-¿Leonel, qué pasa? Has apagado el celular. - Ya más de doce horas que pasó desde que vino al apartamento, pregunta Refina.
-Te dije tú y yo, solos, secuestro.
-Estás loco.
-No, loco, estoy cuando estoy fuera, en la calle, aquí me siento en paz. Lástima que no te pude convencer para que lo pasemos en algún hotel.
-¿Y dónde están exactamente las llaves de mi casa?
-Eso no te digo.
-Leonel, el trabajo. Has dicho que trabajaremos y lo único que haces es estar en ese sofá. Y no hablar que, mi portátil y todo lo demás desapareció, como por arte de magia
-Ven, que vamos a jugar el juego.
-Eres increíble. - Sin opción, Refina va hacia el sofá.
-¿Sucede algo? - Pregunta Refina, jugando un juego de niños, por culpa de Leonel. - Por eso estás aquí.
-No, ¿qué sucedería? - Levantado la mirada en un movimiento rápido para mirarla y volver mirar el juego.
-No sé, dime tú. - Insistente, no lo deja de mirar fijamente.
-Todo anda bien.
-Por eso apagaste el celular.
-Lo apaga para no estar molestado. - Dice, sumergido en el juego.
-¿Si alguien te necesita?
-No tiene quien. Mis padres saben que estoy aquí.
-¿Y Leonarda?
-A ella le dije que voy de viaje.
-¿Por qué la mentiste?
-Sus competidoras ya le han dicho varias en contra tuya y no quise empeorarlo. - Sin quitar la mirada del juego, Leonel sigue respondiendo.
-¿Mintiendo, no lo haces?
-Refina. - Su voz trasmite cuanto le cansa el tema. Por esa razón Refina hace el movimiento de que ya no hablara cerrando su boca, mientras él la mira.
-Tengo hambre. - Declara Leonel, poniendo la mano en el estómago.
-No me digas y ahora pretendes que te cocine.
-Alguien lo debe... Sabes que a mí no me sale.
-Cómo no, vi mi sartén.
-Te compraré uno nuevo.
-Levántate y cocinarás tú, a la comida se debe y ganar y tú conmigo no ganaste nada que no sean unos golpes.
-Pero... - Empujado hasta la cocina por Refina, prueba decir, siendo interrumpido.
-Te vigilo.
-¿Dónde desapareció ese hombre? - Pregunta a nadie por estar sola, Leonarda caminado por el cuarto con el celular pegado a la oreja y volviendo a marcar.
-¿Qué hablando sola? - Pregunta, entrando Esperanza, tirándose a la cama.
-Qué te importa. - Groseramente, le contesta.
-Tienes razón, no debería. - Saliendo de la habitación, lejos de la malhumorada hermana, que no dejo de marchar el número de Leonel una, tras otra vez.
Editado: 31.01.2023