Maiko

MINARAI

.-No puedo evitar llorar por las noches, Fuyuka, siempre tan sonriente y dedicada ahora parece una cáscara vacía, no puede moverse sin ayuda y Oka-San le ha informado que su educación no continuará. Nomi al enterarse hizo campaña fuera de la estera de su ama y en una profunda reverencia le suplico que la deje como parte de la servidumbre; yo extraño a mi amiga, pensé que seriamos tres niñas alcanzando un futuro pero ahora me obligan a dejarla atrás.  Lo que más me desconcierta es su cara de terror al caer la noche, mira a las esquinas buscando un fantasma o una presencia que no existe, ella jura que algo la precipito a su caída, pero el doctor menciona que el cerebro se plantea cosas que no pasaron para llenar los huecos vacíos de información, después de todo apenas éramos unas crías.

Esta noche por primera vez seremos verdaderas aprendizas, durante un mes exacto nos prepararán para nuestro debut como Maiko, esto me carcome la mente, si tan solo fuera más, no logro identificar que pero solo quiero ser mas y no puedo, es como ver el destello de algo tan anhelado y perseguirlo por la nieve mientras se hace humo. Siempre he sido así, un ente solitario y triste que pasa la vida contemplando el panorama sin atreverse a participar. Era muy pequeña cuando me obligaron a abandonar mi hogar y tal vez eso impulsó ese loco trauma de la soledad, mientras las niñas pasaban por las calles con sus muñecas o juguetes compartidos en el kaburenjo yo solo me dedicaba a mirarles, “Leve Yuki” me llamaban las maestras, tan silenciosa como la nieve, que un tiempo esta y al otro se va, mis padres solían decir que no lloraba casi nunca, les preocupaba que tuviera problemas de audición o habla, eso ahora jugaba en mi contra, en este ruidoso mundo donde las sonrisas y la conversación son primordiales.

¿No es extraño? Parece que el destino hubiese escogido de forma deliberada el camino que representa para mí las mayores dificultades, una senda que me obligase a afrontar y superar mis limitaciones.

La ceremonia para convertirse en aprendiza de Geisha se llama Misidashi, es solo en este momento en que somos visibles al Hanamachi, nos presentan a las casas de té y nos familiarizamos con las demás debutantes y el sistema de ozashiki, que son las festividades y reuniones donde en un futuro acompañaremos y deleitaremos a caballeros y a veces hasta familias enteras. Ya no éramos sirvientas, nuestras tareas domesticas nos habían sido levantadas, nuestra prioridad era el trabajo de campo, es decir, el aprender de nuestras hermanas mayores, observándolas y asistiéndolas en el oficio, si el kimono de una Maiko es un espectáculo, el de la Minarai lo es muchísimo mas, increíblemente mas jovial y vistoso, con colores y bordados vibrantes lo mas conveniente es que una aprendiza trabaje con una Minarai-jaya que es una dueña de una casa de te que esta dispuesta a trabajar junto con la hermana mayor de la postulante para enseñarle más a fondo el trabajo de ser Geisha. 

 

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Midori estaba enfundada en un tradicional kimono de mangas largas, de hojas naranjas y amarillas, el Han-darari que es el obi de la aprendiza cuelga a la mitad de su altura, esto indica que es el momento exacto en que una joven inicia formalmente su preparación para un futuro debut. Yo usaba uno en el mismo estilo, en color azul con bordados plata, ese tono hacia que mi piel cobrara un tono alabastrino, debajo, en el ruedo truchas saltaban salpicando agua hacia un paisaje boscoso y entramado, Durante este periodo en cuestión de vestimenta, nuestro objetivo es aprender a movernos correctamente con el kimono, sujetarlo por los extremos y a mantener la espalda perfectamente recta todo el tiempo para que el obi siempre esté ceñido,  también aprendemos a inclinarnos  correctamente según se entra en un banquete, así como a tratar con los invitados y entretenerlos.

—Estas preciosa Yuki-chan- Nomi apareció detrás de mi con una cálida sonrisa. —estoy segura que muchos caballeros van a notarte esta noche.

No pude responderle, siempre que alguien soltaba un cumplido para mi este chocaba contra la rompiente de mis pensamientos, como una ola, no sabia que hacer, de pronto el kimono me pareció insostenible, el craneo comenzó a picarme justo donde los bellísimos adornos de carey se sujetaban en el elaborado peinado wareshinobu. Sonreí torpemente y con el corazón golpeando violento contra mis costillas libere aquello que mi cerebro sabia pero que mi boca como si estuviera cosida no se atrevía a entonar.

—Tengo miedo Nomi, no puedo hacerlo, yo… Yo no se como— Uno de los muchos talentos de esa hermosa y atenta mujer era su capacidad empatica, con un solo mirar podía deducir los demonios que luchaban contra ti, esa vez no me falló, tomo mi frágil ser de puberta y con sus largos y delgados brazos envolvió mi tiritante cuerpo, no me había dado cuenta de que bajo esas pesadas capas de la más fina seda yo estaba temblando de frío.

—No llores, arruinaras tu maquillaje y oka-san nos golpeara a ambas— deshizo suavemente el abrazo y ambas compartimos una confortable sonrisa.

—¿Crees que puedo hacerlo? ¿crees que tengo una oportunidad?—Necesitaba esa afirmación, la confirmación de que alguien creía en mi aunque yo no lo hiciera, si afuera alguien apostaba por mi, yo podría aferrarme a ello. 

La respuesta no llego de mi dulce nana, sino de una personalidad fuerte, impasible y dominante, la geisha Saiko se encontraba apostada contra la fusuma abierta, su precioso kimono plata con aves surcando un cielo tan azul que podría confundirse con la marea, el rostro ovalado y esos ojos castaños que refulgían inteligencia, el largo cabello sujeto en la base del cuello con una larga aguja de plata de la cual pequeñas campanas de viento tintineaban con cada paso hacia mi—Puedes hacer Yuki, la nieve es preciosa y limpia la tierra, hipnotiza al mundo con su llegada y es inolvidable cuando se va, puedes ser tu nombre Yuki, haz que tu presencia sea tam brillosa como la nieve. 




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