Fueron sus últimas palabras antes de elevarse al cielo levitando y enseguida perderse entre las nubes. Darius me abrazo con ganas de consolarme pero Héctor no lo dejo y tomo mi mano. Ambos querían consolarme. Cuando me calme más y deje de llorar entramos a la casa. Me senté en un sillón y decidí contarle las cosas que madre me dijo que contara pero lo primero era.
—¡Darius! —El miro inmediatamente—. ¡Héctor! —También miro—. Vamos a llegar a la ciudad de la libertad. Es la única forma de salvar la confederación.
—No me importaría ayudar Lenya sabes que cuentas con mi ayuda. —Dijo Darius.
—¡Yo también!—Héctor repico.
—Sé que hay una rivalidad entre ustedes pero agradecería que la guardaran por el siguiente año que vamos a estar juntos. — A Héctor pareció disgustarle lo que dije—. Tenemos que salvar a toda la confederación por igual.
—¿Que te dijo tu Mamá?—Héctor se encogió de hombros al hacer la pregunta.
—Que somos la última esperanza de la confederación.
—¿Y qué paso con Mar?—Pregunto Darius rascándose la barbilla.
—Mamá se ocupara de eso.
—¿Lenya hay muchos peligro fuera de la confederación sabes?
—Si Darius, pero debemos llegar a la ciudad de la libertad. Aunque suene repulsivo de mi parte. Debemos buscarlo.
—¿A quién buscaremos?
No sabía si decirlo pero después de que mi mama me había contando aquella historia de mago Merlín. Y de la condesa que estaba dispuesta a ayudar a la confederación para que dejara la dictadura, estaba emocionada. Los chicos eran prepotentes para pensar y más con aquellas relaciones que tenían. El pasado de cada uno estaba entrelazado, Darius era el asesino de dos grandes razas milenarias y empujo a su destrucción. Y el lobo era el último descendiente del clan de los lobos justamente aquellos que había exterminado Darius las relaciones no eran de diplomacia, aquí la única relación que tenían ambos era las ganas de clavarse un cuchillo en el corazón y matar a su rival más yo me encargaría de que eso no pasara. Todos debíamos ir a buscar al chico que de verdad iba a sacar a la confederación de magos de la miseria y maldad. Buscaríamos al Nieto de Merlín.
—Buscaremos a la rebelión. —No sonaba convincente. Pero tampoco debía revelarlo todo. Al final paso como unos minutos pensando. Hasta que Darius hablo.
—Si tiene sentido, el cuartel general está en la ciudad de la paz.
—Vez ya se dijo, vayamos a la ciudad de la libertad, y ambos me tenéis que ayudar. —Les señale en modo intimidador con el dedo índice.
—¿Lenya estas segura de lo que vas a hacer? —Héctor no sonaba convencido.
—Sí.
Un suspiro del chico de cabello claro y un sí, de Darius me bastaba para ir a la ciudad de la libertad. Ahora empezaba la verdadera aventura, lástima que Mar no estaba a mi lado. Aunque le envié una carta con mama para que quedara más tranquila me eche hacia atrás del sillón y descanse mis hombros, al fin podíamos descansar. Pero se me genero una duda.
—¿Cuándo partimos? —Pregunte porque yo era experta en ignorancia.
—Mañana mismo. Lo más temprano posible. —Dijo Darius en un tono muy serio.
La mueca de felicidad se borró de mi cara. Y aunque no era el mejor momento para tener sensaciones satisfactorias, siendo criminales buscados por el imperio de Tirano y sabiendo que los fiscales iban a estar constantemente detrás de nosotros, aun seguía contemplando aquella magnifica vista de las praderas occidentales, con su hermosa puesta de sol rojiza y Darius trayéndome un café hasta mi sillón. Cosa que disfrutaba mucho Mientras que Héctor leía un libro. Todo tranquilo y en paz como debía ser. Un calor de felicidad incorpóreo que se plasmaba en mi mente como un hermoso y cómplice recuerdo.
Quien diría que la Paz duraría tan poco.
Continuara…