Maldición de millionario

Capítulo 12

Leonel con aburrimiento exhala el aire, mientras menea el pie, en el centro comercial. - ¿Cuánto más? 

-¿Qué pasa? - Pregunta Refina, desde los espejos. 

-Hemos venido por una camisa y ya llevamos aquí dos horas. - Sosteniendo ya un bolso de compras. 

-Antes no te molestaba acompañarme, hasta te encaraba que lo hagamos juntos. 

-Sí. Y sigue, no obstante no me siento de ganas y hemos cambiado y era divertido mirarte. 

-Así que de mirón. - Divertida, reprende con el dedo. - No me puedo decidir. 

-Bueno, entonces vendremos cuando puedes. 

-¿Aburrido? - Poniendo las manos en las caderas, su vista es puesta sobre alguien fuera de la tienda y no en él al que preguntó. 

-No es nada personal. 

-Espera aquí. - Le dice, antes de tomar el camino fuera de la tienda y tirándole todo que se llevó al probador. 

-¿Compra eso? - Pregunta, viniendo hacia ella una dependiente, en respuesta él se encoge de hombros, sin comprender que pasó y donde se fue Refina y que quiere hacer con las prendas.

-Ahora puedes irte. - Dice regresando y en la compañía de la chica del restaurante. - Te la reserve para la tarde. - Sorprendiéndolo inmensamente, que y los ojos le salen, mientras que la chica sonríe tímidamente. 

-Tu amiga es de verdad algo. - Dice Leonarda, enseñado con el dedo a Refina que volvió con las prendas que le dejo ante los espejos. 

-Sí, es algo. - Echando una vista a su loca amiga. - ¿No te pago de verdad? 

La pregunta sorprende Leonarda que ella es esta vez la que está a punto de perder los ojos. - No. No me reservo a esa manera. ¿Qué creías tú? Me pregunto si estoy libre, para qué pasamos tiempo juntos. Es como reservar una cita a comer, a doctor, a... 

-Okey, comprendo, lo siento. Cómo lo dijo, yo pensé... Ella es capaz de todo, cuando quiere. 

-Está bien, comprendo. ¿Entonces quieres o...? 

-Sí, vamos. Guía. - En esa manera, Leonel abandona la tienda, dejándole a Refina el bolso. 

 

 

-¿Entonces a que te dedicas, la última vez no te pregunté? - Mientras caminan por el parque cercano, Leonel pregunta. 

-Terminé el de gerente, pero todavía no encontré el trabajo. Por eso y está en el restaurante ese día. 

-A, si, buena suerte. 

-Gracias. ¿Tú? ¿Es cierto que eres él que salió en los periódicos? 

-Ah, ese caso. 

-No quise ser... 

-No te preocupes, es algo que me va a perseguir, ¿No? Y si lo soy, lamentablemente. 

-Lo siento lo de tu novia.

-Ah, las cosas son tan complicadas, que yo ya no lo siento. Gracias, sin embargo. - Leonarda asiente con la cabeza, no teniendo que decir. - Sería más feliz si no estoy en los periódicos por ningún motivo, pero por el trabajo como sea es imposible, mi papá me mataría. 

-Esfuerzo familiar.

-Sí. La empresa puede solo ir arriba, no abajo. Por eso Refina está aquí, a veces.

-Debe ser maravilloso tenerla.

-Sí. - Con una sonrisa de oreja a oreja y orgullo, afirma Leonel. - No sé qué sería de mí sin ella. Sabes como dicen detrás de cada hombre hay una mujer y a pesar de no ser en el sentido romántico, ella es esa para mí. 

 

 

Refina se encuentra sentada en el café, rodeada con las bolsas y checando su celular, cuando a su oreja llegan las bajas palabras. - ¿Qué el cordón umbilical se rompió? 

Dándose la vuelta bruscamente, Refina se encuentra con la cara conocida que le sonríe. Y que a pesar de no estar de su agrado, la tiene relajándose. - Zora.

-Hola, Refina. 

-¿Cómo es estado? 

-Bien, trabajando como siempre, tú deberías saberlo. - Sentándose en una de las sillas libres de la mesa.

-Sí. ¿Y otros aspectos? 

-Igual. - Responde Zora, encogiéndose de hombros. 

Zora Corea, una más en la lista de las coquetas de Leonel. A la diferencia de las otras, esta es una mujer de trabajo, muy parecida a ella, no obstante nunca hicieron el clic. Su cabello negro la hace parecer una modelo y largas piernas, siempre en las faldas de diseñador del momento. Sus uñas perfectamente pintadas a color neutral y ojos castaños. 

-¿Quieres quedarte o...? - Pregunta Refina, rompiendo el silencio de estarse mirando.

-No, tengo cosas más importantes que hacer.

-Está bien. Supongo que nos estaremos viendo, ahora que Ángela no está. 

-Ángela nunca fue competencia para mí. 

-Si, claro. - Escondiendo el sarcasmo de las palabras, Refina le da la razón. 

-Adiós, Refina.

-Adiós. - Saluda Refina, cuando la tiene suficiente lejos y todavía a la mira, dice. - Una más, llovió. 

 

 

-¿Te llevo alguna parte? - Pregunta Leonel a Leonarda al final de su paseo. 

-No es necesario.

-Es lo menos que puedo hacer después de que tú has aceptado la locura de Refina. 

-Así que para ti eso fue este paseo. 

-No, no. Por favor, no entiendes mal, estaba pensando en lo de arrastrarte de tus compromisos, no tuviste ninguna necesidad de aceptarla y, sin embargo, lo has hecho y te lo agradezco, me pasé muy bien. ¿Qué dices de qué sigamos en el contacto, me das tu número? 

Leonarda duda su respuesta, para en final aceptar y sacar su celular. Sacándole una sonrisa a Leonel, que se relaja, al saber que no arruino todo.



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En el texto hay: amor, muerte, amisad

Editado: 31.01.2023

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