-Perdón, sé que fui brusca, pero he trabajado durante años para llegar a donde estoy y no quiero conformarme con poco, eso tengo a casa. - Deteniéndose y volviéndose bruscamente, dice Leonarda.
-Sí, comprendo. ¿Te puedo preguntar algo, si no te molesta? - Poco confundido, pregunta Leonel.
-Si, porque me molestaría.
-¿Cuándo has comenzado a trabajar exactamente?
La humillación se adueña de Leonarda que, bajando la cabeza, responde. - Joven. Tuve unos trece, cuando comencé en un restaurante cerca de la casa. Mi familia no es como la tuya, Leonel, yo crecí pobre. - En su voz, Leonel solo reconoce tristeza.
-Hey, eso no es nada porque sentirse mal o avergonzado, es admirable. A mi papá me obligó acudir a la empresa el verano antes de la universidad. - Acercándose le, con ternura dice y mientras le pasa el dedo por la mejilla, agrega. - En eso te pareces a Refina, ella también tuvo que hacer todo sola y salir adelante.
-Tú amiga, ¿La de centro comercial? - A su confusión, Leonel responde con la cabeza. - Pero sí parece tan elegante, educada, tan segura en sí misma y es una líder.
-Si, lo es. - Sonriendo con orgullo, le da la razón Leonel, poniendo las manos en los bolsillos del pantalón. - La vida le enseño a ser calculadora, sin embargo, conmigo siempre se pierde y hace lo que le parezca lo mejor para mí, soy el único que le tendió una mano y ahora no me deja de regresar.
-¡WOW! No me lo esperaba. - Con subida sorpresa, responde Leonarda.
-Nadie hubiera. Para serte sincero a mí también me extrañó cuando me lo contó. Al conocerla era tan decidida, educada y llena de fuego para defender en lo que creía. - Le brillan los ojos, dice para sus adentros Leonarda. - Bueno, no es en mí contarte su historia. - Termina Leonel, haciendo que Leonarda se da cuenta de que se perdió en sus ojos y sus pensamientos y lo dejo de escuchar.
Llevado por los recuerdos y una tristeza al recordar el pasado de su amiga a lado de Leonarda, Leonel se deja entrar en el vacío apartamento de Refina. Su mirada se detiene en cada cosa que tiene el departamento y ese vacío que lo adorna en comparación con su casa que su madre lleno de fotos.
Las únicas dos que Refina tiene, las tiene en su habitación y es con él, la otra se encuentra en la que ocupa él; la de huéspedes y son los cuatro; se la habían tomado para algún día festivo y él se la puso ahí cuando ella se negó a llevarla, argumentando que no le pertenece.
-Leonel, Leonel, Leonel. - Desde lejos, Leonel oye que lo llaman y unos golpes en el hombro. Al abrir los ojos y despabilándose, Leonel se encuentra que la que lo llama es Refina, ataviada en una toalla y los golpes los hizo con la rodilla, sosteniendo la toalla con las manos sobre su pecho. Con su pelo mojado y con un sonido abajo, Refina le dice. - Tu teléfono.
Dicho eso, Refina regresa a su habitación, dejándolo a despertar. Reconociendo el sonido como el de su celular, Leonel mira la pantalla que en ese momento dejo de sonar. Dejando el celular, se acerca al umbral, exactamente en el momento cuánto Refina se está poniendo la bata.
-¿No contestarás? - Percatándose de su presencia, pregunta Refina.
-Es mi mamá. - Quitándole la importancia a la llamada, Leonel entra en el cuarto.
-Sigue pudiendo ser importante.
-No más que esto. - Dice Leonel, antes de envolverla con sus brazos.
Un abrazo que deja sospechosa a Refina, por su intensidad, no obstante, al que responde. - ¿Qué pasa? - Con algo de procuración en la voz y miedo.
-Es solo... Nada. - Pensando mejor para no entristecer a ella también.
-¿Todo bien?
-Sí. - El abrazo lo calmo y con una leve sonrisa, se aleja.
-¿Tienes habré, quieres que prepare algo?
-¿Qué hora son?
-Siete. - Contesta Refina, saliendo de la habitación.
-Dormí un buen, ¿Cuándo tú regresaste?
-Hace media hora. - Llegando a la cocina.
-Podemos tomar algo. ¿Quieres que te ayude?
-No, has la llamada. Nunca sabes que es lo que pudo necesitar.
-Bien, la hago y te ayudo. - Tomando el celular de la mesa de la sala, Leonel se va a su habitación.
Editado: 31.01.2023