Maldición de millionario

Epilogo

Tres pequeños corren por el jardín, teniéndolo a él detrás de ellos, jugando al cazador.

-Jj - jj - jj - jj. - respira cansado por la boca, con las manos en caderas, parando de correr.

-Je - je - je - je. - Es el único otro sonido que hay en su alrededor, la risa de unos niños.

-Ven te agarro. - Dice, viendo a su pequeño de cuatro años corriendo en círculos sin dejar de reír.

Mientras corre detrás del más pequeño a su ayuda llega un niño y una niña.

Dificultando le la misión, ríe junto con los niños.

-Mamá. - Llama la niña, haciendo que el más pequeño se escapa a la casa, mientras el más grande va a los brazos de la madre.

-Ayuda. - Pide el grande, sabiendo que solo ella lo puede detener, por lo que se esconde detrás de ella mientras la abraza por la pierna.

Con la sonrisa enamorada, levanta la cabeza para mirar a su esposa que está en la entrada del jardín.

Sonriendo con respiración agitada por seguir a los niños, camina hacia su esposa. Mirando mientras se acerca ese pelo castaño hasta los hombros, los labios que adora besar y que le sonríen y esos ojos que brillan cada día más de felicidad.

Llegando a su lado la besa, apartándola del niño que se escondió detrás de ella y que junto a sus hermanos sueltan los sonidos de la risa y el asco.

Rompiendo el beso, la mira a la cara. La cara que vio tantas veces y que sigue trayéndole la paz.

-No pudiste hacer nada. - La voz se distorsiona, haciéndole imposible de entender lo que le está diciendo Refina.

-Uh. - Espantando, se despierta, dando un salto en la cama. Calmando su agitada respiración, volteando la cabeza al otro lado de la cama donde duerme Leonarda para encontrar el espacio vacío.

-Vacío de nuevo. - Dice para sus adentros.

Al prender la luz de la lámpara en la mesa de noche, se apoya al respaldo de la cama y pasa las manos por la cara, borrando el resto del sueño y aturdió de la pesadilla.

Mientras baja las escaleras a la cocina por un vaso de agua, revive los sucesos del día.

Sentado en cocina con el vaso de agua adelante y las manos apoyadas en la isla, vuelve al momento cuando regreso a casa.

-Hola, mamá. - La saluda, llegando a la sala.

Justa está sentada en el sofá, perdida en sus pensamientos.

-Hola, hijo.

-¿Estás bien? - Pregunta, sentándose, viéndola baja de ánimo.

-Sí, tu papá y yo visitamos el orfanato hoy. Deberías conocer a Rebeca, se parece tanto a nuestra niña. - Dice con una triste emoción.

-Me da gusto por ustedes, ¿Papá?

-Está en el despacho, se encerró desde que volvimos. Por un momento olvidamos quienes somos y hemos solicitamos la adopción. Queríamos darle todo el amor que nos estaba arrebatado, pero solo nos ilusionamos, nos la negaron por viejos. A pesar de que para la niña seriamos más como unos abuelos que padres menos tendría un hogar y la seguridad que a Re le han arrebatado.

-Tienen razón, mejor les vendría un nieto.

-Ya perdí la ilusión.

Suspirando, pide. - Podemos no ir ahí.

-Hola, hijo - llegando lo saluda papá.

-Papá. - Pronunciando la palabra, mueve la cabeza. - Escuche de su aventura.

-Sí, fallamos enormemente. Antes te la darían a ti.

-Noo. - Su voz transmite la poca credulidad que tiene sobre el tema. - Hay familias que son mucho más aptas que yo. ¿Quién me la daría en el fiasco en el que vivo?

-¿Cómo va en la empresa?

-Bien, mucho trabajo...

-¿Cuándo búsquedas alguien que te ayude?

-Estoy bien solo. No me veo compartiéndolo con nadie, ni creo ya a nadie. Además, es mejor que estar solo en casa.

-Estás trabajando ya un año solo, sin nadie que te ayude...

-Y me siento bien. Si busco a alguien que me quitara la mitad del trabajo, ¿Qué voy a hacer? Tú tienes tus actividades, mamá a las suyas y Leonarda desde que vino a la idea de abrir su propio restaurante no está llegando ni a dormir. De los hijos ni hablar, siempre cambia el tema.

-Deberías divorciarte.

-Nos dejamos llevar y todo fue muy rápido, después de que la hemos perdido. - Triste Justa, da el apoyo a su marido.

 -Ahora es tarde, para todo.

-El divorcio siempre es una opción, hasta hablé con el abogado y te preparará uno.

-Papá tiene razón, escúchalo. A Leonarda lo único que le importa es el dinero, ayer me pregunto para buscarle alguien a Esperanza.

-Y no olvides lo que dijo de Re.

-Eso no tuvo ningún sentido... - Murmura, recordando como la acuso...

-Señor, este vino para usted esta mañana. - Interrumpe la sirvienta, extendiéndole un sobre largo.

 -Gracias. - Dice, recibiéndola.

-¿Qué es? - Pregunta mamá que está sentada a su lado.

-Ahora veremos, no tiene nada escrito. - Informa, girándola extrañado antes de comenzar a abrirla.

Del sobre saca un solo papel blanco, doblado. Aturdido lee las palabras en voz alta.

-Seguirás pagando por haberla hecho feliz. - Palabras están cortadas en pedazos de diferentes lugares, dejando claro que es una amenaza.

Antes de que lograron salir de su asombro oyen caer algo al piso. Mira a sus pies donde siente algo sobre los zapatos, parecen ser las fotos que toma en la mano y deja en la mesa. Los tres sienten como la sangre se les congela y el cerebro queda en blanco al tener frente a ellos las fotografías de los rostros de Refina, Ángela, Loreta. La única diferencia entre las fotos es que la de Refina tiene un X en el rincón izquierdo de la fotografía, mientras el X en la de Ángela y Loreta recorre toda la fotografía.

-¿Qué es esto? - Pregunta con una mezcla de horror y enojo Justa.

-Es la prueba que anhelamos, esto comprueba que nuestra Re no lo hizo.

-¿Pero quién si lo hizo? ¿Qué es esto y que significa este X? – Inquirió, señalando la x de la foto de Refina.

-Lo más relevante es que tenemos la prueba de que es inocente y por fin lo podremos demostrar. - A Darío no le interesa lo que tienen enfrente...



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En el texto hay: amor, muerte, amisad

Editado: 31.01.2023

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