Mal Día

12: DARREN

— ¿Qué haces aquí? ¿Acaso tu novia no se fue? —me reclama.

No voy a decirle lo que pasó con Sydney. No voy a decirle que cuando me ofrecí a llevarla a su casa ella me rechazó y se fue con sus amigas.

—Solo me quedé un rato más. ¿Qué hay de ti? ¿Tus amigas te dejaron?

Entorna los ojos, la luz del poste se refleja en sus gafas. —No me dejaron, tuvieron una emergencia. Es diferente.

Cruzo los brazos y me recuesto en el muro. —Gracias por arruinar el vestido de Sydney por cierto, arruinaste todo, como siempre.

Bufa. —Sigue creyendo eso, yo no lo hice. Sydney no me desagrada como tú y yo sí sé reconocer cuando cometo un error, a diferencia de otros.

Inclino el rostro. — ¿Hablas de mí? porque soy malo con las indirectas.

Rueda los ojos. —Eres malo en todo.

Presiono los labios pero no puedo evitarlo, suelto una carcajada. Susie es boba y todo eso pero también me entretiene que se defienda. — ¿Quieres que te lleve a tu casa?

Sus cejas se elevan. — ¿Qué?

Me encojo de hombros. —No es para tanto. Sé dónde vives y después de todo, mis hermanas conocen a tus padres. Si se enteran que te dejé aquí voy a tenerlas gritándome por una semana.

Bufa. —No necesito que intentes cuidarme.

Me separo del muro y paso los dedos por mi cabello. —Créeme Susie Lu, no estoy cuidándote. Estoy evitando que mis hermanas sean molestas y que me den discursos sobre como los verdaderos hombres cuidan a las chicas.

Justo en este momento, la puerta se abre y es Brody con el teléfono en la mano. Eleva las cejas cuando nos nota.

—Ah… ¿Todo bien, Susie? —le pregunta.

Resoplo. — ¿Por qué le preguntas a ella como si yo estuviera haciéndole algo?

Brody suspira. —Bueno, tal vez porque tú siempre eres un problema.

— ¿Yo? —Me toco el pecho—. Si en este momento estoy siendo todo un caballero, ofreciéndole un viaje a su casa.

Brody eleva una ceja y la mira. Susie Lu no se da cuenta la forma tan vergonzosa en como lo mira a él, casi le cambian de forma las pupilas a corazones.

— ¿Por qué se iría contigo? —arruga la nariz como si realmente fuera algo horrible.

Ruedo los ojos. —Porque solo es un favor, sino, ve con ella.

Susie lo mira con esperanza, los ojos abiertos y la sonrisa imposible de ocultar. Brody también la ve pero a diferencia de ella, él no parece emocionado.

—Eh, yo… lo haría pero tengo que ir ahora a un lugar —dice, rascando su cabeza—. Lo siento Susie.

Asiente, la sonrisa va desapareciendo. —Ah, está bien, no te preocupes.

Brody le da una última sonrisa antes de moverse para alejarse de donde estamos. Creo que tiene prisa por la manera en que acelera el paso.

Volteo hacia ella. — ¿Entonces?

Bufa. — ¿Qué? No gracias, prefiero caminar.

Entorno los ojos. — ¿Vas a caminar? Está oscuro y tu casa no está cerca de aquí.

Baja los hombros. —Pues es mejor que ir contigo.

Me froto el rostro con las manos. — ¿Sabes qué? No voy a rogarte, si quieres irte sola ahora, vete. No me importa.

— ¡Pues eso haré! —cruza los brazos.

Yo cruzo los míos. — ¡Pues adiós!

— ¡Adiós!

Y algo cae sobre mi rostro, levanto la mirada y caen gotas cerca de mi pómulo. Bajo los ojos y Susie ahora sí, luce derrotada.

Sonrío de lado. — ¿Aun caminarás?

Aprieta los labios y una gota cae justo en su nariz. Ella se limpia con el dorso de la mano y suspira. — ¿Crees que es divertido, no?

Hago una mueca. —Creo que ahora no te llevo.

Frunce el ceño. —Darren…

— ¿Qué? —Pregunto, colocando mis manos en las caderas—. Creo que ahora tú tienes que rogarme.

Sacude la mano en el aire. — ¿Disculpa? ¿Rogarte? Ni loca.

El cielo se enciende con una luz y pocos segundos después se escucha el estruendo. Esos son rayos y truenos anunciando una tormenta.

Veo a Susie con la ceja elevada. — ¿Entonces?

Se cubre de las gotas que están empezando a caer un poco más rápido. — ¡Bien, bien! Por favor llévame a casa.

Escucho que murmura algo entre dientes pero ya no importa, de todas formas, yo no quiero seguir mojándome. —Ven conmigo.

Camino rápido a mi auto entrando al asiento del conductor al mismo tiempo que Susie entra al asiento del pasajero. Puedo sentir que mis hombros están un poco húmedos.

Susie se acomoda y coloca el cinturón de seguridad. —Gracias —susurra.

No digo nada, solo empiezo a conducir a pesar el agua que cae como si una manguera gigante estuviera sobre nosotros.

Y unos minutos después, aunque llevo los parabrisas, es muy difícil ver el camino. Ha oscurecido y en estas calles no hay mucha iluminación, tampoco ayuda que los vidrios se estén empañando.

—Abre un poco tu ventana —le digo.

Ella niega. —Pero me voy a mojar.

Le doy unos toquecitos al volante. Este no es uno de los autos más modernos así que la única forma que sé que ayuda a que no se empañen los vidrios es dejar que el viento entre.

Bajo un poco mi vidrio y las gotas empiezan a caer sobre mi brazo y muslo. Lo cierro de nuevo.

—Voy a tener que parar un momento —le digo.

Un estruendo se escucha.

No espero por su respuesta, me muevo a un lado de la calle y me estaciono debajo de un auto que cubre parcialmente de la lluvia y me deja ver un poco más, solo para ubicarme.

—No pensé que iba a llover —dice.

Le doy una mirada y está frotándose las rodillas. Creo que tiene frio y creo que no me importa.

Pero de todas formas, me inclino hacia atrás y tomo uno de los sudaderos que he dejado aquí. Se lo dejo caer en el regazo sin decirle nada.

— ¿Qué?

—Solo úsalo como manta o lo que quieras, no me importa —digo.

Ella lo toma entre sus manos y me sonríe.

—No te emociones, Susie Lu. No es una declaración de amor —le digo, girando un poco para verla mejor.

— ¿Tú y el amor? No me hagas reír —responde pero se coloca el sudadero sobre las piernas y deja escapar un suspiro que, por alguna razón, me suena más triste que aliviado.




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