Maison d´ May

Capítulo 21.

Los ojos frente a ella se desviaron del vestido hacia el reflejo de la ventana. Los ojos de su ángel se escaparon al hacer contacto con los suyos, avergonzado y sonrojado, no podía lucir más infantil a pesar de ser ya un hombre. No pudo evitar sonreír. Era su única oportunidad, solo ese día y no otro. Un día que debía ser recordado en la historia. No asistirían parientes ni amigos, tampoco habría celebración. No por el momento. Pero sería oficial para las personas que debían considerarlos pareja si querían permanecer juntos, si querían que fuese reconocido como un legítimo hijo del Reich.

Una rubia de aspecto intimidante aún en su uniforme entró por la puerta con una sonrisa maternal casi perversa. Su rostro, tan hermoso como duro y severo su corazón,  le estremeció con violencia, años después la compararía con Frau Mandel. Perversa, sádica, irrefrenablemente cruel , de gélido corazón, como ninguna otra, la madre de todos los males. De todas esas perras y brujas que guardaban los campos, a quienes instruyó les vertió maldad y oscuridad en lo más profundo del corazón, a todas y cada una les plantó la semilla del mal par que sus raíces no pudieran ser arrancadas, para seguirse esparciendo por la tierra; Lady Mandel  podía ser la maestra y aun así no le llegaría jamás a los talones a esta mujer. En ese momento, pensó con tristeza y miedo en todos aquellos adiestramientos en Ravensbrück bajo su cuidado, mucho antes de que frau Maria llegara...

"Luces como un verdadero ángel". Posó sus manos sobre sus hombros. Ella lucía como un verdadero ángel de la muerte, con unos ojos benevolentes y boca de serpiente, cuyo mortal veneno eran las palabras que susurraba. Los monstruos de la Gestapo eran como demonios en la tierra, pero peor que todos ellos juntos era Frau Kasyade. La diferencia yacía en que ella no tenía mala fama ¿Y como tenerla? Era una mujer impecable. Nadie le temía ni había rumores que mancharan su inmaculada reputación; era la verdadera madre del Reich, un orgullo y un ejemplo para todas las mujeres. 

No como ellos, cuya figura desde lejos provocaba temor, que convertían a cualquiera en meros animales y que se murmuraban cosas horribles de ellos; no compartía de esas sombras y ese horror por que ella proyectaba luz porque era encantadora y mentirosa, sus manos estaban impecables por que otros se manchaban de sangre en su nombre. A los primeros prisioneros que llegaron los trató amablemente; era educada y cordial con todo el mundo sin distinción entre oficiales o prisioneros, pero susurraba maldades a los oídos de todos para tentarlos y llenando sus corazones de avaricia, de ira y odio, conduciéndolos por los caminos de envidia y la soberbia; de la misma manera en que lo hizo en su tiempo con herr Müller, herr Heydrich e incluso el mismo herr Himmler, su favorito.

Tan pronto la vio la tomó bajo sus alas, enseñándole a ser una dama distinguida y una mujer independiente, a ganarse el respeto entre los oficiales, a nunca bajar la mirada a otros, a hacerse un lugar por encima de los demás con la elegancia y delicadeza de una fina señorita. Le enseñó a ser manipuladora, mentirosa, cruel, amable, educada y encantadora, justo como ella. Llegó a conocerla bastante bien, se había sincerado solo con ella mostrando su verdadero rostro, le ofreció todo a manos llenas. Supo desde el instante que fue acogida, que sí era obediente y leal a ella, podría tener oportunidades, tanto como pagaría si se atrevía a negarse o contradecirla. Fue por esa mujer que pudo tener trabajo y una excelente paga a pesar de ser una niña en primer lugar, fue por ella que pudieron estar juntos, protegidos del inevitable desastre que se avecinaba. Fue gracias a ella que ahora se dirigían al altar donde sus almas se unirían por la eternidad.

"Tengo algo especial que mostrarte después" dijo de camino a la iglesia. Tenía mucho que agradecerle, le abrió las puertas del mundo y la posibilidad de encontrar un hogar en medio de aquella creciente desgracia. Le arregló la corona de flores sobre su velo una vez más ante aquellas puertas. "Tienes mi bendición, recuerda que bajo mis alas lo tendrás todo". Las puertas de su futuro se abrieron mostrando su oscuro interior...

Abrió los ojos bañada en sudor fío y lagrimas, temblorosa y con el corazón palpitando con frenesí, se sentía como si hubiese bajado de una montaña rusa. Recordaba un sueño con tal nivel de detalles que, de haber tenido el talento de la pintura, hubiera hecho un cuadro. Podía sentir aún el suave encaje de su vestido, el peso ligero de la corona florida, el velo acariciando su rostro y la fuerza de la mano que la tomaba. May tuvo que enjuagarse dos veces para convencerse de que no era real, que estaba a salvo y esa mujer no podía tocarla.

 Étienne la llamó para despertarla después de recuperarse, recorriendo cada beta del iris dorado que rodeaban sus pupilas dilatadas bajo el brillo acuoso de sus lágrimas frescas. Sin palabras que pudiesen ser pronunciadas por sus temblorosos labios, Étienne solo la consoló en silencio pensando en que quizás estaba conmocionada por la noche anterior, repitiendo las mismas palabras que noche a noche le repitió, llevándola contra su pecho para guardarla entre sus brazos, cubriéndole de besos y bellos cantos poéticos que May adoraba escuchar de su boca.

-Kann denn liebe sünde sein? -preguntó May- Können sie eine tragödie verursachen, wenn sie sich verlieben?

-Nur unsere, meine Süße sonne. Du bist der Tag und ich bin die Nacht -respondió con profunda tristeza-  Wir sind die sonnenfinsternis, der welt den Tod ankündigen.

______________________________________________________________________________________

Con la vieja rutina de regreso estaría lejos de su madre y su hermana y, si ésta aceptaba el trabajo, estaría fuera hasta tarde. May respiró la tranquilidad de su ausencia mezclada con el olor a huevos fritos, salchichas y pan horneado con compota. Cocinar para tres era un placer, su bisabuelo desde la mesa silbaba mientras cantaba con su nieta las canciones de Ilse Werner y su abuela repasaba la receta del hüttenbrot mientras se mecía, el amor podía comerse en un pan y los sueños tenían sabor a Wassermelonensaft. Una notificación la distrajo de su disfrute matutino, Eissen e Itatí se encargarían de ayudarla con las compras del material para el invernadero, las recogerían a las 9:30




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.