—No, claro que no —negó ella rápidamente sacudiendo la cabeza.
—¿Entonces? —pregunté cruzando los brazos.
—Ayy, es que no lo sé. —Se sentó en la cama y tomó su cabello estrujándolo—. Tan solo lo hice, simplemente lo vi a lo lejos e hice un dibujo de él, sin querer volví a hacer otro y ya después solo dejaba volar mi imaginación.
—¿Te gusta Damián?
—No, no es así, lo juro —dijo levantando la vista—. Me lo pregunté bastantes veces, el por qué lo hacía, realmente no tuve una respuesta.
—Yo creo que sí te gusta, solo que no lo quieres aceptar —dije sentándome junto a ella.
—Por la Diosa Luna, Lory, es tu hermano —dijo como si con eso bastara—, no puede gustarme, esta prohibido.
—¿Por quién? —pregunté enojada ahora—, dime quién dijo que estaba prohibido para desterrarlo de la manada. —Me miró a los ojos buscando algo, estaba sorprendida.
—¿No te molestaría? —preguntó dudosa.
—¡Claro que no! —grité aventándome sobre ella—. Que mejor que mi mejor amiga sea mi cuñada, te aviento con él si quieres.
—Ay no, Lory —dijo riéndose en la cama siendo aplastada por mí.
—Aclarado eso, ya puedes admitir que te gusta —dije acostándome junto a ella en la cama. Ella suspiró.
—Pero de verdad no creo que me guste, ¿cómo podría? —dijo sentándose de nuevo y viéndome desde arriba.
—¿Cómo que "cómo podría"? Es guapísimo, o sea, es mi hermano —dije remarcando lo obvio.
—Lo sé, no me refiero a eso —dijo rodando los ojos.
—Acabas de admitir que si esta guapo, ya es un inicio —dije meneando mis cejas, era mi turno de hacerle carrilla.
—Sé que es guapo, no estoy ciega, pero no me imagino estando con él. —Deja caer sus hombros—. Él siempre está rodeado de chicas, es un egocéntrico y no se toma nada enserio.
—Oye, alto ahí. —La pare dispuesta a defender a mi hermanito a capa y espada—. Tú no sabes cómo es Damián en una relación, sí es un poco infantil a veces y hace comentarios sobre chicas pero él puede ser serio cuando quiere.
—No lo creo, siempre ha sido así, jamás ha tenido una relación formal, tampoco tu podrías saber como es estando en una.
—El día que mi hermano se enamore va a ser un completo mandilón, te lo puedo jurar aquí y ahora, conozco a mi gemelo —dije asintiendo para darle mas firmeza a mis palabras. Ella me mira durante unos segundos para después negar.
—No sé ni por qué estamos hablando de esto, él jamás se fijaría en mí, que aclaro no quiero que lo haga.
—Sí, claro, sigue negándolo, de todas formas estos dibujos demuestran lo contrario. —En mi mano tengo uno de sus dibujos donde esta juntos.
Ella los mira por dos segundos para después abalanzarse sobre mí, me arrebata el cuaderno y empieza a cortar todos los dibujos que hay de él.
—¿¡Qué estas haciendo!? —gritó intentado arrancarle el cuaderno a ella.
—Estos dibujos nunca debieron haber existido, los quemare para que jamás haya prueba de que estuvieron aquí.
—¡Estas loca! No te dejare hacer eso. —Pude quitarle muy apenitas el cuaderno, pero el dibujo de ellos dos juntos quedo destrozado.
—Mallory, son mis dibujos, yo decido que hacer con ellos. —Kerstin me miraba enojada.
—¡Tú! ¡Tú estas en una negación extrema! No te dejaré hacer nada en ese estado.
—Esos dibujos son ridículos, y si alguien mas los ve pensará cosas que no son.
—Me vale lo que puedan pensar, no dejaré que rompas mis ilusiones.
Es nuestra vida, Mallory —dijo cruzándose de brazos.
—Sí, y tu estas decidiendo por los dos, en ese caso iré a decirle a Damián para preguntarle que quiere hacer con ellos.
—Ahora tú estas siendo ridícula.
—¡Me vale! —Le saqué la lengua—. Yo me voy a encargar de que estén juntos.
—¿¡Qué!? Ahora sí perdiste la cabeza.
—Claro que no, tengo un presentimiento —dije acomodando las hojas del cuaderno para que no estuvieran arrugadas—. Yo creo que ustedes son mates.
—¿Mates? —Kerstin levanto una ceja—, eso es imposible.
—Claro que no, y me estoy cansando de que uses esa palabra, nada es imposible —dije convencida.
—Claro que si, hay muchas cosas imposibles —dijo obvia.
—Para mi no, y yo haré que ustedes dos estén juntos. —Estaba decidida.
—Vas a ver que en mi fiesta de cumpleaños mi mate aparecerá, y si no en su fiesta pasará, pero no seré yo.
—¿Por qué ahora estas tan negativa? —pregunté enojada.
—Solo estoy diciendo la verdad, Damián Zauberwald y yo jamás podríamos ser mates.
—Eso lo veremos —dije retándola con la mirada.
—¿Me llamaron? —Kerstin y yo giramos nuestra cabeza como un resorte al escuchar su voz.
Estaba en la puerta con su chándal gris y su camisa interior blanca dejando al descubierto sus músculos. Sonreí con maldad al verlo, Kerstin se ha de estar volviendo loca por dentro.
—No, ¿por qué? —pregunté inocente al ver que Kerstin no hablaba.
—Escuché gritos y vine a ver, creí que estabas teniendo un ataque de nuevo.
—Pues no, estoy muy bien, y no te llame, pero gracias por venir —dije sincera, sabía que me preocupaba por mí. Luego se me ocurrió una idea—. Oye Damián, si sabías que Kerstin dibuja, ¿verdad?
—Sí, claro, siempre está dibujando en la clase de biología. —Sonreí por su contestación, significaba que compartían una clase y que él le había prestado atención más de una vez en ella.
—¿Alguna vez has visto uno de sus dibujos? —pregunté aún sosteniendo el cuaderno en mis manos. Kerstin me miró aterrada por un segundo.
—Pues la verdad no —dijo frunciendo el ceño—, me imagino que son buenos.
—Uy si, muy buenos —dije abriendo el cuaderno—, y vaya que sí.
Kerstin se abalanzó sobre mí para quitármelo antes de que pudiera decir o hacer algo más.
—No me gusta que vean mis dibujos —dijo de espaldas a los dos mientras lo guardaba en su mochila. Podía escuchar su voz quebrada.