Maine Warlock: Y Los Vampiros De Febo

CAPÍTULO 15

Dreamwalker.

Por alguna razón la palabra desconocida envió un escalofrío por mi columna, mi instinto activándose como una alarma calibrada detectando el peligro.

No sé qué esperaba que Nic dijera después de eso, pero ciertamente no esperaba la explicación que siguió a su declaración.

—Un caminante de sueños es alguien capaz de jugar con tu mente, pueden meterse en sueños, y hacerte ver lo que ellos quieren que veas. Pueden controlarte, cegarte, cualquier cosa que tu mente les permita, y son muy buenos en escabullirse bajo tus escudos y persuadirte.

El terror helado creció, recordando mi sueño y la presencia oculta; mi cuerpo sin responderme, la certeza de que sin importar cuánto luchara las serpientes a mi alrededor no me liberarían.

—Son conocidos como mercenarios, tienen un precio por trabajar sucio y no les importa ensuciarse las manos.

Entendí sus palabras.

—¿Piensas que alguien está detrás de mí? ¿Alguien le pagó para que me…matara?

Nic no responde, no necesita hacerlo. La mirada que me da es suficiente respuesta.

Me estremezco.

—¿Por qué lo haría? ¿Y quién querría hacerme algo así? No tiene sentido.

No responde por unos segundos, casi puedo observar su cerebro trabajando detrás de esos ojos de ónix.

—Eso me gustaría saber —admite, como si la idea de no comprender todo el panorama lo mantuviera en vilo, quisquilloso y alerta —me gustaría saber quién eres realmente, Maine.

No respondí.

No sabía qué responder a eso.

 

 

 

The Creek era todo lo que mis amigas me habían dicho, y más.

Observé divertida, un vaso de vodka y algún jugo natural ricamente especiado que Mab había traído de casa en mi mano; como algunos integrantes del equipo de baloncesto tonteaban peligrosamente cerca de la hoguera, el fuego brillando detrás de sus figuras, varios ya se hallaban a medio camino de la desnudez. Las chicas me habían obligado a participar de su apuesta por ver quién saltaría al arroyo en primer lugar, sonreí más grande al ver a Jamie Lupin, mi apuesta, terminar de quitarse cualquier prenda superior; sus vaqueros bailando peligrosamente bajo en sus marcadas caderas. Mor me sonrió diabólicamente, ambas habíamos apostado por él.

Cassie rio divertida de algo que un compañero de Historia, creo que se llamaba Garret o Genry, le susurraba al oído, su cuerpo envuelto en un peligrosamente corto vestido floreado apoyado en una de las paredes de la cabaña. La cabaña en sí, era la cosa menos impresionante del lugar. Sólo una pequeña estructura de troncos de madera oscura, una única habitación donde habían instalado los parlantes y tres hieleras llenas de bebidas, además de una mesa raída de pin pong donde varios se batían a duelos de bebidas; y un pequeño baño en el costado que me juré resistir por mi vida. La verdadera atracción, según Mab, era el arroyo. El cual aún no había visto, y no vería hasta que algún ebrio idiota anunciara que sería el sacrificio de la noche; era una especie de tradición.

—Es por las brujas, —explicó Mab más temprano mientras me sometía a sus manos mágicas y dejaba que pasara un delineador khol por mis ojos, cuando estuvo conforme añadió sombra dorada y asintió satisfecha. Aprecié el resultado en el espejo, amando la imagen exótica que me devolvía la mirada —se dice que sus sacrificios no estaban ligados a la sangre o al fuego como las películas nos hacen ver, sino al agua. El agua es la fuente de la vida, por lo que sus sacrificios de agradecimiento a la vida están protagonizados por ésta.

Pensé en la imagen de una bruja frente al fuego, sacrificando a algún animal; luego intenté reemplazarla por alguien intentando sumergir el animal en el agua, fallé.

—Me debes un baile, ratoncita.

El susurro calentó mi cuello, me giré y la sonrisa cómplice de Nathan brilló más incandescente que la misma hoguera.

—¿Un baile?

Mor y Mab se unieron al siguiente juego de bebidas, Cassie había desaparecido en las sombras con Garret o Genry; observé a Nathan preguntándome por Nic y odiándome instantáneamente por hacerlo. Su sonrisa creció como si adivinara mis pensamientos, pero me retara a pronunciarlos en voz alta, le di una mirada suave, rio por lo bajo.

—Si mal no recuerdo, bailarías a mi alrededor durante toda la noche, en la última hoguera; aunque nunca lo hiciste.

La hoguera.

Donde mi mente había estado confundida, después de la cual alguien intentó matarme.

Me estremecí.

—Creí que habías dicho que serías participe —dije intentando fuertemente ignorar la sensación nerviosa que trajeron sus palabras —que no te quedarías sólo parado y mirarías.

Una mirada peligrosa conquistó sus ojos oscuros, ojos tan parecidos a los de Nic, y a la vez tan imposiblemente diferentes.

—Baila conmigo entonces, Maine —había desafío en su voz, y algo más. Algo carente de humanidad, algo que prometía pecado, y si no tenías cuidado, la muerte.




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