Maldición de millionario

Capítulo 17

-No me parece bien que serás con esa chica. 

-¿Cómo puedes decir eso papá, sí, todavía ni la conociste? 

-Es suficiente verlos en los periódicos.

-No es que salimos todos los días. 

-Tenemos y a Refina para que nos diga. 

-Refina. - Agarrándolo desprevenido. - ¿Refina, habla mal de Leonarda? 

-Qué va. No escuches a papá, Refina no dijo nada, todo lo contrario le halaga. Lo que a nosotros nos molesta es que es una oportunista. 

-Oportunista. - Reinado, pregunta. - ¿Cómo puedes decir eso? 

-Lo dejan ver... - Interrumpida Justa, por Darío no logra terminar.

-Refina nos ha dicho que le encontraste trabajo y su status social no nos gusta. 

-¿Pero el de Refina si? - Enojado Leonel, no mide palabra. 

-¡Leonel! - Horrorizada, exclama Justa y el rostro de Darío se vuelve rojo con el puño en la mesa apretado. 

-No pensé así. - Apenado, Leonel se dio cuenta de su falta. 

-Es obvio que no. - Dice Darío, levantando sé dé la mesa. 

-Tú eres el primero que defendió a Refina, eso no esperamos. - Levantándose, lo reprende la madre. 

-Madre. - La llama Leonel, probando enmendar el error, sin ser escuchado, por lo que desesperado cubre la cara con las manos. 

-A la otra no conozcamos, no obstante la señorita Refina esto no se merece. Una muchacha que vivo cosas así, salió adelante y es muy educada, culta y atenta con todos. - Le dice el mayordomo, con la cabeza buen en alto. Para dejarle ver su error y recordarle que Refina tiene la lealtad de todos.

 

Hola. - Saluda Refina a Leonel, quien entro en su departamento.

-Hola, vengo buscar tu perdón. - Avergonzado y triste, dice Leonel, sentándose a su lado y apoyando a la cabeza en su hombro. 

-¿Para qué? 

-Hice la estupidez de compararte con Leonarda a casa.

-¿Y eso porque? 

-Comenzaron a hablar contra ella y ahora nadie me quiere perdonar.

-Leonel, yo no había buscado la vida que me toco, no obstante te comprendo, has querido defender tu amor y por eso te perdono.

-Gracias. - Le da Leonel, mientras la siente besarlo y apoyar la cabeza a la de él.

-¿Has venido a quedarte o te vas a tu querida? 

-Leonarda trabaja. 

-¡Ah! - Levantando la cabeza, exclama Refina, para agregar. - Yo también debería decirte algo con el trabajo. 

-¿Qué pasa? - Alterado por su tono de voz que es preocupante. 

-Vi a Zora.

-¡Ah! - Exhala, aliviado Leonel. - ¿Y, cómo está? 

-Como siempre, no vi ni un cambio en ella. 

-No me extraña, se parecen. 

-Sí, sí. Puede que por eso y me preocupa tanto.

-Me las imaginé juntas.

-¿Así, cómo? 

-Bueno..., mejor no. 

-¿Qué, por qué? 

-Es que es... - Conociéndolo como lo conoce a Refina, le comienza a ser claro a lo que se refiere al mirar su expresión. 

-Si, okey, es mejor qué no lo sepa. - Sintiendo asco, mientras por su reacción y palabras, Leonel ríe. 

 

 

-¿Estás segura de querer hacer esto? - Pregunta Leonel a Refina, irguiéndose y dejando la última vela es su lugar. 

-Sí. Yo salgo por ahí y ustedes pasan la noche aquí.

-¿Y dormir? ¿Dónde vas? 

-Encontraré y yo algún sitio. - Guiñándole el ojo.

-No me gusta que te saco de tu casa. 

-A mí no me molesta. - Tranquila, declara Refina. - Me voy a cambiar. 

Mientras Refina se arregla para salir, Leonel echa el ojo al apartamento. Las velas adornadas por las mesitas del sofá e isla de cocina, las rosas en el jarrón, cerca de los platos y la cama de la habitación con sábanas limpias. 

-¿Todo bien? - Poniendo el tacón, pregunta Refina a sus espaldas. Haciendo que él da la vuelta y le mira de pies a cabeza. Tacones negros, corto vestido, mangas largas de color verde obscuro, terciopelado, labios de color crema, pendientes colgantes y el pelo en una coleta. 

-Sí. Estoy comprobando si todo está en su puesto. 

-Espero que todo salga bien, la cena tienes en la bandeja y sigue caliente. Me voy antes de que llegue y sea incómodo. Nos vemos e in bocca al lupo. - Besándole la mejilla se va. 

 

Nervios se adueñan de Leonel, mientras va hacia la puerta al oír el timbre.

-Hola. - Saludar Leonel, vestido de pantalones y una decorativa camisa a Leonarda.

-Hola. - Saluda tímidamente Leonarda, entrando y dándole un rápido beso. 

Leonarda lleva el pelo suelto y su conjunto es mucho más simple que en el que se fue Refina, a pesar de los tacones, lleva una falda hasta la rodilla y camisa blanca, su estilo de trabajar. 

-Cuando me llamaste para que venga aquí, no pensé que habías preparado una cena romántica. - Dice Leonarda, percatándose del ambiente de las velas. 

-Si - Acercándose le y tomando la de la mano. - y supuse que podríamos seguir. 

-¿Y Refina? - Buscándola, pregunta. 

-Salió. 

-Salió, ¿Pero regresará? 

-No está noche.

-¿Cómo? 

-Fácil. 

-¡Aaah! - Comprendiendo lo que le dice Leonel, Leonarda dice.

-Nos sentamos. - Por su asentimiento, van hacia la isla. 

-Está rica. - Declara Leonarda, probando el plato de afrodisíacos.

-Gracias. 

-Eres un cocinero magnífico, ni no sabía que de estas cosas puede venir algo tan sabroso. - Separando con el tenedor los ingredientes principales; salmón, espárragos, malagueta. 

Riendo, Leonel le dice. - Se lo pasaré a la cocinera. - Echando el ojo al vino tinto y chocolate cerca de la estufa. 

-¿Cómo, no lo has hecho tú? 

-Yo no sé cocinar, fue Ref. 

-Yo debería conocerla mejor. 

-Y vas. - Tomándola de la mano. - Espero que no estás alérgica a nada, no te pregunté. 

-No, la salud tengo intacta.

-Bien, terminamos. - Volteando a mirar la mesa. 

Cómo siguió el ciclo de la noche, se han acercado al dormitorio donde, despacio y sin dejarse de mirar fijamente, se han desnudado mutuamente. Con los besos se han acercado a la cama, donde han entrado en las suaves sábanas. 



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En el texto hay: amor, muerte, amisad

Editado: 31.01.2023

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