Maine Warlock: Y Los Vampiros De Febo

CAPÍTULO 13

Llevé la botella de agua a mi boca mientras garabateaba la respuesta a la última pregunta del cuestionario. Gracias a todo lo sagrado por haber prestado atención a la lección del profesor Hendricks. Las respuestas fluían de mí sin necesidad de leer el capítulo del libro. Y gracias a los dioses de los profesores ausentes por haber hecho que mi profesora de trigonometría se reportara enferma y pudiera usar esta hora libre para ponerme al día.

Estaba enfocada en leer las preguntas y garabatear las respuestas de la tarea, la que olvidé hacer ayer porque estaba muy ocupada descubriendo que hay todo un mundo de cosas sobrenaturales viviendo en la casa de al lado, cuando una voz me interrumpió. Una voz que no deseaba oír tan pronto.

—Sé tú secreto —dijo un Nathan muy sonriente mientras ocupaba el lugar frente a mí como si fuese apartado exclusivamente para él. Teníamos trigonometría juntos, aunque rara vez lo veía en clases. El cómo aprobaba las asignaturas con su tendencia a desaparecer estaba más allá de mí.

Entonces sus palabras se colaron en mi cabeza...Sé tú secreto.

El rostro sonriente de Ty eclipsó mis pensamientos, el intruso de mi casa, del cual Nic y yo aún no habíamos hablado a fondo, la sangre en mi sala, el sonido del chasquido.

Mi cuerpo se tensó en mi asiento, haciendo dolorosa la simple acción de estar sentada.

Lo miré fijamente, no creía que él hablaría, sobre todo sabiendo que yo sabía su secreto, el cual era mucho más increíble ya que íbamos al caso, pero aun así era una malditamente buena póliza de seguro.

Antes de que pudiera abrir mi boca y soltar mi temblorosa amenaza, él volvió a hablar.

—Te oí decirles a las chicas que no tienes redes sociales, imagina mi sorpresa cuando encontré este interesante canal de You Tube con una sonriente Maine gritando emocionada por libros.

Mi corazón se detuvo antes de volver a latir frenético, así que eso era lo que sabía.

Un momento...

—¿Me buscaste en redes? ¿Incluso en You Tube?

Rarito.

Él levantó las manos en un gesto que pretendía ser de inocencia, pero yo lo sabía mejor. Nada en torno a los hermanos Keller podía ser inocente.

—Todo el mundo usa redes sociales, el hecho de que lo negaras sólo me llenó de curiosidad. Por cierto, te ves linda cuando te vuelves toda nerd emocionada por los libros, creo que podría regalarte algunos sólo para escuchar ese chillido.

Abrí la boca indignada, yo ciertamente no tenía un chillido; su sonrisa peligrosa se amplió, totalmente me tenía.

Comencé a farfullar una respuesta para nada decente, cuando alguien se dejó caer en el lugar vacío a mi lado.

—¿Una reunión y no me invitaron? Ahora estoy dolido, creo que los eliminaré a ambos de mi fiesta del té de esta tarde.

Genial, realmente apenas toleraba la compañía de un Keller a esta hora de la mañana, ¿dos? Alguien allá arriba estaba muy enojado conmigo. Miré a Nic, su cabello corto rizándose en su frente, como si hubiera salido de la ducha recientemente y el viento hubiera jugado con él hasta secarlo.

Mis dedos temblaron.

Definitivamente necesitaba distancia de esos dos por un tiempo. Lo observé transmitiendo un mensaje muy claro. Lárgate, y ya que estás en eso llévate a tu hermano contigo, ¿quieres?

Él sólo se limitó a sostenerme la mirada y comenzar a devorar un sándwich que no había notado que había traído con él. Dónde iba toda la comida que digerían esos dos era uno de los secretos de estado, contemplé su fino suéter azul aferrándose a músculos más allá de labrados. Sí, definitivamente naciones enteras matarían por ese secreto.

Le lancé una mirada suave, esperaba que el sándwich le cayera mal.

¿Los vampiros podían siquiera enfermar? Ugh, tantas preguntas.

—Uh, oh. Estás del lado equivocado de la mirada, hermano. ¿Qué mierda le hiciste a nuestra pobre Maine?

La voz de Nathan llegó a mis oídos, pero no pude despegar los ojos de las oscuras profundidades de Nic. Maldita sea, estaba haciendo esa mierda de veo en las profundidades de tu alma otra vez. Mi mandíbula tembló un poco.

—Sólo le dije unas cositas tiernas ayer, pero a ella no pareció gustarle, ¿verdad, Maine?

Exhalé con frustración, dándome cuenta que ellos no moverían sus culos de mi espacio anti-vampiros, y me puse de pie mientras metía mi tarea en mi mochila.

—Tengo que irme, chicos. Los veo luego.

Antes de que pudieran detenerme ya me encontraba atravesando las puertas dobles de la cafetería. Los pasillos pintados con los colores del instituto, azul y plateado, estaban desérticos mientras alcanzaba mi casillero, casi estaba allí cuando sentí a alguien alcanzarme.

—Maine —sabía que era absurdo esperar que me dejara huir en paz, nadie dejaba a Nic Keller con la palabra en la boca.

—Yo...

—Aquí no, ven —me interrumpió mientras tomaba mi mano y me arrastraba hacia un aula vacía.




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