-¿Cómo te fue en el viaje? - Alegre por tenerlo de vuelta, pregunta Leonarda.
-Bien, bien. Sirvió para lo que fui hacer. - Contesta Leonel, alegre, mientras por dentro, esconde el nerviosismo por mentir.
-¿Y qué, eso es todo lo que me dirás? - Pregunta con una sonrisa, curiosa Leonarda.
-Leonarda, cariño, no hay más que contar. - Cariñoso, dice Leonel. - Me fui, hice lo que tuve planeado y descanse, lo que es más importante con esta situación.
-¿Qué situación? - Frunciendo el ceño, pregunta Leonarda.
Suspirando, Leonel dice. - La del trabajo. Es que trabajar con Zora no es fácil, hasta mi papá tuvo que intervenir con Refina.
-¿Es una situación difícil? Yo pensé cuando las vi aquí que son muy cordiales.
-Todos tenemos límites y trabajar varias horas del día, solas, colmo las suyas.
-¿Debes ser más presente? Lo que significa que no te veré por un tiempo, ¿Qué no?
-No digas eso. - Acariciándole el rostro con la mano. - Puede que no nos podríamos ver muy seguido, pero te llamo. - Sonriendo, le promete.
-Ay, sí. Me encanta. - Entrando en casa, Leonel oye la voz de una mujer de acento inglés.
Llevado por el miedo, sigue hasta el comedor, donde encuentra sentada a su madre con una mujer de pelo castaño dándole la espalda. - Leo. Ven, acompañamos. - Volteando la cabeza, lo ve y dice su madre. En esos momentos lo mismo hizo su invitada.
-Hi. - Ver el rostro de Brigite, despierta en Leonel los temores que negó a Refina, mientras ella lo saludo, también con la mano.
Tenso, Leonel con pequeños pasos se acerca, sintiéndose ir hasta su final. - Brigite. - Mientras se sienta a lado de su madre, que es enfrente de ella, pregunta. - ¿Cómo estás?
Sonriente, Brigite responde. - Bien. Sabes que adoro le más tiempo de Inglaterra, estar aquí me viene como unas vacaciones, por el sol. - De respuesta, Leonel asiente, bajando la cabeza.
-¿Has comido? - Lo pregunta la madre.
-Sí, me vi con Leonarda y comí ahí. - El silencio comienza ser incómodo, por lo que Leonel anuncia. - Voy a subir a mi cuarto.
-No, quédate un poco más, que platicamos. - Inocentemente, pide Brigite. - Tanto tiempo sin vernos, seguramente hay algo que olvidamos contar. - Cambiando su tono por uno más insinuante.
-Sí, hijo, son conocidos. Pueden platicar de cómo les fue...
De mala gana, Leonel acepta la insistencia de la madre y muy pronto se arrepiente. Al sentir debajo de la mesa, el pie de Brigite subiendo por su canilla, sin vergüenza de que la madre de él siga presente.
-Voy a pedir tu café y más galletas. - Informa Justa con la mano en el hombro de su hijo, antes de ir hacia la cocina.
-¿Qué te pasa? - Pregunta, enojado Leonel, echando la silla hacia atrás para alejarse del toque de Brigite.
Sonriendo sin vergüenza, Brigite responde. - ¿Qué? Solo quise saludarte.
-¿Qué saludo y ocho cuartos? ¡Estás loca! Así no te comportaste ni antes.
-¿Y dónde me llevo eso? A nada, ahora debo cambia la táctica.
-¡Estás lo - ca, loca! - Dice Leonel, de pie, sobre la mesa, cerca de la cara de Brigite.
Cómo si las palabras no la tocaran, Brigite acerca la suya en el intento de besarlo, pero como él se aleja lo único que logra es hacer el sonido con los dientes como si lo va a morder.
En su camino por abandonar el comedor, Leonel encuentra a su madre a la que dice. - No lo tomaré. - Refiriéndose al café, antes de comenzar a subir las escaleras en grandes zancadillas.
Editado: 31.01.2023