mezcle para que no se viera nada. Y además le eche a ese vaso algo de agua que estaba estancada en la lava plato. 
Miraba para atrás para que Mar no fuera a descubrir lo que le estaba haciendo a la bebida de su novio. Busque el veneno para ratas pero no lo pude precisar. Como no lo encontré y ya había tardado un tiempo considerable en la cocina volví a la sala con una sonrisa reconfortarle en la cara. 
—Volví chicos traje la tizana. —Lo que vieron mis ojos era inédito. Mar y ese gordo feo se estaban besando apasionadamente en mi sillón.  Al escucharme dejaron lo que estaban haciendo, el gordo se secó los labios con su manga y Mar se ruborizo un poco. Yo ignore aquel detalle. Y puse la tizana en la mesa—. Coman chicos. 
Mar agarro la suya y el gordo Josu también tomo la de él, ahora estaba riéndome por dentro a toda garganta.  Aunque después mi felicidad pasaría al ver que Josu se devoro la tizana como si fuera la mejor carne que había probado haciendo ruidos extraños en la boca, y con dos o tres sorbos no quedaba tizana alguna en el vaso.  Y encima me felicito
—Oye Lenya la tizana estaba muy buena. Te felicito, cuál es tu ingrediente secreto, deberías venderlas se te comprarían muy bien. 
Yo en vez de sonreír aparte mi cara a la esquina de la sala la única parte donde no había gente. 
—Josu hiciste incomodar a Lenya. —Dijo Mar.
—Oh lo siento de verdad no era mi intensión.
Ni siquiera vi cómo se estaba disculpando no me interesaba estaba claro que él era un cerdo, alguien que se había tomado saliva de una persona que acababa de conocer y agua de lava platos, no podía estar bien físicamente.  Mi desprecio hacia el crecía mas cada momento que le conocía de apoco. 
—¿Bueno y díganme cuanto llevan? —Pregunte con ganas de pegarle una puñalada.
—Cuatro días. 
—Que bien y ¿ya han salido?
—Solo de la casa a la escuela. —Contesto el—. Y la primera salida oficial que vamos a hacer es ir a la fiesta. En Portville
—sí. —Intercedió Mar. 
Aun no podía comprender que una chica tan bella como Mar estuviera atraída por Mr. Grasa alias Josu. Ósea que le vio. Tal vez por esto existía la cura, tal vez no era tan mala idea que el gobierno intercediera con los problemas amorosos. O era que la estupidez de Mar había llegado a otro extremo.



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En el texto hay: criaturas sobrenaturales, romance, magia

Editado: 05.06.2020

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