Maldición de millionario

Capítulo 68

Después de que Refina se fue, Leonel rechazo y logró librarse de Sarina, haciendo que la furia contra Refina crezca para ella.


 

-¿Me dejarás de ignorar? - Pregunta Leonel, parado detrás de Refina que está fregando. - Ya te dije que no pasó nada.

-No me importa. Es tu vida y haz lo que quieres. De verdad ya no me importa. - Con firmeza en su voz le aclara hasta levantando la mano entre ellos cuando dio la vuelta.

-No te comportas como alguien al quién no importa. - Le contradijo en el murmullo.

Exhalando un fuerte suspiro, Refina le aclara. - Mientras tú accedes a los caprichos de Sarina, yo anoche hacia de estúpida frente Leonarda pidiéndole que regresen. ¿Ahora mejor? - Con el enojo pregunta.

-¿Dónde la viste? - Con la voz algo baja, pregunta Leonel.

-Fui a cenar con Gael en el restaurante.

-¿Cómo les fue?

-No intentes, no intentes que no lo lograrás.

-No hago nada.

-¿A si, no? No intentas de que te hablé de mi noche para hacerme olvidar y que vuelva a hablarte. - Volviéndole dar la espalda.

Para ganársela le pone el café debajo de la nariz. - ¿Lo sigues bebiendo? 

-Tú eres el único que me la hace. - Volteando a mirarlo, dice.

-Me da gusto escucharlo. - Sonriendo con satisfacción.

-Quita esa sonrisa o te la borro con la cachetada. - Advierte, levantando la mano.

Leonel desmide la sonrisa y con expresión enojada Refina le arrebata la taza, encaminándose hacia sofá. 

-¿Cómo me quedo, sigue igual? - Sentándose a su lado, pregunta contento Leonel.

-Sí. - Separando los labios de la taza. - Me extraña que no saliste de la práctica.

-Es mi bebida oficial para ti, por supuesto que siempre la voy a saber hacer a la perfección. ¿Te recuerdas el día cuando te lo compre por primera vez?

-Y cada vez desde entonces cuando nos encontramos me lo traías. - Con la voz aburrida de cuantas veces lo hizo.

Dejando pasar unos minutos en el silencio, los dos lo pasan mirando al vacío.

-¿Me puedes entender? Lo único que intentaba es deshacerme de ella una vez por todas.

-Besándola y acostándote con ella, no veo como lo hubiera logrado.

Comprendiendo que sigue enojada, Leonel toda la drástica decisión. - Vamos, levántate. - Con la voz mandona y sujetándola de la mano le exige.

-No iré contigo a ninguna parte, así que suéltame.

-¡O!, si te irás. - Viendo que no lo hará por su voluntad, Leonel la levanta y cargándola en el hombro, sale de la casa con ella.


 

-Espero que entiendas que esto lo hago por ti. - Dice Leonel, deteniendo el coche en las montañas. 

-¿Qué hacemos aquí? - Saliendo del coche y mirando la altura, pregunto Refina.

-¿Qué crees? - Pregunto Leonel sin buscar la respuesta en realidad, abriendo el maletero.

-¿Piensas escalar? - Pregunta sorprendida Refina viéndolo, sacar las cuerdas, cascos, zapatos adecuados, agua.

-Lo haremos juntos.

-No habías dicho que no lo volverías hacer después de lo que pasó.

-Yo hablo mucho, pero sí. - Acercándose a la montaña con las cosas en la mano. - Lo hago por ti, para que me perdones.

-Leonel, sé que es bueno vencer los miedos, sin embargo, no te quiero presionar si te pongas mal ahí - Refiriéndose a la altura con la mano. -, riesgamos.

-Ya vinimos hasta aquí, así que anda.

-Leonel, te perdono. - Uniendo las calmas, le dice.

-Ahora no te salvarás. - Con la risa la informa.

Listos para comenzar a escalar por última vez, Leonel y Refina se miran.

Manos en las piedras, Leonel dice. - Vamos. - Y hace el primer paso. - Te reto hasta arriba.

A Refina se le devolvió la sonrisa y comienza acelerar los pasos.


 

-Tienes buen tiempo. - Le dice Refina cuando alcanzaron la cima.

-Todavía un poco y estamos iguales.

Al llegar arriba suspiran de esfuerzo y enfocan la vista en el panorama adelante.

-Cuidad no cambio nada, ¿A? - Dice Leonel.

-No tiene en que cambiar. Lástima que no podemos esperar que anochezca.

-¿Y por qué no?

-¿Leonel, cómo pretendes que bajamos de noche? ¿O quieres que dormimos aquí sobre las rocas, en lo duro y sin cobijas?

Terminando los árboles comienzan las carreteras y viene la ciudad. Una ciudad urbaniza, llena de edificios, separada por la carretera y algunas áreas verdes.

-Bien, la próxima vez llegaremos preparados.

-No hables estupideces. - Bruscamente, le dice.

-No los digo, lo prometo. - Acercándosele la abraza.



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En el texto hay: amor, muerte, amisad

Editado: 31.01.2023

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