Maldición de millionario

Capítulo 59

-Vino el reporte de forense. - Dice, abriéndolo Marceles. - En la ropa no había huellas, tampoco en la piel que indicaran que fue empujada. - Tomando otra carpeta, lee. - Murió por el corte en la cabeza.

-Tampoco tenemos motivo - Dice Mauri. -, por el que se encontraba en el sitio de construcción.

-Deberíamos interrogar a las otras pretendientes de Montejo - Interviene Casilas. -, en fin tuvo altercados con menos dos de ellas.

-Mal no nos puede hacer.


 

-Sarina Dosetti, bienvenida. - Dice Marceles, entrando en la sala de interrogación. - Soy el inspector Livio Marceles, encargado de las investigaciones de las muertes de Ángela Galicia y Loreta Adama. - Mientras se sienta la ve asentir con la cabeza. - ¿Sabe por qué está aquí?

-¿En la comisaría o en el cuarto de interrogación? - Pregunta, nada contenta Sarina.

-El motivo por cuál fue llamada.

-No. - Con fuerza de la seguridad contesta Sarina.

-Bueno, entonces yo le explicó. La llamamos porque nos hemos enterado de su pleito con la señorita Adama poco antes de que falleciera.

-¿Y de dónde se enteró? Digo, porque sucedió en un lugar cerrado y privado.

-Tenemos nuestras fuentes.

-Bueno, diga lo que quiere, pregunta lo que le interesa y déjame salir de aquí, que esto es humillante.

-¿Por qué discutieron?

-Se me vino encima con insultos.

-¿Cómo se comportó?, porque sabemos que la razón fue su anuncio en el periódico.

Exhalando, sin ganas, Sarina dice. - Como loca que era, en el último tiempo se fue de verdad... - Moviendo los dedos a lado de la sien para darle a entender que se le esfumó el cerebro.

-¿Me da algún ejemplo?

-¿Más de que me desgreño? Que vemos, en la fiesta se humilló, hasta grito, me he enterado de que completamente desnuda, espero a Leonel en su oficina... No lo sé, es todo que por el momento me puedo recordar antes de Leonarda, cuando estaba Ángela no era así.

-¿Sabe usted cómo eran sus encuentros con la señorita Mayis?

-No, no sabía ni que se hubieran visto.

-¿Considera usted que alguien tuviera motivos de deshacerse de la señorita?

-No. Ni amigas somos.

-¿Señor Montejo?

-Leonel no, lo conozco desde niño y no es capas ni de sacar una mujer de su oficina, menos matarla.

-Está bien, ¿Dónde estaba usted esa noche alrededor de las once?

-Con unos amigos en el club.

-Muy bien, señorita Dosetti eso es todo, por ahora vamos a verificar su álibi por lo que la pido que me deja los datos del club y de las personas que la acompañaban. - Entregándole papel y pluma .


 

-Gracias por venir, señorita Mayis. - Dice, entrando Marceles.

-¿Por qué me llamo?, yo no sé nada. - Algo asustada, pregunta Leonarda.

-No se preocupe, señorita, no es nada malo, solo nos interesa saber de sus encuentros con la señorita Adama.

-Loreta. - Enarcando una ceja.

-Sí. Por favor. - Invitándola a sentarse.

-Yo no sé nada de su muerte.

-Está bien. - Tratando de calmarla, levantando las palmas de la mesa en su dirección.

-¿Estaba en su casa esa noche?

-Si.

-¿Desde cuándo? - Pregunta sin firmeza que utiliza siempre.

-Desde unos nueve. - Levanta insegura la ceja. - Llegue desde el trabajo, cierran en once, como todo es tranquilo y no hay problema, salgo antes.

-¿Me puede describir sus encuentros con la señorita? ¿Cómo eran?

-Obligados. Siempre me buscaba.

-¿Cómo se comportó?

-Normal. Como era, segura, por tener dinero, concluyó que todo puede ser como ella quiere...

-¿De qué se trataban esos encuentros? - Sigue hablándole con delicadeza.

-Leonel, estaba tratando de que lo deja usando las mentiras y falsa solidaridad.

-¿Y no lo logro? - Dubitativo.

-No, la definitiva fue por Brigite. Loreta empleaba unos trucos que siempre la golpeaban de regreso en la cara.

-Escuché que en su último encuentro la tuvo que echar.

-Si, no me dejaba regresar a mi trabajo.

-¿Vive con su familia?

-Si.

-¿Ellos pueden confirmar que estaba en la casa?

-¿Por qué? 

-Es solo la confirma de lo que dijo.

-Si, estaban ahí, si eso no es suficiente, comparto la habitación con mi hermana.


 

-¿Hasta cuando tengo que esperar? - Grita Brigite, cuando entró Marceles.

-Tranquilizarse, señorita Camil.

-No sé cómo espera, eso sí, me tiene aquí acusada de asesinato.

-Nadie la está acusando de nada, esto es solo una plática.

-Como no. - Ródano los ojos.

-Bueno, ¿Se puede tranquilizar y que terminamos con esto?

-What ever. - Dice, sentándose.

-¿Comenzamos? ¿Por qué se considera acusada?

-¿Como por qué? Les tengo que recordar que me trajeron.

-No, pero eso es porque se negó venir sola.

-¿Y quién quiere aquí llegar por su voluntad?

-El que no tiene nada que esconder.

-Yo no escondo nada.

-Bueno, como quiere ¿Tiene el álibi por la noche de la muerte de la señorita Loreta Adama?

-Sí, estaba en el club de la sociedad.

Anotando, Marceles pregunta. - ¿Es culpable de la ruptura entre señor Montejo y señorita Mayis?

-¿Eso que tiene que ver con nada? Además, es cosa privada.

-Cuando policía está involucrada nada es personal señorita Camil.

-Lo denunciaré.

-No tiene por qué, todo es grabado. - Enseñando con el dedo hacia la cámara.

-¿Terminó? Me quiero ir.

-¿Su relación con la difunta como era?

-No la tuvimos, solamente nos interesó el mismo hombre. Además, yo no vivo aquí.

-¿Tiene deseos de regresar?

-Ya tengo el billete.

-¿Sabe que no se puede ir hasta que la investigación no termina o la descartamos como sospechosa?

-Tengo álibi que me permite abandonar, esté dichoso país. - Levantándose, anuncia. - Hasta nunca. - Dice saliendo por la puerta.


 

-Señorita...

-Corea, Zora Corea. - Lo interrumpe, presentándose extendiendo la mano.



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En el texto hay: amor, muerte, amisad

Editado: 31.01.2023

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