Make You Feel My Love - Hacerte Sentir Mi Amor

3

AHMED ÜLKER

En camino a mi departamento me reprendo mentalmente pues hasta que no salí de la residencia no recordé que mi Sultana no se siente bien cuando hay hombres a su alrededor. En la casa de mi padre casi todo el personal está conformado por hombres y ahora mismo solo mi madre y parte del personal son las únicas mujeres en toda la mansión.

Le pido al chofer varias veces en el camino que se detenga, tentándome a regresar por ella. Al final desisto pues recuerdo que mi abuelo ya se ha ganado su confianza e incluso ella ha corrido a su lado apenas llegamos a la casa. Además, si hubiera algún problema por más mínimo que sea estaré al tanto, pues dejé a Asil vigilándola y este debe informarme todo.

No me demoro mucho en llegar al edificio de mi departamento. Antes de subir al edificio leo todo lo que mi secretaria me mandó sobre lo que Elif anda diciendo en los medios y otra información que me hace doler la cabeza pues se lo que se avecina. La verdad casi nada de lo que dice Elif es mentira, excepto por unas cosas sobre mi esposa que desmentiré lo más pronto posible pues no quisiera que la gente la tache de caza fortunas cuando ni siquiera sabía quién era yo y el poder que tengo.

Abro la puerta de mi departamento y de inmediato el olor a lasaña golpea en mi nariz. Es una de mis comidas favoritas y eso Mariam lo sabe.

Dejo mis cosas en la sala y voy directo a la cocina pues puedo escuchar a Mariam cantando a todo pulmón. No la interrumpo y espero que acabe la canción. Cuando termina, gira y se queda por un momento quieta.

—Me asustaste —pone una mano en su pecho— ¿Me estabas viendo desde hace mucho tiempo?

—No, llegué hace un momento y no quise interrumpir tu concierto.

—Que considerado —se acerca y me da un breve abrazo pues sabe que no me gustan—, pero admite que canto hermoso.

—Bueno..., no puedo mentir, cantas horrible. —la molesto y me da un pequeño golpe en el hombro.

Es mentira, canta bien de hecho, pero no tan bien como mi Sultana.

—Siéntate, comeremos primero. —señala la pequeña isleta de la cocina.

Me siento y espero pacientemente mi plato. Me pasa la comida y se sienta a lado mío con la suya. Se ve exquisita la lasaña por lo que empiezo a devorarla. Mientras como, noto su mirada en mí, me sonríe cuando termino de comerlo todo.

—¿Quieres más? —asiento pues en verdad me gustó.

Me sirve otra porción y empiezo a comerla más despacio.

Terminamos al mismo tiempo y entiendo que debemos empezar con la conversación pendiente que tenemos. Voy directo a la sala cuando termino de recoger los platos y ella me sigue. Nos sentamos y como es costumbre, cuando termino de acomodarme ella recuesta su cabeza en mis piernas y espera que empiece a pasar mis dedos entre su cabello.

Solía hacerlo para calmarla cuando lloraba de pequeña y desde ahí empezamos a hacerlo en todo momento. Es prácticamente un hábito hacer esto cuando queremos hablar de temas importantes.

—Ahora sí, empieza Ahmed, quiero entenderlo todo.

—Espero me escuches hasta el final y no salgas huyendo como esta tarde.

—No lo haré, comienza.

Mientras mis dedos pasan por su cabello empiezo a relatar desde donde ella conoce la historia. No le cuento ciertos detalles que me parecen innecesarios, pero si trato de aclarar y desmentir todo lo que Elif contó a los medios. Omito por completo lo que Emir hizo y todo lo relacionado a ese tema pues incluso ahora la rabia por no haberlo matado empieza a resurgir.

No toco el tema del regreso de Anastasia a mi vida, pues mi padre me pidió no decir nada de su regreso. De hecho, mandó a eliminar todo rastro de su llegada al aeropuerto, desde fotos hasta noticias donde hablaban de ella. Me dijo que no haría nada oficial ante la prensa hasta que Anastasia tome una decisión sobre si desea quedarse o irse de nuestro lado.

Nunca me interrumpe, solo me escucha.

—...Y eso es todo lo que tienes que saber.

No dice nada y por un momento pienso que hasta se ha quedado dormida, pero cuando veo sus ojos abiertos descarto la idea.

Después de varios minutos, al fin responde.

—¿La amas entonces? —es lo primero que dice.

Me quedo meditando su pregunta por un momento y no tardo en obtener una respuesta.

—No te lo puedo decir Mariam.

—¿Por qué? Somos mejores amigos, deberías de contarme. —se levanta enojada de manera brusca.

—Porque ella debe ser la primera en escucharme decir esas palabras, no tú.

Cuando termino de hablar se levanta y va en dirección a mi habitación. La sigo y me detengo en la puerta. Veo como saca una maleta del armario y empieza a abrir unos cajones de donde saca su ropa.

No recuerdo haber permitido que ponga su ropa entre la mía. No me gusta que toquen mis cosas y me molesta que lo haya hecho.

—¿Por qué tenías tu ropa ahí? —trato de sonar calmado.

—¿Qué te importa? —dice molesta sin prestarme mucha atención.

Odio cuando empieza a comportarse como una niña pequeña, sabe cuánto me molesta y lo hace.

—Me importa porque tocaste mis cosas, yo no te di permiso para que lo hagas —sigue ignorándome—. Tienes tu propia habitación y cuatro habitaciones más que pudiste usar en mi ausencia, pero decidiste justamente entrar a la mía y tocar mis cosas, sabes que no me gus...

—Si, si, ya sé que no te gusta —termina de cerrar la maleta y regresa a verme—. Pero no te preocupes, no volveré a molestarte con mi presencia Ahmed, ya me voy.

Toma la maleta y empieza a venir en mi dirección.

—¿A dónde? ¿Por qué? —corto su paso.

Se que volver a casa de sus padres no es una buena opción en este momento pues no tiene una buena relación con ellos. Tampoco tiene un apartamento porque nunca le ha gustado vivir sola.

Desde que retomamos nuestra amistad después de lo de Anastasia siempre ha vivido en mi apartamento mientras no está de viaje por el mundo. Por eso se me hace extraño que haya entrado en mi habitación a moverlo todo en mi ausencia, pues ella tiene un cuarto propio.




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