Maldición de millionario

Capítulo 15

  Leonel Montejo se recupera muy bien de la trágica muerte de su novia. - Está escrito como título de los periódicos, en los que se encuentra Leonel en el beso con Leonarda. 

-¿Entonces qué dices? - Con una sonrisa, pregunta Refina. 

-¿Sobre? - Sin mucho interés, pregunta. 

-No te hagas, en los periódicos es suficientemente grande fotografía. 

-No fue nada. - Fastidiado, dice Leonel.

-¡No fue nada! ¿Cómo puedes decir eso? En poco tiempo han pasado de conocidos, a que le ayudas a encontrar el trabajo, a besarse, y quieres que te crea. 

-Fue solo un momento. 

-¡Un momento! Y estás enamorado. 

-No lo estoy... Ay, te conozco, Leonel y sé tus miradas. 

-Es rápido para eso.

-Corazón, no pregunta, hace. - Le informa Refina.

 

 

-¡Ay, hijo, que, que te digo! - desesperado, exclama Darío. 

-Leonel, en último tiempo no sabes hacer nada que lo malo. 

-No sé a qué le molesta tanto.

-¿Cómo a qué? - su desespero se mezcla con furia, pregunta el padre. 

-Hijo, no puedes olvidar que el caso de Ángela te tiene todavía en la mira de muchos y entonces que tú haces terminas en el periódico. - Más calmada, le explica la madre. 

-Cómo si yo los llamé. Mira venga se les daré la exclusiva.  

-No bromeas, Leonel.

-No lo hago. - Con desespero, les dice Leonel, sin embargo, le es claro que ellos no le creen. 

 

 

 

En el hogar de los Galicia. 

-¡Qué haces aquí, muévete! - grita a la empleada, Ugo, a la que la paciencia con la muerte de la hija se esfumó. 

Inundando de nuevo las lágrimas, su voz y ojos, dice Phedora. - Él lo hizo. Esto lo comprueba. - Teniendo frente a sí la foto del periódico. 

-Lo sé, lo sé. - Acariciando la espalda de su esposa, con calma, dice Ugo. 

-Haz algo. 

-No se me ocurre nada. - Derrumbándose en el sillón, confiesa Ugo. 

 

 

 

-Bueno, hija, ¿dónde tienes el cerebro? - Queriendo reprenderla, pregunta Itair a su hija. 

-Parece en la boca. - Provoca Esperanza, logrando escaparse de la mano que le lanza. 

-¿Qué te molesta tanto? - Pregunta Leonarda, no entendiendo la exageración de su madre. 

-Hija, ¿Qué va a decir tu padre cuando vea esta foto? Y qué no se te ocurra decir que no lo va a ver porque sabes que lee el periódico en la terminal.

-No tiene por qué molestarlos. Es mi vida y siempre fui ejemplar, ahora puedo hacer lo que se me plazca y si eso significa salir de aquí lo haré. 

-¡Por Dios, qué dices! - Horrorizada, madre exclama. 

-Lo que siempre aspiro, mamá. - La recuerda la hija menor. 

-No te hagas la inteligente y vete a estudiar. - La reprende Leonarda, por meterse. 

En el momento cuando la quinceañera se va, sacándole la lengua a su hermana, por la puerta entra el padre, gritando. 

-Mujer, mujer. Itaira. - Hasta que no da con ella, no para. 

-Cálmate, Romero, por favor. - Intentando disminuir la situación. 

-¿Cómo pretendes que me calme con la vergüenza que me hace pasar? - Apuntando con la mano a Leonarda que está a otro lado. 

-¿Y tú pretendes que yo pueda estudiar con estos gritos? Y eso es más interesante. - Viniendo del cuarto, pregunta Esperanza a su hermana, terminando diciendo, mientras se apoya al umbral.

-¿Cómo pudiste hacernos algo como eso? De ti no lo espere, tú que siempre fuiste tan responsable y trabajadora... - A Romero se le corta la voz por la desilusión, haciendo que se da la de la mirada de la hija, con las palmas de la mujer sobre su pecho. - Primero lo hubiera esperado de Esperanza, pero nunca de ti. 

-¡Hey! - Diga en protesta Esperanza, por el insulto, irguiéndose.

Ignorando a la menor, los reproches cobran nuevo sentido. 

-¿Y qué quieres? No fue algo que yo busqué o él. Lo conocí, me gusta y si me puede ayudar a salir de aquí lo agarraré. 

-¡¿Te has vuelto loca?! - Le grita papá.

-No, lo digo lo que es. Yo no quiero quedarme aquí, conformarme con lo poco, yo con mi carrera voy a escalar. 

-¡Ma qué dices! 

-¡Qué estoy harta de esto! Mamá trabajando todo el día en probar de esta pocilga, hacer un hogar, tú ya no sabes que es el día, que la noche por trabajar con ese coche viejo. 

-Soy un taxista y con mucha honra, por ganarme la vida dignamente y no por cama. - Tirando el periódico en la dirección a su hija. El silencio se adueña de la habitación con el exclamó ahogado de la madre, por el insulto.

-Para tu información, este fue el primer beso y no vino a nada más. - Informa Leonarda, ofendida, con el dedo al periódico antes de abandonar la casa.

Esperanza se va a cuarto, Romero se derrumba en la silla con la mano de su mujer en el hombro.



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En el texto hay: amor, muerte, amisad

Editado: 31.01.2023

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