Maktub, estaba escrito...

6

–¿ Por qué tienes que irte?– la voz de Gulf temblaba y tenía el rostro empapado en lágrimas.

Su cabello largo y rebelde se asomaba por debajo de su pañuelo negro y blanco que le cubría la mitad de la cabeza.

– Volveré ... siempre vuelvo ...– le susurró Mew abrazándolo– y te escribiré cartas, como siempre lo hago. No te preocupes, tengo tu nueva dirección, me la sé de memoria.

Gulf lo miró fijamente. Le acomodó la kipá despacio y le acarició el rostro.

– Nunca voy a olvidarte ...

– Esto no es una despedida ...– lo retó Mew  acercando su rostro al de Gulf- Sabes que siempre vengo en las vacaciones ... Y además, recuerda que en unos años cuando esté por cumplir dieciocho, vendré a vivir aquí ... Podremos vernos todos los días ...

– Y ya no tendré que decirte adiós ...– Gulf sollozaba.

–¿Cómo es esa palabra que siempre dices ...?

 Por más que Mew  esforzara, memorizar palabras en árabe le costaba bastante, porque tenía que practicarlas en secreto. Podría llegar a tener un problema muy grande si alguien de su familia lo escuchaba hablar en árabe.

– Maktub ...– pronunció Gulf suavemente.

Mew se estremecía de un inexplicable placer cada vez que oía a  Gulf hablar en árabe.

– Maktub ...– repitió Mew– significa " estaba escrito ..."

– Así es ... estaba escrito que tú y yo nos conociéramos desde niños ... y que nuestras casas fueran vecinas en el barrio ... Estaba escrito que jugáramos a la pelota o que a los dos nos gustara venir aquí, a contemplar este magnífico Mediterráneo, juntos, cada amanecer, justo como ahora ...– la voz de Gulf se volvía extremadamente dulce con cada palabra aún cuando su inglés era precario.

Habían descubierto que el inglés era la mejor manera de comunicarse. Gulf solo conocía algunas palabras o frases en hebreo y Mew solo sabía saludar y dar las gracias en árabe.

El sol matinal bañaba a los dos jovencitos que se cobijaban cerca de un bote abandonado y miraban el horizonte lejano con ojos brillantes y soñadores.

- Entonces ,... si todo está ya escrito ...- dijo Mew con voz tímida- si te pido un beso ... es porque ya estaba escrito que te lo pediría ...

Gulf levantó la vista azorado. Su pecho se aceleró cuando el aliento de Mew golpeó sus labios. Sentía que no podría soportar todo un año completo sin verlo si no lo besaba allí mismo. Temblando de miedo pero también de ese inusitado placer que da lo prohibido, besó con desesperación aquellos labios; labios que amaba desde que era un niño.

Y con ese beso tímido, Mew y Gulf sintieron que ya no existían idiomas, ni religiones, ni muros, mi dioses que pudieran separarlos.

Cinco años más tarde, un Mew sentado en el mismo exacto lugar de aquel beso, se rozaba los labios con sus dedos temblorosos, preguntándose por qué Gulf no había cumplido su promesa después de aquel beso y se había olvidado de él.

Enojado consigo mismo por evocar aquel recuerdo tan doloroso, Mew quitó su vista del mar y se limpió las lágrimas. Y al mirar hacia un costado, se sintió hipnotizado. Alguien lo observaba desde una hilera de botes pequeños. Mew creyó al principio que se lo estaba imaginando. Volvió a secarse el rostro y volvió a mirar. 

No podía ser cierto, ¡pero lo era! Esos ojos negros y rasgados que lo escudriñaban, que ahora que se daba cuenta eran los mismos que había visto la mañana anterior bajo los olivos de su ventana, eran los de Gulf.

– Gulf ...– pronunció Mew sin poder creerlo.

Y sintiendo todo su cuerpo arrebatado comenzó a correr hacia él, viendo con desesperación cómo aquellos ojos desaparecían tras una montaña de basura. Pero aún, en medio de su desesperación, Mew sonrió.

Porque por alguna extraña razón,  sabía a dónde se dirigían aquellos ojos. Y sin pensarlo dos veces , temblando de emoción... siguió corriendo tras ellos.

 



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En el texto hay: guerra, mewgulffanfic, palestina

Editado: 30.10.2023

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