Maldición de millionario

Capítulo 32

-¿Cómo va ese proyecto? - Pregunta Leonarda, por celular.

-Nos falta todavía, pero estamos por terminar.

-¿Y eso cuando? 

-No los sé, Leonarda, nos queda todavía terminar la segunda parte. 

-¿Y quién son nos? - Tratando de hacer la pregunta disimuladamente, bajando la cabeza y el tono 

-¿De verdad Leonarda? Refina, Zora y yo, ¿A quién esperabas? 

-No lo sé, por ese y pregunto. 

-Bueno, ¿Podemos dejar mi trabajo y platicar de algo más interesante? 

-¿Cómo? 

-¿Cómo, cómo estás cunado, nos podremos ver? 

-Eres tú el que no puede, yo me pasó mi tiempo libre en casa. 

-¿Y qué dices si tomo mitad del día y conozca a tu familia? 

-No lo sé, Leonel, no lo sé. A ellos no les gustas. 

-Entiendo. 

 

 

 

-¿Qué crees que debería comprar a Leonarda? - Pregunta Leonel, mirando el techo mientras está volteando el bolígrafo entre los dedos. 

Refina estaba sentada en frente de él, escribiendo el informe, cunado oyó la pregunta, que la hizo detenerse y mirarlo, en sorpresa responde. - ¿De dónde que yo sepa?, a penas la conozco. 

-Eres mujer.

-¿De verdad? - Dedicándole la mirada de incredulidad. - ¿Por qué entonces no pregunta a tu madre? - Viéndolo pensar, agrega. - O Zora, cuando tan bien se entienden. - Enojada, se levanta y recoge sus cosas para abandonar la oficina. 

-¿Qué dije? - Desconcertado, sin comprender que pasó, pregunta Leonel cuando se quedó solo. 

 

 

 

-¿Me puedes decir que hice mal? - Pregunta Leonel, desde el umbral de la puerta. 

Refina levanta la cabeza de lo que estaba haciendo, para mirarlo mientras exhala. - ¿De verdad no sabes? 

-¿Tiene que ver con trabajo? - Intentando adivinar Leonel, frunciendo el ceño. 

-¡No! - Exclama Refina. - Cierra la puerta. - Dice, para no llamar la atención. 

-¿Puedo y sentarme? - Pregunta Leonel, llegando hasta las sillas, cunado cerro la puerta. 

-Has lo que quieras. - Sin darle la importancia, lo que cambia al recordar las razones de su enojo. - O no, mejor no. Si, puedes, siéntate. 

-¿Qué te pasa? - Preocupándose ya por sus cambios, pregunta.

-Después de lo que pasó hace poco en tu oficina, me vienes preguntar esas estupideces. Pensé que madurarás y que no te convertirás en el hombre típico. 

-¿De qué hablas? - Incrédulo, pregunta. - No comprendo nada.

-¿De verdad crees que con regalos se arregla todo? - Sintiendo la necesidad de darle la lección.

-¿Qué? Regalos, arreglar, no comprendo nada. ¿De qué hablas? Vine aquí ver que te pasa y por qué te pusiste así cunado te pregunté que debería comprar a Leonarda. 

-De eso sé y trata, Leonel. Hoy me preguntas que comprar y no pasó ni la semana de que te encontré besando a otra. ¿De verdad opinas que comprándole algo va a borrar lo que hiciste? 

-La cosa no tiene que ver una con la otra. 

-¿A no? 

-No. Hasta ahora no le compré nada más que cual ramo de flores, quise comprarle algo más significativos y como no se parece a Ángela no sé qué porque ella no me lo dejó claro. 

-Está bien. Pero yo sigo sin saber lo que le podrías comprar, no la conozco, es tu novia, tú deberías saberlo. Y no me gusta que te quedarás callado sobre ese beso, ves lo que sucedió con Loreta. 

-Si le digo entonces si la pierdo y lo sabes.

-Has lo que quieres que a veces me tienes harta con ser tu salvadora. 

 

 

 

Desempeñando el trabajo como siempre con mucho éxito, Leonarda se percata de la llegada de Refina.

-Hola. - La saluda, acercándose le. - ¿Cómo estás? 

Refina levantó la vista de la revista, que parece ser exclusiva de una joyería. - Hola, bien. ¿Tú? - Sonriéndole, devuelve la pregunta. 

-Trabajando como siempre. - Orgullosa, dice Leonarda, levantando la mano para que con palma destaca el restaurante. - ¿Leonel no viene contigo? - Esperanzada, pregunta. 

-No, él se quedó trabajando. Siéntate, claro, si puedes. 

-Un minuto, sí. 

-Perfecto, así me puedes ayudar. - Tomando la revista, la pone entre ambas. - Estoy buscando una nueva pieza. 

-Aquí no hay precios. 

-Por supuesto que no, es revista exclusiva de una de las joyerías más conocidas. 

-¿Y tú tienes para pagar una pieza como esa? - Sorprendida, pregunta Leonarda. 

-No estoy buscando una tiara. Algo que me gusta bastará. Tengo ya varias joyas de ellos gracias a los señores. Es preferida del señor Darío, por lo tanto, son las únicas que tiene la señora. A veces me presta alguno para esas fiestas, las que tengo han venido de ellos como regalos para las fiestas y cosas como esas. ¿Me ayudas? - Viendo la súplica, Leonarda acepta.

Dedicando los próximos 10 minutos a la revista y comentar. Leonarda se dejó simplemente seducir por las piezas tan elegantes y finas, por sus colores, piedras o los diseños. 

-Dominas las perlas, ¿No? - Pregunta Leonarda cunado se acercan a las páginas finales.

-Sí. Yo no me veo usando perlas. - Contesta Refina, haciendo su papel, sumergida en las fotos.

-¿Por qué? - Suavemente, pregunta. 

Encogiéndose de hombros, Refina agrega. - No lo sé, simplemente cuando me los imagino, veo a la señora Justa y no me parezco a ella. ¿A ti te gustan? 

-Bueno, a quien no. - Sonriendo inocente, responde. 

-¿Cuál escogerlas tú? - Poniéndole la revista a frente. 

-¿Yo? - Sumamente sorprendida que siente que los ojos se le saldrán por como los desorbito. 

-Si tú me interesa tu opinión, ¿Qué tiene? 

-Nada, okey. - Calmando la sorpresa, Leonarda vuelve centrar la mirada en las piezas del catálogo.

Sin ser consiente que Refina sonríe, triunfalmente, con el puño soportando la mandíbula.



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En el texto hay: amor, muerte, amisad

Editado: 31.01.2023

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