—Vives castigado, ¿no? —Elijah cruza las piernas sobre el colchón.
Me encojo de hombros. —Ya es normal, es lo que hago.
Elijah suspira. —Sí pero, ¿no te preocupa que un día se van a cansar de ti y te van a expulsar?
Lo volteo a ver con una sonrisa de lado, él rueda lo ojos porque lo entiende. No, no me preocupa. Me da igual, dejaron de importarme muchas cosas desde hace mucho tiempo.
Soy lo que soy, es lo que hay. Nadie debería esperar nada de mí porque no se los daré, no alcanzo expectativas, yo las destruyo.
—Lo que no entiendo es porque no le dijiste al Director que Susie no hizo nada, vamos, no eres tan malo —dice.
Bufo. —No es ser malo, es ser… inteligente. Susie Lu es fácil de molestar, me va a ayudar a distraerme en los castigos.
Elijah entorna los ojos, se mueve sobre la cama para quedar al borde. — ¿Es esa toda la razón?
Resoplo. — ¿Qué estás insinuando? Por favor, no dejes que tus ideas de telenovela te ocupen la mente. Estoy con Sydney, ¡Sydney! ¿La haz visto? Sé que lo has hecho, ¿Quién no?
Chasquea la lengua. —El cincuenta por ciento de mí lo ha hecho, respetuosamente.
Suelto una carcajada. —Y, ¿El otro cincuenta me ha visto a mí?
Rueda los ojos. —De todos los hombres que me podrían gustar, tú eres el último. Te he visto en tus peores momentos y sí, estoy hablando de esa vez cuando te pusiste la misma camiseta por tres días seguidos.
— ¡Eh, no olía mal y lo sabes! Era un momento de…
—Ser un perezoso —completa—. Pero dejando a tus malos hábitos y a tu novia a un lado, ¿Por qué realmente quieres a Susie contigo?
Arrugo la frente, giro con la silla del escritorio para encararlo. —Elijah, no quiero a Susie conmigo. Ella estaba ahí cuando yo iba a publicar eso, ella me amenazó porque le encanta arruinar la diversión y yo pensé que sería gracioso involucrarla. Estará bien, la chica jamás hace algo divertido.
Levanta una ceja. — ¿Y Sydney no está celosa que estarás con un chica todos los viernes?
Me encojo de hombros. —Lo estaría si fuera un chica, Susie no es mi tipo.
—Es una chica —recalca.
Suspiro. —Sí, es una chica… casi. No sé, ¿Quién se podría fijar en Susie Lu? ¿Te gusta a ti? Te la regalo.
Elijah me da una patada en la rodilla con su pie descalzo. —No es un objeto, no seas uno de esos idiotas.
—Ya soy uno de esos idiotas —dijo, pateando su pie a un lado—. Mejor dime, ¿Ya invitaste a Alex?
Hace una mueca. —Todavía no, no es el momento correcto.
— ¿Y cuándo será?
Se encoje de hombros.
En ese momento, la puerta se abre. Es mi hermana mayor, Bailey, sosteniendo una bandeja con unas galletas que tienen un color interesante. Interesante mal.
—Chicos, momento de prueba de sabor. Cereza, vainilla y canela.
Arrugo la nariz. — ¿Canela? Estoy fuera.
Bailey rueda los ojos y deja la bandeja sobre el escritorio. —No seas así. No te gusta nada, vamos, prueba Darren. Son mis conejillos de indias.
Elijah se levanta, toma una y la lleva a su boca sin dudarlo. La mastica un par de veces antes de hacer un gesto. —Están bien, solo un poco secas.
— ¿Del uno al diez?
—No le preguntes, está enamorado de ti, siempre será amable —digo, tomando una galleta y oliéndola antes de meterla a mi boca.
La saco de inmediato.
—Sin duda está enamorado de ti —digo.
Elijah resopla. —No están mal, solo que a ti no te gusta la canela.
—No, no me gusta pero la tolero —miro a mi hermana, quien tiene el cabello recogido pero que varios cabellos ya se le están escapando de la liga—. No creo que la canela y la cereza sean una buena combinación.
—Yo no creo que alguien dulce como Elijah y alguien amargo como tu sean buena combinación pero aquí están —responde.
Ruedo los ojos. — ¿Querías una opinión honesta o una mentira? Yo también puedo mentir —tomo otra galleta—. Oh sí, deliciosa, véndela y se irán como pan caliente. O bueno, galleta caliente.
Resopla. —Eres un tonto.
—Tú eres una mala receptora de críticas —contesto.
Se da la vuelta dejando la bandeja con dos galletas más y la que le di el mordisco. Elijah se levantó para tomar otra, empujando la que yo mordí a un lado.
—La amas, ¿no? —digo, sonriendo.
No me contesta, solo muerde la galleta.
Sé que lo hace. Mi amigo está enamorado de mi hermana desde hace mucho tiempo, tal vez desde antes que yo me diera cuenta, pero mi hermana es un año mayor y Elijah cree que jamás lo volteará a ver.
—Si te gusta mi hermana significa que en cierta forma, yo te gusto —bromeo.
Él me fulmina con la mirada. —A ver, Darren. Que me gusten algunos chicos no significa que obligadamente me gustes tú, te lo he dicho mil veces. Creo que quizás estás enamorado de mí.
Sonrío. —No eres mi tipo. Eres demasiado educado y bueno, yo necesitaría un chico como… yo. Si pudiera, saldría conmigo.
Rueda los ojos.
—Entonces, ya que Bailey está descartada por ahora, ¿Cuándo invitarás a Alex?
Hace una mueca. —No sé, ya te dije.
La puerta se vuelve a abrir, esta vez, de golpe. Es Megan, mi otra hermana, la mayor de los tres. La matriarca, básicamente.
— ¡Darren Alberto Marcen! —Se cruza de brazos— ¿Me puedes explicar porque me llamó la escuela?
Me levanto de la silla. — ¿Sabes qué? Lo haría con gusto pero creo que las galletas de Bailey me cayeron mal, quiero ir a sacarlas.
—Oh, no —me detiene con la mano en el hombro—. ¿Qué tengo que hacer o decirte para que dejes de arruinar tu vida?
Eso fue como un puñetazo en el pecho, cerca del corazón. —Nada —y sonrío, forzadamente, como lo he hecho siempre—. Es mi especialidad.
Entorna los ojos. —Mira Darren, no es agradable ver que sigues poniendo en un precipicio tu futuro.
Siento ahora, una soga en el cuello. Aprieta. Duele. Arde.
—No tengo un gran futuro, eso es seguro —sonrío de lado—. Ahora si me disculpas, iré a ver si el meteorito que pronosticaron para veinte años viene cerca, espero que sí.