Esa semana a Mew le pareció irreal. Se sentía irreal que él estuviera haciendo precisamente eso : romper todas las reglas, mentir, escapar a hurtadillas por la ventana de su habitación cuando los demás dormían, vender a sus propios compañeros todos sus juguetes electrónicos por un puñado de dólares ...
Tenía preparadas excusas para cada ocasión por si alguien preguntaba. Pero Mew, con tristeza, descubrió que todos parecían vivir en sus propias burbujas, como si el infierno que ocurría día tras día del otro lado del muro no estuviera sucediendo, o como si ellos no fueran los culpables ...
Robar las credenciales creyó Mew era la parte más arriesgada y más difícil de su plan. Pero por alguna extraña ironía de la vida fue lo más sencillo. Había visitado a su primo mayor, con la excusa de devolverle a su primo uno de los libros que por " error" había guardado en su mochila luego de la clase de historia. Y como pasaba cerca de allí, le había explicado a su primo que prefería dejárselo a él, para que se lo devolviera a su hermano. Pero Mew solo estaba allí, en aquel edificio de migraciones donde trabajaba su tío, por curiosidad, para pensar en alguna forma de conseguir documento falsos; pero para cuando se despidía de su primo, en su mochila ya tenía lo que necesitaba. Y todo había sido gracias al providencial descuido de su primo que hablaba preocupado con sus asistentes, por el reciente atentado de Hamás- un misil que aparentemente procedía desde el Líbano y que había explotado en el aire mucho antes de rozar siquiera la campana de protección israelí.
Mew sonrió con ironía cuando de reojo vio un puñado de identificaciones a medio terminar sobre el escritorio. Cerciorándose de que la cámara de circuito cerrado que seguía los movimientos y el calor humano apuntaba ahora en otra dirección, tomó los papeles que ya tenían los sellos, las visas y las firmas, solo faltaban las fotos ...
– Maktub, estaba escrito ..., balbuceó tío cuando Mew terminaba de contarle todo– Pero ...¿ Por qué hay tres? Solo tú y Gulf se irán. Ya te lo he dicho, todos esos otros niños tienen familia.
New lo miró sin decir nada. Esperaba que cambiara de opinión. Tío lo traspasó con sus penetrantes ojos oscuros.
– No voy a irme de aquí. Ya conoces mis planes. Haré justicia por mis primos ... y por el resto de mi familia.
Mew no podía quitarse de la mente aquellas palabras, ni siquiera cuando de madrugada las recordaba como si se le hubiesen clavado en la piel a fuego. Y también tenía clavada a fuego la lista ... La lista que sabía existía de los próximos arrestados : alguien que solía jugar a la pelota con Gulf y tío, los había nombrado, seguramente muerto de miedo cuando fue interrogado. Y en el momento que los nombró, como simples compañeros de juego, los condenó ... Y que Gulf y tío encabezaran esa lista aceleró los planes. Y solo dos días después, Mew se sentó a la mesa a desayunar, sabiendo, con dolor pero con convicción de que hacía lo correcto, de que aquella sería la última vez ...
A su lado sentada estaba su hermana, quien ya lucía orgullosa su flamante traje de reservista, y frente a ellos sus padres que la miraban como si estuvieran frente a la heroína más grande del planeta.
Aquella situación solo le daba a Mew ganas de vomitar pero aún así no quitó ni por un segundo la vista de los tres.
Iba a ser la última vez que viera su familia ... si es que sus planes acababan saliendo bien. Si no, solo Allah lo sabe ..., pensó Mew recordando las palabras que tío siempre decía.
– Hijo, que disfrutes de la excursión ...– le dijo su madre, alcanzándole un vaso de leche– La Explanada del templo es maravillosa para la observación. Y recuerda que después por la tarde tu grupo y tú tienen el primer entrenamiento: tiro al blanco en la base militar. Imagino que todos tus compañeros estarán tan ansiosos como tú.
Mew tragó saliva y sólo logró asentir...
Y mientras el padre de Mew elevaba una oración en hebreo, para bendecir el comienzo del día, Mew elevaba en silencio su propia plegaria y cuando los otros dijeron amén él pensó : INSHALLAH , Ojalá Dios quiera ...