DARREN
Por segunda vez en mi vida cargué a Susie Lu por culpa de un ratón.
La primera vez ocurrió hace como siete años. Ella y yo estábamos ayudando a mi padre a limpiar la cochera en donde tenía muchas cosas viejas acumuladas. Estábamos ocupados con un armario metálico cuando vimos algo moverse a un lado, seguido, una bola marrón se movió de una esquina a otra.
Nunca había escuchado a Susie gritar tanto como esa vez. Ella lo vio primero y gritó, se subió a una mesa y se rehusaba a bajarse. En ese momento nosotros no nos despreciábamos, en realidad era todo lo contrario.
Así que le sugerí eso. Yo la iba a cargar y ella, en esa ocasión, aceptó de inmediato con tal de salir de ahí. La llevé hasta la casa sin problema y luego con mi padre lo sacamos de la casa.
Y de nuevo, ayudé a alguien para sacar a un ratón con tal que Susie ya no vuelva a gritar de esa forma y me rompa los tímpanos. Con el señor Erick, el conserje, lo atrapamos rápido. Está bien, él lo atrapó.
A pesar que Susie estaba promoviendo su ejecución, le pidió que no lo matara, que solo lo dejara muy lejos de la escuela. El señor Erick le dijo que eso haría.
Así que ahora sí, hemos vuelto al salón de arte a terminar de ordenar. Esto es aburrido, el Director es un fastidio más en mi vida.
—Creo que deberíamos trapear el piso —Susie sugiere.
La miro con el ceño fruncido. —Deberíamos suena a plural y yo no vine a trapear, yo vine a fingir que hago algo mientras que tú ordenas.
Se cruza de brazos. — ¿Olvidas que por tu culpa estamos castigados? Quizás el director no me creyó pero tú sabes bien qué yo no hice nada y eres un mentiroso.
Me siento en uno de los escritorios donde dejé mi teléfono. —No soy un mentiroso.
Susie suspira y mira hacia las esquinas como buscando más ratones. —Sí lo eres.
Recuesto los codos sobre la superficie y miro hacia las ventanas. Ahora mismo podría estar con mis amigos o con Sydney, planeando qué haremos más tarde pero estoy aquí encerrado con alguien que me odia.
El silencio es desesperante. Susie se ha quedado recostada en una pared sin hacer nada, solo viendo hacia abajo y yo apenas me muevo. Hay tanto silencio que siento la necesidad de llenarlo.
— ¿Ya te rendiste? —pregunto.
Eleva una ceja. — ¿Rendirme?
— ¿Ya no me insultarás o culparas? —sonrío de lado.
Ella se quita las gafas para limpiarlas con el borde de su blusa. —Ya me cansé de ti, solo tengo energía para pelear durante unas horas.
Eso me hace sonreír de manera diferente. Bajo la mirada a mi teléfono y abro otra vez la aplicación de música, busco el álbum de una de mis bandas favoritas y reproduzco la canción que he tenido en mi mente últimamente.
Luego de unos segundos, Susie me mira con las cejas juntas mientras se acomoda las gafas. — ¿Y ese cambio de género?
Me encojo de hombros. —Soy un hombre multifacético.
Bufa. — ¿Hombre? No, no eres un hombre. Sigues en tu etapa de niño.
Ruedo los ojos. —Oye, estas con energía de nuevo, eso significa que deberíamos hacer algo aquí o estaremos castigados con Becky de nuevo.
Arruga la nariz. —Ahora no tengo ganas, muévete, yo superviso.
Muevo la cabeza al ritmo de la canción. —Mejor tú lo haces y yo te doy mi aprobación.
Baja la cabeza, el cabello le cae por el frente. —Mejor te empujo por la ventana.
Suelto una risa. —Eres una asesina.
—Lo seré, aun no lo soy —levanta el rostro—. Ya, Darren, hagamos esto. No quiero que nos castiguen más tiempo, cuando estoy contigo siento como si los pulmones se me cerraran.
Me levanto del escritorio y camino hacia ella, coloco mi mano a un lado de su cabeza sobre la pared, me inclino para estar a su altura. —Eso se llama estar enamorada.
Pero Susie es Susie, no se sonroja ni parpadea, solo me mira como si hubiera dicho lo más estúpido del mundo. —Eso se llama “quítate o te daré un golpe”
Le guiño y me aparto.
Tengo que admitir que Susie es un ser fastidioso solo por su mera existencia, es como si, su torpeza y sus titubeos me estresan pero sigue teniendo esa chispa que pocas personas la tienen. Quizás es porque me odia y eso la hace sacar algo de ella que desconoce.
—Vamos Susie Lu, ordenemos este lugar y así podremos estar lejos uno del otro.
—Mi plan perfecto —murmura antes de moverse a la estantería.
Por los siguientes minutos nos ocupamos de ordenar cada estante, limpiando y guardando todo. Tomamos los pinceles con pintura seca y los dejamos a un lado para lavaros después. Seguido, movimos los escritorios mientras que las canciones seguían de fondo.
Entiendo por qué se sorprendió, esta banda es de un género más suave y alternativo, como el tipo de canciones que escucharías en un viaje de carretera durante un día a final de primavera.
Algo que sin duda, no encaja conmigo.
Ya casi terminamos cuando la profesora Becky llego a vigilar y parecía satisfecha con lo que habíamos hecho hasta entonces. Ella nos dijo que solo fuéramos a lavar los pinceles, los dejáramos secando sobre unas toallas y luego nos podíamos ir.
Así que Susie y yo los juntamos y nos movimos hacia los baños.
Nos detenemos frente a los carteles de “chicas” y “chicos”
—Lávalos tú —digo.
Me da una mirada. — ¿Yo? Son muchos, tenemos que hacerlo juntos.
—Bien —tomo su brazo y lo tiro hacia un lado—. Entonces entraras al baño de chicos por segunda vez en tu vida.
Y esta vez, si obtengo una reacción.
Por supuesto que no iba a dejar pasar la oportunidad de burlarme de esa vez que entró al baño de chicos sin darse cuenta y cuando lo hizo, era tarde.
— ¡Darren! —reclama, ahora con mejillas más rosadas.
— ¿Qué? —sonrío—. Ven, no hay nadie a esta hora.
Se aparta de mi agarre. —Claro que si hay, si viene alguien y me encuentra…
—No pasará nada —digo—. De todas formas, ya estuviste una vez en el baño de chicos, ¿verdad?