Maldición de amor

Capitulo 1

La confianza es el pecado de los humanos, 

y el amor es traicionado


 

La mayoría de chicas sueñan con un príncipe azul, por la culpa de Romeo y Julieta o por los cuentos de hadas. ¡Maldito Disney Walt!. Aunque, la rebeldía es más criticada en la princesa Mérida, provoca el caos y liberarse de las ataduras sociales. Totalmente, eso me extasiaba. Por otro lado, me preocupaba pensar que si no encontraba a alguien así, no podría encajar en la sociedad. Buscaba a alguien que no sea superficial o materialista, o al menos alguien que fuera humano. Pero poco a poco mis decepciones fueron los más notables, y creía que el error era yo. ¿Quieren que empiece?

Miré mi habitación, parecía más silenciosa que Chernóbil, después de su accidente. En esa época del año, hacía mucho frío en Londres. Mi niñez era la más solitaria, no por la habitación oscura, sino porque mis padres se divorciaron. Suponía que fue mi culpa por varios años. En ese momento, tenía a mi pequeña Dagga, mi perrito pequeño; después creció y parecía que, hasta mi perro se cansó de mí. Ya era abuela de 3 cachorros a una corta edad de 17 años. Solo me faltaba una cartera con el biberón, las ropas, y lo más notorio mis ojeras. Ya no sería la abuela, sino la madre, por poco parecía.

Debajo de mi cama, tan oscura, se encontraba una caja de recuerdos, con una carta demasiado vieja, en la que sus escritos me hacían recordar un patético momento de mi vida.

La secundaria, un rotundo desastre para los nerds, y esa ni siquiera era yo. En cambio, una felicidad para los populares, ni siquiera se alegren, tampoco era yo. ¿Quién era? Una chica con grandes inseguridades. ¿Por qué? El colegio y la vida son diferentes, uno te destruye y el otro también. ¿La diferencia? Su magnitud, y la llamada crisis existencial...

Las chicas populares se acercaban a mí, solo para burlarse de mi aspecto. Cada vez que cruzaba el pasadillo del colegio, los insultos eran más grotesco que lo normal, pero solo me colocaba la capucha para tratar de ignorarlas.

La burla no solo era cotidiano, los chistes de mi aspecto tampoco lo eran. ¿Es algo fácil? Para la mayoría, quienes no han sufrido, podría ser simplemente una idiotez pensarlo. Pero quienes la pasaron, hay momentos en la que, por más de terapias que hagas, sientes solo mediocridad.

En mi aburrida clase de Filosofía, sobre mi pupitre solo estaba una hoja, ilustraba trazos de garabatos hechos por mí. Un patrón que figuraba el desastre de mi vida. Voltee para mirar el paisaje de la ventana, mostraba todo lo contrario que el sol. Estaban las típicas fuentes de gua y quiosco de prensa, las nubes que brindaba más sombras, los pequeños soplos de brisa alrededor del ambiente; un perfecto día. 

Alce la mano para pedir permiso al baño, salí felizmente. Pero las demás chicas empezaron a seguirme, trate de correr y cerrar la puerta del baño, pero ellas lo empujaron grotescamente. Comenzaron a caminar hacía mi, empecé a retroceder. Mis pasos eran más tenebrosos hasta que me caí.

-¿Qué quieren de mí?- Dije asustada

-Oye, no tengas miedo-se burló Kim.-Si me dices la verdad, te dejaré vivir o si no pagarás con tu vida otra vez-enfatizó

-Pero, ¿Qué verdad?.- tartamudeé

Kim soltó un suspiro, inconforme por la respuesta. Sus súbditas me levantaron del piso agarrando mi blusa y me acorralaron hacia la pared con toda fuerza

-¡Dímelo, ahora!-gritó histérica.- No me gusta perder el tiempo.-volteo los ojos.

-Yo no sé qué quieres-respondí temerosa

-Si no me lo dices, tu cara estará en el inodoro.-respondió con seriedad, mirándome sin piedad
 

Sus súbditas comenzaron a acercarse más a mí, hasta el punto de pegarme en todo mi cuerpo, poco a poco, sus golpes se convierte más grotesco. Estaba botando sangre de la boca por los golpes en mi estómago, cuando pensé que se habían cansado, me agarró del cabello y colocaron mi cara en el inodoro, una y otra vez.
 

-Ya no, por favor.-mencioné sin aliento.- ¡Para!.- grité sin parar.

-Kim, ella no es-interrumpió Brixie, dándome la espalda
 

-¡Nadie puede contradecir mis órdenes!.- gritó mientras observaba lo demacrada que estaba.

¿Creyeron que era el fin? Yo sí, porque la luz del baño empezó a dañarse, se prende y se apaga una y otra vez. Todas las chicas se asustaron más, se miraron entre todas. Estaban pálidas y sus rostros denotaban preocupación. Parecía una voz tarareando, aunque nadie lo había hecho. Esta sensación en la que refleja un ser que no habita en la tierra. Kim trató de calmarla a todas, mientras otras lloraban, porque la puerta no se podía abrir. El canto espeluznante de alguien se escuchaban en los rincones, todas se desesperarán; de repente se escuchó un grito desgarrador. Mayor aún, cuando en el espejo apareció una espeluznante mujer, justo en frente de ellas; el rostro de una mujer sin ojos, sonriendo de ojeras a ojeras. Y de un momento los espejos se rompieron, ni siquiera pude ver notoriamente por el hinchado que estaba mis ojos. Aquella mujer ya se encontraba al costado mío, señalándome su reloj mientras susurraba cerca a mi oído. 

Las chicas abrieron la puerta de tanto forzarlo.
 

-Te queda poco tiempo

Mi piel se erizó al escuchar aquellas palabras, y esta se desvaneció en la pared. En mi mente solo resonaban los gritos de aquellas chicas. Me quedé paralizada por aquella mujer, y no solo eso ni siquiera tenía la fuerza necesaria para poder correr. 

Me aferré más al inodoro, y cerré la puerta en un solo golpe; escuché pasos al otro lado de la puerta y una voz desconocida de un joven menciona.

-Tranquila, ponte esto.- me alcanza una ropa casual (blusa amarilla y un par de jeans clásicas) bajo la puerta del baño, y se marcha.

Pasaron los días, el único cambio fue el baño. Dado que, se convirtió el único lugar en la que mi presencia no estorbaba a alguien. Los insultos eran cotidiano en todos los lugares, excepto en ese. 




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