Make You Feel My Love - Hacerte Sentir Mi Amor

6

Elizabeth Ülker

Nadie habló durante todo el camino, solo nos sumimos en un silencio absoluto mientras el auto avanzaba. Se sentía la tensión desde que salimos de la casa. Yo iba en el auto en medio de Ahmed y el abuelo. El padre de Ahmed decidió ir en otro junto a Anastasia.

Después de mucho tiempo, el auto al fin se detiene frente a un gran hotel —el abuelo dijo que se llamaba así—.

—Llegamos. —dice el abuelo feliz.

—Me encanta tu entusiasmo abuelo, de seguro tienes tantas ganas de ver a tu amigo. —dice sarcástico Ahmed.

—Y a su nieto también —responde de la misma forma el abuelo—, recuerda que ese muchacho siempre ha sido un gran ejemplo para todos, incluso para mí.

—Si si, como sea. Vamos.

Ahmed baja primero y me tiende su mano para poder salir del auto, pero no la tomo. No la necesito. Esperamos que el abuelo salga del auto, mientras tanto, los padres de Ahmed llegan a nuestro lado.

—¿Sigues enojada? —dice casi en un susurro mientras seguimos al abuelo que ya ha empezado a entrar al hotel.

—No. —miento.

—Si, si lo estas..., yo ¿Qué tengo que hacer para...?

El grito de un hombre a lo lejos hace que todos centremos nuestra atención en él. Se acerca casi corriendo a nosotros —se parece al abuelo—. Tras él viene un hombre, que podría asegurar que tiene la misma edad de Ahmed.

El abuelo y el hombre que gritó empiezan a hablar en turco. Y entre abrazos y palabras que no entiendo, empiezan a reír. Se extrañaban, se nota.

Después de un tiempo el abuelo regresa a vernos y acerca al hombre a nosotros. El hombre empieza a saludar a cada uno —que es lo único que entiendo en turco—. Y cuando llega a mí, se detiene un momento, hasta que el abuelo le dice algo en turco.

—Tú debes ser Elizabeth —dice el señor en inglés perfecto mientras estira su mano hacia mí—. Mi nombre es Osman.

—Anda querida, dale la mano, es un gran amigo mío. —interviene el abuelo contento al ver que demoro en responder.

Hago lo que el abuelo me pide y extiendo mi mano hacia el hombre, el cual en un movimiento rápido la toma y deja un casto beso en el dorso. Por instinto retiro mi mano de inmediato y me acerco más a Ahmed el cual no demora en pasar su mano por mi cintura y a atraerme más a él.

—Lo siento. —digo apenada pues todos se me han quedado viendo por mi arrebato.

—Ya te dije abuelo, ahora hay chicas a las que no les gustan esos gestos. —interviene el hombre que se encuentra tras el abuelo y su amigo.

—Oh —suena apenado—, una disculpa señorita...

—Señora Ülker —lo corta Ahmed al instante—. Es mi esposa.

—Perdón, pensé que eran solo rumores como los de Anastasia Amery.

—No, no son rumores, ella es mi esposa. —dice tajante y nota que está enojado. No me gusta que sea tan descortés y menos con alguien mayor.

El ambiente se torna algo incómodo y gracias a Dios el padre de Ahmed habla.

—Bueno, entonces ¿Seguimos?

Todos asienten y empezamos a seguir al abuelo y a su amigo los cuales vuelven a su estado alegre mientras hablan y ríen en el camino. Tras ellos, van el padre de Ahmed y Anastasia los cuales no han dejado de lanzarse miradas coquetas desde que llegamos. Yo lo he notado, no son nada discretos.

Nosotros, como es de suponerse, vamos tras ellos, junto al hombre que aún no conozco su nombre.

—Por cierto —dice el hombre captando mi atención mientras seguimos caminando—. Mi nombre es Emre, soy el nieto de Osman. Perdón que no me haya presentado antes, pero...

—Si si, a nadie le interesa —lo interrumpe Ahmed mientras se cambia de lugar conmigo para caminar en medio de los dos.

«¿Qué le pasa?»

Me molesta que trate así a las personas. No le había dicho nada sobre su trato al abuelo y a su padre, solo porque ellos me dijeron que ya estaban acostumbrados. Pero esto no está bien, no puede ser así de grosero.

—A mí me interesa —digo y ambos se detienen.

Por raro que parezca, el hombre no me provocó miedo, como otros suelen hacerlo al principio. De hecho, desde que intervino por la acción de su abuelo me produjo algo de confianza.

Ambos se me han quedado viendo, como si hubiera dicho alguna barbaridad.

«¿Dije algo malo?»

—En ese caso —Emre se acerca un poco más—. Es un placer conocerte Elizabeth. —estira su mano mientras me sonríe.

No es una sonrisa sarcástica, ni nada que se le parezca. Es una sonrisa que transmite mucha paz.

Levanto mi mano para estrechar la de él, pero a medio camino es tomada por Ahmed, el cual, sin decir nada me empieza a llevar con él por unos pasillos.

Ni siquiera sé si estamos yendo por el camino correcto pues no logró visualizar a los demás. Entre tantas vueltas, Ahmed abre una puerta y nos hace entrar antes de cerrarla con fuerza.

No llego a formular pregunta alguna cuando ya siento los brazos de Ahmed atrayéndome hacia él. Me abraza con tanta fuerza que ni siquiera puedo hacer el intento de alejarme de él.

No quiero que me abrace, no después de todo lo que hizo en la mañana y que no se haya dado cuenta de lo que en realidad me molesta, pues se lo dije, pero él la sigue defendiendo.

—Suéltame, por favor. —digo lo más calmada posible, aunque no lo esté.

—No..., no hasta que me digas la razón de tu enfado. Ya lo aclaramos todo en el vestidor y aun así sigues enojada, no lo entiendo.

Después de unos minutos me empiezo a sentir sofocada. El aire no llega a mis pulmones y necesito que me suelte porque en mi mente las escenas de Emir se empiezan a mezclar con la realidad.

—Suel-su-suéltame, Ahmed... por-por favor... —mi voz se quiebra al final y siento como mis lágrimas empiezan a salir.

Me suelta al instante y siento como mis piernas me fallan haciéndome caer sentada. El aire me sigue faltando y me asusta pues se supone que ya debería poder respirar.




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