Inmensa altura de las montañas. Desde lejos son visibles tres pequeñas figuras, escalando. La paz, tranquilidad de la naturaleza están interrumpidos por unos imparables gritos.
Con horror, Leonel está mirando hacia arriba a su amiga que comienza descender por la cuerda hacia él, en el shock. Sosteniendo con toda la fuerza que tiene la cuerda y con los pies sobre la piedra, Leonel está mirando al suelo, lugar desde el cual comenzaron a escalar.
-Refina. - Sintiéndola venir a su lado, Leonel le dice el nombre con miedo.
-Calma. Cálmate, okey y desciende. - Tocándole el brazo, le dice antes de continuar.
Buscando toda la calma posible, Leonel suspira, tranquilizando sus nervios, mira al cielo y comienza bajar, con cuidado.
Al tocar la tierra firme a Leonel le flaquean los pies. Llevado por miedo, extiende las manos al cuerpo sin reaccionar sobre la tierra. - ¡No, no la toques! - La voz de Refina lo detiene en el intento de acercarse a su novia.
-¿Qué? ¿Por qué? - Irguiéndose, pregunta, mirándola, confundido.
-Llame a la ambulancia, me da miedo moverla. Leonel, está muerta. - Por su evidente calma, Leonel no le puede creer, negando con la cabeza, mientras el tono de su voz con el que lo dijo no deja de resonarle.
-¿Cómo...? - Tragando grueso, continúa hablando y mirando entre las dos. - ¿Cómo puedes estar segura?
-Probé su pulso. - Con pena, tristeza y calma, lo informa. - Se golpeó en la cabeza. - Fue lo último que Leonel escucho antes de entrar en el dolor, todavía llevado por el shock e incredulidad.
Mientras esperan la ambulancia, se sentaron en la tierra, apoyados de espalda contra las rocas por las que escalaron. Mirando a nada sin poder asimilar lo sucedido, Leonel se dio cuenta de que Refina no le quita la mirada al cuerpo sin vida de Ángela, apoyando la mejilla en las rodillas que tiene abrazadas.
-No es tu primer cuerpo. - Afirma Leonel, con la voz ronca, llamando la atención de Refina que voltea la cabeza para mirarlo.
-Si. - Contesta, sin vida. Revelando - Cuando comencé con esto profesionalmente. Me hizo detenerme a pensar si lo quiero hacer, pero... - Se detiene mirando a sus unidas manos que subió a las rodillas.
-Pero... No pudiste resistirte. - Continúa él por ella.
-No exactamente. Todo lo que viene después me hizo cambiar de idea, la vista, la tranquilidad, la paz, la harmonía, el sentimiento que te produce estar ahí, arriba - mientras lo explica, la voz se le llena que emoción, de alegría, que le ilumina la cara, haciendo que por un momento ambos olvidan.
La sonrisa de ambos se desvanece al escuchar la ambulancia y bajan las cabezas, avergonzados en sus respectivos regazos.
Comisaría principal de la ciudad.
-Señor, tenemos una muerte de las montañas. - Informa el joven al inspector.
Aceptando el informe, inspector dice. - Bien, dame que echo el ojo al informe y los interrogaremos.
En la sala de interrogación entra inspector, donde Leonel Montejo espera lo que le parece una eternidad, sumido en recuerdo de lo que pasó, todavía sin poder asimilarlo y aceptarlo. Con su pelo castaño y ojos castaños oscuros, Leonel bebe agua antes de ser dispuesto a hablar.
-Soy inspector Livio Marceles, señor Montejo. ¿Me puede decir lo que pasó?
-¿Con qué? - Su voz sale ronca, al hacer la pregunta que lo vuelve a la realidad.
Viendo la cara que puso el inspector, Leonel se obligó comenzar. - No sé de dónde que comienzo. - Poniendo las palmas sobre los ojos.
-Accidente.
Soplando, Leonel comienza. - Todo paso esta mañana. - Sosteniendo la cabeza con la mano temblorosa. - Refina y yo teníamos planes para irnos a escalar. Sin embargo, a Ángela eso no le gusto, me acuso de pasar más tiempo con mi amiga que con ella, que es mi novia. Así que la convencí de que se vaya con nosotros, todo estaba bien, hasta en el camino dejo de quejarse. Comenzamos a subir, como siempre Refina lo convirtió en una competencia, es profesional y no vio ningún problema. La cosa era entre nosotros y no fue mi primera vez, por lo tanto, iba detrás de ella y dejamos a Ángela detrás, nunca pensamos que pudiera pasar... - Creando los ojos, Leonel deja de hablar.
-¿No se les ocurrió que la tienen que vigilar? - Con la voz neutral, pregunta.
Levantando la vista y mirando al inspector. - No. Nos sumimos en nuestra competencia y la olvidamos, hasta que no oímos los gritos.
-¿Me puede decir Señor Montejo, como uno se olvida de su novia? - La vergüenza cubre su rostro a la pregunta de inspector. - ¿No me responderá?
-No tengo que. - Con la cabeza abajo, de la vergüenza.
Por lo mismo pasa Refina Calarel, su aspecto todavía en la ropa de escalar, cabello castaño y ojos fríos de color océano, vigilada por joven Trey Mauri y Tulia Casilas.
-Soy inspector Livio Marceles. Asignado al caso, me interesa escuchar su versión señorita Calarel.
-No existen ningunas versiones - contesta Refina, sin mucho que revelar con su actitud.
-Parece muy tranquila con lo que pasó.
-¿Qué debería hacer, perder la cabeza, entrar en algún estado de ansiedad?
-No lo sé. Cada persona reacciona diferente.
-No es primera vez que veo algo como esto. Supongo que su reacción al segundo cuerpo no fue la misma al primero.
-¿A pesar de que a esta conoce?
-Si, a Ángela la conozco ya de cuál que año y en el último tiempo fue insoportable, por lo tanto...
-¿Me está diciendo que tiene usted un motivo?
-¿De matarla? - con incredulidad, pregunta Refina - A veces me daba la gana, cuando veía como se comporta y humilla.
-¿Y lo hizo?
-Sé que en su profesión es posible que no oiga del rompimiento y con un poco de suerte, Ángela hubiera aceptado, por lo tanto, no veo por qué arriesgar mi libertad.
-Está usted muy tranquila.
-La vida hace las personas y la mía no fue fácil, si es eso lo que busca.
Editado: 31.01.2023