Primer día de regreso en la oficina para Leonel comenzó muy mal.
-Holon. - Saluda abriendo la puerta, Sarina al tocar.
Leonel levanta la vista para mirarla y todo se le pone negro al reconocerla con su pelo rubio como la mujer del club. - Sarina.
-Si, qué gusto que no me hayas olvidado, lo que significa que te sucede solo cuando estás ebrio.
-¿Qué haces aquí?
-Me enteré de que estabas enfermo y vine a verte.
-Ahora estoy bien, se me pasó.
-Si me enteré, como que pasó y esa pobretucha.
-Puedes no insultar a Leonarda en mi presencia.
-Está bien, nada más permíteme decirte que no te llega ni hasta las rodillas, es demasiado poca cosa. - Haciendo una mueca de asco mientras lo dice.
Sabiendo que no le llevará a nada, Leonel se queda callado, dedicándose a permanecer calmado.
-Bueno, déjame claro algo, ¿Entre nosotros esa noche no paso nada?
Haciendo un mohín, Sarina habla. - No, te quedaste como muerto. Muerto y aburrió.
-Gracias.
-No veo a qué. Regresando a temas más interesantes estamos planeando la reunión fuera de la ciudad, ¿qué dices, te animas? ¿Vamos juntos? - Volviendo su tono más alegre y animado, pregunta Sarina.
-Sabes que si voy me llevo a Refina, si no existe alguna novia.
-¿Por qué siempre ella? ¿Por qué por una vez no puedes llevarte a otra?
-Cómo a ti.
-Exacto, te lo estoy pidiendo de años.
-Y sabes muy bien que mi respuesta nunca cambio y no veo porque cambiaría ahora, Sarina.
-Dame una válida razón. - Sin darse por vencida.
-Sarina. - Sabiendo que le hará daño si habla. - No hagas eso.
-¿Por qué te busco solo una?
-Una o mil, no puedes contra lo que uno siente.
-Si tú no te dejas sentir nada, siempre me rechazas.
-Sarina, simplemente no me atraes, ¿Okey? Tu voz siempre causa que me quiero cubrir las orejas o peor tu manía de cambiar los colores de pelo, a veces me extraña que sigues teniéndola por cuántos tratamientos paso. No te quise hacer daño, no obstante, sola te lo buscaste. - La informa Leonel, perdiendo los estribos.
Sarina baja la cabeza para esconder con su pelo las lágrimas que se le firmaron en los ojos por sus palabras.
-Hola, Leonel. - Dice Zora.
-Zora, hola. - Algo sorprendido por tenerla ahí, saluda Leonel.
-¿No llamarás a Refina?
-¿La necesito?
Riendo, Zora dice. - Tú siempre la necesitas. Bueno, te tajé este informe que contiene la evaluación del mes sobre cómo va nuestro proyecto. - Por estar vestida con un profundo escote y llevar una falda que le cubre solamente el trasero, Leonel no diría que vino por el trabajo.
-Gracias, creo. - Moviendo las cejas sin saber donde lleva esto en realidad.
-De nada, sabes siempre. - Poniendo el pie a frotar la de él.
-Si, ahora comprendo. - Dice más para sí mismo que para ella, por qué preguntó por Refina exactamente, porque ninguna intenta nada en su presencia.
-Me dejas trabajar, por favor. - Usando lo que sabe que para Zora es fundamental.
-¿Un poco de diversión antes?
-No es necesario de verdad y deberías ponerte algo que te enfermaras y mira que yo lo sé. - Prueba con la charla demostrarle que no le interesa su atrevimiento.
A ese comentario, Zora suelta una carcajada antes de decirle. - No te preocupes tú de mi salud, sin embargo, sería encantada si te preocuparías por otras partes de mí.
-No gracias.
-Lo sabía, no significa que dejaré de intentar. - Advierte Zora antes de alejarse.
-Bueno, yo en tu lugar si lo haría hablando que no quiero nada contigo.
-Lo veremos. - Dice y se va. Vino a provocar y se fue.
Editado: 31.01.2023