Los invitado empezaron a llegar cuando el sol se puso y la luna se empezó a hacer mas notoria junto con mis nervios.
—Todo estará bien —dijo Damián a mi lado.
—Eso quiero creer.
—No te preocupes, todo pasara muy rápido.
Nos encontrábamos dentro del palacio a espera de hacer nuestra gran entrada. Kerstin estaba arreglando algunos detalles junto con Ariana, estaban recibiendo a los invitados y acomodándolos. Para Ariana era muy importante como futura Luna simpatizar con todos los alfas y lunas, pues serian unos iguales muy pronto.
—Nunca pensé que este día llegaría y tu estarías de esta manera —comentó Damian.
—¿Cómo? —pregunté para tratar de olvidarme de los nervios.
—Siempre pensé que estarías ansiosa pero segura y yo sería el nervioso —dijo riéndose.
—¿Y por qué? —pregunte frunciendo el ceño—. ¿Por qué estarías tu nervioso y yo no?
—Es que parece que tú siempre tienes el control de las cosas —dijo lentamente.
Al terminar de entender sus palabras no pude evitar reírme un poco.
—Bueno sí, antes solía tenerlo y por eso estaba siempre segura, pero ahora ya no tengo el control de nada, ni de mí misma al parecer —dije recordando la noche con Fynn—- Pero yo tengo razones para no estar segura, pero a ti no te veo nervioso como dijiste que estarías.
—Uno de los dos tiene que ser el fuerte. —Me miró atentamente a los ojos y lo entendí, no pude evitar que un sentimiento de ternura y cariño me atacara.
Él lo estaba haciendo por mí. Sabía por mi audición que durante la semana había estado muy preocupado, era uno de los que más había insistido, y justo ahora que él me veía nerviosa estaba tratando de ser el fuerte, de darme su apoyo, de consolarme, dejándose un poco de lado a sí mismo.
Me aventé a sus bazos para apretarlo entre los míos.
—Ay, te amo, idiota. —No pude evitar insultarlo, tenía que haber un equilibrio.
—Yo también te amo, tonta —dijo correspondiendo mi abrazo.
Me quede un momento en sus brazos para aspirar su aroma y su seguridad, todo lo que pudiera.
—¡Ya es hora! —Escuchamos el grito y después las puertas dobles fueron abiertas rápidamente dejando ver a Kerstin fatigada—. ¿Están listos?
Los nervios volvieron a mi poniéndome incomoda y tensa, pero respiré profundo y me armé de valor, ¿dónde había quedado la Mallory de antes? ¿La que no le temía a nada? Tenía que ir a buscarla y traerla de vuelta.
—Sí, estamos listos —dije finalmente.
—Okay, entonces es su gran momento —dijo haciéndose a un lado cuando la música dejo de sonar y poco a poco empezó a sonar una especie de trompetas.
Las puertas fueron abiertas por unos guardias fuera de la entrada, dejándonos completamente al descubierto ante toda la gente de la manada y alfas y lunas de las manadas más cercanas.
Intente forzar la mejor sonrisa tomando la mano de Damian, siempre juntos. Los aplausos no tardaron en hacerse presentes mientras caminábamos en el gran camino de piedra hacia la carpa.
Al llegar todos nos rodearen llenándonos de halagos y suspiros, en ese momento pude recordar quién era, porque me sentí bien, me sentí en control de nuevo, pude sentir esa seguridad que eran tan característica de mí, la había extrañado, la acogí con cariño, pero no tardo mucho antes de irse de nuevo.
La sonrisa que tenia en mi cara se borro de golpe al enfocar una figura entre la multitud.
Fynn...
Estaba ahí, mirándome atentamente, analizando mis movimientos. Había estado evitándolo todo este tiempo, incluso hoy durante el día caminé precavida, esperando escuchar o sentir un indicio de él para salir huyendo. Yo sabía que lo vería aquí, era obvio, pero evitaba estar con él a solas o estar lo suficientemente cerca para que pudiera entablar una conversación que me recordara aquel día.
Aparté mis ojos de los suyos queriendo huir de ellos o esconderme, sabía que su mirada seguía en mí pero traté de ignorarla.
Nuestros padres se acercaron a nosotros y nos escoltaron hasta la mesa principal.
—¿Qué tal? ¿Cómo se sienten? —preguntó papá al sentarnos.
—Yo estoy normal —contestó Damián relajado.
—¿Y tú, Lory? —me preguntó mamá.
—No lo sé, supongo que también estoy normal.
Mis dos padres me miraron raro, sabían que esa no era una respuesta normal en mí y que aún seguía afectada, pero podía ver que estaban felices por que estuviera ahí.
Vi a Ariana un poco agitada venir a nosotros, sola.
—¿Y Alex? —pregunté confundida al no verlo por ningún lado.
Mi madre se tensó un poco para después mirarme.
—Llegará pronto —dijo mamá.
—¿Dónde está? —dije más confundida, él no podía perderse mi cumpleaños.
—Esta bien, llegará después —repitió mamá tratando de calmarme.
—Pero, ¿por qué? Él tiene que estar aquí, es nuestro cumpleaños dieciocho —dije enojada—. ¿Que puede ser más importante que nosotros?
—La manada y la seguridad de todos —dijo papá entre dientes dejándome callada.
¿La seguridad de la manada?, pero ¿qué había pasado? Me asuste por un momento al pensar que estaban intentado atacar nuestra fiesta.
—Nada importante, solo de rutina, queremos que todo esté bien —aclaró mamá.
—¿Y por qué fue él? —pregunté de nuevo.
—No quería que tu papá se perdiera algo de la fiesta, y pensó que lo preferirías a él.
Negarlo sería dañar a mi papá, por lo que me quede callada, indirectamente dándole la razón, aunque no era así.
—Entonces ¿regresará antes de transformarnos?
—Sí, quizá justo en la trasformación para verlos.
La noticia me había desanimado todavía más, no me esperaba no tener a mi familia completa durante toda la fiesta, pero no tenía opción. Que triste pensar que recordaré este día en un futuro como algo que no me gustó después de esperarlo tanto.
—Tienen que ir a saludar a los alfas y sus hijos, no sabemos si alguno será su mate por lo que no podemos dejar de lado a ninguno, ¿entendido? —dijo mamá.