Maison d´ May

Capítulo 11

A treinta minutos del lugar se encontraba el jardín botánico de la ciudad. Los espíritus del lugar podían ser fáciles de identificar, eran espíritus más pacíficos, con vestidos elegantes, y niños pequeños pequeños corriendo de aquí a allá. Justo como si leyera su mente, Devi le contó una historia sobre la remodelación de la ciudad y las bombas del 16. Historias de espías, conspiraciones, refugiados, traidores, desertores y exiliados. La ciudad tuvo su crecimiento durante la primera mitad del siglo veinte especialmente en los periodos de guerras cuando todos huían del desastre Pero a pesar de lo alejado y la neutralidad que estaban en varias ocasiones fueron atacados por ambos bandos. De acuerdo a las leyendas urbanas del lugar, del tipo paranormal sobre fantasmas, aliens y criaturas mitológicas, lo único que era un hecho era que aviones y barco perdidos en zona de guerra terminaban por el lugar.

La ciudad creció a partir de migraciones, las generaciones de la posguerra se instalaron al lado sur de la ciudad. Los boomers viajaban constantemente por trabajo mezclando culturas en sus matrimonios dando paso a las generaciones que habrían nacido en el lugar. No existían los barrios segmentados por raza por orden de algún alcalde de la ciudad, así que en la ciudad no hubo exactamente esa clase de conflictos, aunque claro, los hubo entre los resentidos de las guerras, pero no hubo oportunidad de crear pandillas o llevar los problemas más allá de meras confrontaciones entre vecinos. May llegó como extranjera a una tierra llena de extranjeros, por ello a nadie le sorprendía una aria que hablaba perfecto el español.

-Me parece, que estas muy distraída - le tendió la mano Devi- pareces alguien que piensa muchas cosas.

-Lo siento mucho

-No te disculpes. Me agrada. ¿Por que te interesa tanto la familia de Eissen?

-No es eso, de verdad...

-Espera -la interrumpió- Deja replanteo mi pregunta. ¿Por qué te interesa tanto su tío?

-¿Tanto se notó?

-Descuida, solo yo lo noté. Lo noté por la forma en que miraste aquella foto. Y por la forma en que lo miraste a él. Debió ser alguien importante para causarte tal impresión.

-Creo que no puedo ocultarte nada ¿Cierto?

Devi alzó los hombros.

-Tengo un fuerte presentimiento sobre ello. Debes pensar que estoy loca, pero tengo la sensación de que debo saberlo -terminó de decir May

-Te creo. Puede que suene loco, pero no por ello tiene menos sentido.

Mayrin sonrió. Era la primera chica en quien presentía, podía confiar. Continuó escuchando sus historias fantásticas, las leyendas y rumores de su ciudad, de sus aventuras de secundaria y sobre cómo terminó comiéndose un plato de pulpo vivo frente a toda la escuela. La chica estaba loca, era divertida, asombrosa, pero sobre todo, sentía una conexión entre ellas que no tuvo con nadie. Los dioses le habían dado por fín lo que tantas veces pidió de pequeña.

Antes que casi cualquier cosa May llamó a su madre para pedir permiso de salir de noche. Los gritos de su hermana podían escucharse desde el otro lado de la línea, conocía a su madre, le daría el permiso incluso si se trataba de desconocidos haciendo una fiesta en una bodega abandonada, cualquier cosa para que fuese un poco más como Dina. Su hermana tenía una cita esa noche por lo que no tendría que llevarla, serían ellas dos, el amigo de Devi y Sara, a quien invitaron bajo la premisa "entre más mejor". Dos conocidas en un evento social le haría sentir mejor.

A las siete Eissen bajó al patio trasero donde su nana Babette, una anciana de 86 años descansaba en la mecedora. Antes de pasar con ella le mostró un retrato individual de su tío. Era innegable el parecido, ese era su chico. Babette miró un largo rato tratando de recordar.

-Si, tu tío era uno de ellos. -dijo con cierto resentimiento- Todo por esa niña de los Schittenhelm ¿Eres una Schittenhelm?

-Soy König, señora. -Hablo como si se disculpara- El bisabuelo Dietrich me había contado que fue un amigo de la familia. Mi familia durante la guerra estuvo allí porque no podían escapar, los amigos de la familia entonces también eran oficiales que no estaban de acuerdo con el Tercer Reich.

-Puede que el tío tampoco ¿Sabe algo sobre eso, nana?

-Principalmente lo que mis hermanos y mis padres me contaron, yo era muy chica todavía.Así que no recuerdo mucho de él. 

La anciana se acomodó en la vieja mecedora antes de comenzar su relato para los niños.

-Dejó la familia para fugarse con la hija de los vecinos de una tía que vivía Meißenheim, un pueblo del otro lado de la frontera. Nuestra familia viene de Estrasburgo un pueblo en la frontera con Alemania; así que solían ir con ella los fines de semana. Visitando frecuentemente a la familia de su esposo en Rottweil durante el verano, los mayores pasaban sus vacaciones con la tía Oppenheim mientras mamá nos educaba a los más pequeños. La familia dejó de ir cuando un año antes de que naciera, y como era de los más pequeños no me tocó, pero Étienne siguió visitando a los tíos incluso en contra de papá. Se fue de fuga en varias ocasiones y la tercera se llevó todo cuanto pudo para no volver. Por allá en el 37 o 38 ayudó a nuestros tíos a salir de Alemania llegando a casa; cuando ellos llegaron dijeron que mi hermano había decidido quedarse en Rottweil y un par de años más tarde, cuando los hombres del Reich ocuparon Francia, lo volvimos a ver con ese infernal uniforme, se cambió el apellido y solo usó su primer nombre. Se cambió el apellido con papeles falsos para hacerse pasar por un hijo de la tía Oppenheim, se deshizo de su primer nombre y nos dió la noticia de que se había casado con la niña Schittenhelm y que ahora tenía una hermosa familia con ella.




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