Maldición de millionario

Capítulo 28

-¿Leonel, qué pasa? Has apagado el celular. - Ya más de doce horas que pasó desde que vino al apartamento, pregunta Refina. 

-Te dije tú y yo, solos, secuestro. 

-Estás loco. 

-No, loco, estoy cuando estoy fuera, en la calle, aquí me siento en paz. Lástima que no te pude convencer para que lo pasemos en algún hotel. 

-¿Y dónde están exactamente las llaves de mi casa? 

-Eso no te digo. 

-Leonel, el trabajo. Has dicho que trabajaremos y lo único que haces es estar en ese sofá. Y no hablar que, mi portátil y todo lo demás desapareció, como por arte de magia 

-Ven, que vamos a jugar el juego. 

-Eres increíble. - Sin opción, Refina va hacia el sofá.

 

-¿Sucede algo? - Pregunta Refina, jugando un juego de niños, por culpa de Leonel. - Por eso estás aquí.

-No, ¿qué sucedería? - Levantado la mirada en un movimiento rápido para mirarla y volver mirar el juego. 

-No sé, dime tú. - Insistente, no lo deja de mirar fijamente. 

-Todo anda bien.

-Por eso apagaste el celular. 

-Lo apaga para no estar molestado. - Dice, sumergido en el juego.

-¿Si alguien te necesita? 

-No tiene quien. Mis padres saben que estoy aquí.

-¿Y Leonarda? 

-A ella le dije que voy de viaje.

-¿Por qué la mentiste? 

-Sus competidoras ya le han dicho varias en contra tuya y no quise empeorarlo. - Sin quitar la mirada del juego, Leonel sigue respondiendo.

-¿Mintiendo, no lo haces? 

-Refina. - Su voz trasmite cuanto le cansa el tema. Por esa razón Refina hace el movimiento de que ya no hablara cerrando su boca, mientras él la mira. 

 

-Tengo hambre. - Declara Leonel, poniendo la mano en el estómago. 

-No me digas y ahora pretendes que te cocine. 

-Alguien lo debe... Sabes que a mí no me sale.

-Cómo no, vi mi sartén. 

-Te compraré uno nuevo.

-Levántate y cocinarás tú, a la comida se debe y ganar y tú conmigo no ganaste nada que no sean unos golpes. 

-Pero... - Empujado hasta la cocina por Refina, prueba decir, siendo interrumpido. 

-Te vigilo. 

 

 

-¿Dónde desapareció ese hombre? - Pregunta a nadie por estar sola, Leonarda caminado por el cuarto con el celular pegado a la oreja y volviendo a marcar. 

-¿Qué hablando sola? - Pregunta, entrando Esperanza, tirándose a la cama.

-Qué te importa. - Groseramente, le contesta. 

-Tienes razón, no debería. - Saliendo de la habitación, lejos de la malhumorada hermana, que no dejo de marchar el número de Leonel una, tras otra vez.



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En el texto hay: amor, muerte, amisad

Editado: 31.01.2023

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