NARRADOR OMNISCIENTE
24 semanas de gestación
Elizabeth jamás se había sentido tan preocupada como lo hacía ahora. Llevaba 24 semanas de embarazo y los bebés no se movían. La ginecóloga les había dicho que era muy extraño pues generalmente los bebés suelen empezar con movimientos desde la semana 18, pero ella jamás sintió nada. Hasta ahora.
Era la madrugada cuando Elizabeth se había levantado al baño como todos los días pues cada vez era más difícil contenerse para ella. Antes de regresar a la cama, fue directo a la ventana desde donde se veía la luna con claridad. Tal vez fue la luna o la nostalgia lo que la motivó a cantar una canción de cuna que su "madre" solía cantarle a su hermana mientras ella se hacía la dormida.
Jamás supo en que idioma la cantaba, pero lo que sí sabía es que era una canción que ayudaba a su hermana a conciliar el sueño y a ella también. Por eso se la aprendió, a pesar de que ni siquiera sabía lo que significaba.
Ой лю-люлі-люлі,
Налетіли гулі,
Налетіли гулі,
Та й сіли на люлі.
Стали думать і гадать,
Чим дитятко годувать:
Чи бублечком, чи медком,
Чи солодким молочком.
Y mientras volvía a la cama, sintió algo dentro de ella, como unas mariposas revoloteando. Tuvo que quedarse casi estática para ver si no se lo estaba imaginando.
—¡Ahmed! ¡Ahmed! —gritó, pues las mariposas que sintió hace un momento, se convirtieron en fuertes golpes y ella no sabía si eso era normal, pues eran muy fuertes, tanto, que sentía que se quedaba sin aire a ratos.
Ahmed quien solía tener el sueño liviano, se levantó de inmediato y al verla parada a lado de la cama, se preocupó, pues se dio cuenta que no se movía para nada.
—¿Estás bien? ¿Qué tienes?
—No-no lo sé ... —su rostro reflejó el dolor que estaba sintiendo—, los bebés, algo pasa...
—¿Qué-qué pasa? ¿Qué sientes? —tomó su celular de inmediato y le envió un mensaje rápido a Asil para que llame al médico. No esperó más y la ayudó a regresar a la cama con cuidado.
Poco a poco Elizabeth se fue tranquilizando, pues los golpes dejaron de sentirse desde que ella se mostró preocupada. Cualquiera pensaría que los bebés no querían preocuparla y por eso dejaron de moverse.
Unos minutos más tarde, la ginecóloga llegó a la casa y como siempre, empezó con las preguntas.
—Entonces ¿Qué sintió?
—Al principio como mariposas revoloteando en mi vientre, pero después fueron golpes más fuertes que me dejaron sin aire. Dígame doctora ¿eso es normal?
La doctora quien había mandado a hacer estudios de los bebés, se quedó más tranquila pues sabía que los bebés al fin estaban moviéndose como debían hacerlo. En un principio pensó que era alguna patología lo que los impedía moverse y por eso mandaron a hacer varios exámenes los cuales de igual forma debían ser revisados por si acaso.
—Son normales señora Ülker, lo que usted sintió fueron las primeras pataditas de sus bebés —Elizabeth y Ahmed regresaron a verse felices, pues al fin sintieron un alivio que no sabían que necesitaban—. Pero dígame ¿qué hizo antes de que se movieran? Es necesario saber, pues si estaba haciendo algún tipo de fuerza, puede que esos movimientos hayan sido contracciones y no movimientos de los bebés.
—No no, yo no hice ninguna fuerza, solo... —se quedó pensativa un momento—. Estaba cantando.
—Bueno, en ese caso, igual debo de hacer una revisión completa para quedarnos más seguros de que todo esté bien.
La doctora revisó a Elizabeth tan minuciosamente que prácticamente se le fueron 2 horas del día atendiéndola. Pero no se quejaba, al final, ella era feliz sabiendo que todo estaba bien con su paciente.
—Bueno señora. Los bebés están muy bien, creo que al fin quisieron ser sentidos —Elizabeth respiró hondo—. Debería de cantarles o hablarles más seguido para ver si su voz es la que los despierta.
—Gracias doctora, no sabe lo feliz que estoy.
Después de ciertos consejos y advertencias, la doctora se fue.
Desde ese día, Elizabeth se la pasaba cantando, pues como había dicho la doctora, cada vez que cantaba, parecía que se levantaban solo para escucharla y cuando dejaba de hacerlo o se sentía molesta por alguna razón, los bebés dejaban de moverse, como si no estuvieran ahí.
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36 semanas de gestación
El cumpleaños de Faruk Ülker al fin había llegado. Empresarios de todo el mundo llegaban desde semanas antes solo para estar listos para el gran evento. Algunos llegaron con la intención de hacer negocios y otros solo con la intención de seguir siendo parte de su círculo social el cual era muy especial, pues no cualquiera entraba.
Sin embargo, Faruk estaba a nada de cancelar todo, pues su nuera a la cual quería como una hija, no estaba del todo bien.
—Estaré bien, creo que son los nervios por toda la gente que conoceré hoy.
Se excusaba Elizabeth, pero él no le creyó ni una sola palabra. Desde la mañana la había escuchado quejándose de un dolor extraño, pero por más que intentó obligarla a ir al médico, ella se negaba aludiendo que ya se le pasará.
—No es necesario que te esfuerces por ir —la tomó de las manos—. No quiero que te sobreesfuerces solo por ir a la fiesta.
—Estaré bien, no se preocupe. Y ya, debemos irnos que Ahmed debe estar desesperado porque aun no llegamos.
No pudo hacer más que hacerle caso a su nuera e ir a la fiesta, la cual su hijo había preparado pues él era el anfitrión junto con su padre.
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Todo había transcurrido con tranquilidad. Desde las felicitaciones que había recibido por cada empresario que estaba en la fiesta, hasta el discurso del cumpleañero, el cual estaba terminando, cuando ocurrió lo menos esperado de la noche.