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ELIZABETH AYDIN

Cada palabra que soltaba dolía cada vez más. Aquel plan malévolo en el que por ingenua caí, fue el inicio de mi infierno en la tierra. La única conclusión a la que llegaba con cada relato, es que Emir fue el responsable de todo mi sufrimiento, incluso hasta ahora cuando tengo pesadillas de aquel día.

A pesar de todo, no puedo dejar de sentir lástima del hombre que está frente a mi. Sobre todo cuando me cuenta que en algún punto de su plan, se echó para atrás y trató de hacer las cosas bien. Me duele verlo llorar mientras me cuenta como había planeado llevar una vida conmigo, incluso sobre cómo compró una casa adecuada para los niños que nunca tendré de él.

Ahmed no dice nada pues su mirada transmite lo mismo que siento, lástima. Se que para él es difícil escuchar como Baadir dice palabras de amor para mí, pero con un simple apretón en su mano que mantengo todo el tiempo entrelazada a la mía, basta y sobra para recordarle que soy su esposa incluso si el "título" no sea válido en este país y nadie podrá arrebatarle mi corazón de sus manos.

— ...Cuando..., cuando pasó aquello esa tarde... —se levantó y comenzó a caminar de un lado al otro nervioso.

—¿Qué cosa? —se detuvo.

—Cuando ese maldito te hizo eso —lo entendí de inmediato y un escalofrío recorrió por mi cuerpo—. Me enteré en el hospital porque lo habían llevado por los golpes que Ahmed le dio.

—Debí matarlo yo. —dijo Ahmed y parecía molesto consigo.

—Te quedaste con tu esposa, hiciste lo correcto —respondió Baadir.

—Yo pensé que tú habías acabado con ese..., ese tipo. —le dije a Ahmed pero lo negó con la cabeza.

La única persona que se me vino a la mente cuando me enteré de la muerte de ese tipo fue Ahmed. Él tenía motivos más que suficientes y justificados ante la ley de Vakirust para matarlo sin recibir algún castigo.

—¿Entonces quién fue el que...?

Lo miro. Noto en su mirada que tiene miedo.

—Yo abejita —no sabía como reaccionar—, yo hice el trabajo final para que ese tipo no vuelva siquiera a respirar el mismo aire que respiras tú. Lo hice por tí.

Un sentimiento de culpa y rabia se instala en mi pecho con su confesión. Culpa porque Baadir ensució sus manos por mi culpa, y rabia, porque no debería sentirme mal porque ese tipo ahora esté muerto, porque lo merece.

Aun así los recuerdos de aquel día llegan a mi de un solo golpe y la angustia empieza a apoderarse de mi cuerpo, dejo respirar bien cuando la voz de Emir se siente tan real que podría jurar que está junto a mi.

"Fuí, soy y siempre seré el primer hombre en tu vida" "Lo que hice fue porque te amaba Elizabeth"

—¿Elizabeth? —la voz de Ahmed se escuchaba lejana aun cuando él estaba a mi lado— ¡Elizabeth? ¿Qué pasa?

Mi vista empezó a nublarse y lo último que logré ver antes de que todo se volviera negro, fue a Baadir abriendo la puerta de la habitación mientras gritaba algo que ya no pude escuchar.

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Mis ojos se sentían pesados. No recordaba porque me había dormido mientras hablaba con Baadir.

Mientras trataba de abrir los ojos, comencé a distinguir las voces de mi alrededor.

—... Lo siento, lo siento, lo siento tanto Ahmed —era la voz de Baadir—. Yo nunca quise que ella lo supiera y se pusiera tan mal, pero cuando me lo pidió, yo...

—Ya cállate Baadir —Ahmed sonaba cansado—, no te estoy culpando de nada, solo quiero que ella despierte. Además, lo que hiciste la salvó de...

Por fin pude abrir los ojos y la luz cegadora hizo que me quejara al instante.

—¡¿Despertó?! —Baadir se puso a mi derecha de inmediato.

—¿Cómo te sientes cariño? —Ahmed lucía más cansado que hace unos minutos.

—Algo cansada, pero ¿qué pasó? ¿por qué me dejaste dormir tanto?

Se regresaron a ver algo preocupados. Y mientras lo hacían me fijé en sus atuendos que eran diferentes a los que llevaban hace unos minutos.

—¿Por qué se cambiaron de ropa? ¿Tuvieron tiempo de descansar? —me alegraba que Ahmed por lo menos se haya dado tiempo para él, pues desde que estoy en el hospital no ha querido separarse de mi.

—Llama a los doctores, por favor. —pidió Ahmed a Baadir quien de inmediato lo hizo.

Antes de poder preguntar otra cosa, una fila de doctores entró a la habitación. A Baadir lo dejaron afuera mientras me revisaban y preguntaban cosas tan básicas como "¿Qué día es hoy?". Cuando terminaron, se quedó con nosotros solo una doctora.

—Señora Ülker, usted ha pasado inconsciente 72 horas —no podía creer lo que escuchaba—. Tuvo una amenaza de aborto debido a que aun se encontraba delicada y recibió algún tipo de noticia que la alteró —la doctora miró a Ahmed y Baadir reprendiéndolos con la mirada.

—Lo siento tanto —Baadir estaba afligido, y no podía culparlo por haber cumplido una petición que yo mismo pedí.

—¿Mis bebés ya están bien? —era lo único que me preocupaba.

—Están estables, los tres, así que no debe preocuparse por el momento —me explica brevemente lo que pasó y cuando parece recordar algo, revisa los papeles en su mano—. Por cierto, señor Baadir, ya que usted es un donante de sangre O-, necesito que firme esto para futuras ocasiones donde lo necesitemos. Recuerde que su tipo de sangre es muy extraña y así como hoy ayudó a la señora Ülker podría ayudar a más personas.

—Claro. —respondió y firmó los papeles.

Creí haber escuchado mal, por lo que apenas se fue la doctora, miré a Baadir quien seguía preocupado y pregunté:

—¿Me ayudaste? —asintió y miró a Ahmed como si buscara su aprobación— ¿Cómo?

—Perdiste mucha sangre Sultana —respondió Ahmed tomándome la mano—, en verdad casi perdemos a nuestros bebés. Tuviste una hemorragia severa por lo que necesitaste un donador de sangre O-. Gracias a Baadir, pudimos salvarte.

Ahora lo tenía completamente claro. Lo había perdonado desde que empezó a contarme todo y ahora con lo que hizo por mí, sabía que no me había equivocado. Se que es un hombre bueno el cual solo ha estado expuesto a los malos tratos de su padre que lo orillaron a cometer actos malvados y a pesar de que me hizo tanto daño, al final se arrepintió y eso para mi es más que suficiente.