Maldición Fraternal

Capítulo 21

No llegamos a la meta, pero igual les dejare dos capitulos por aqui.

Alexander

Deje la escena de Mallory en los brazos de otro hombre para arreglar un problema mayor, no quería hacerlo pero era necesario.

Llegué a la habitación donde papá me había dicho que habían llevado a Ariana.

Al llegar toque la puerta levemente y fue abierta por la madre de ella, una mujer no tan alta de cabello rubio igual que ella.

—Alexander —saludó de una manera tosca, enojada.

La comprendía, ellos no sabían lo que estaba pasando y por órdenes de papá no tenía permitido decirles aún nada al respecto.

—Necesito hablar con ella —dije suavemente.

—Esta muy enojada —mencionó asintiendo.

—Y lo comprendo, tan solo quiero aclarar las cosas —dije lentamente, queriendo que entendiera que no venia a lastimarla.

—Esta bien, mamá, —Escuché la voz de Ariana dentro—. Necesito escuchar lo que me tenga por decir.

Su mamá me dejó pasar y me adentre en la habitación encontrándome con Ariana recostada en la cama con un vendaje que cubría todo su cuello hombro y parte del brazo. Su maquillaje estaba corrido y tenía una apariencia deplorable, haciéndome sentir más culpable.

Su padre estaba sentado en un sofá de la esquina con los codos en sus piernas y su cabeza recostado en sus manos, se veía pensativo, quizá estaba conteniéndose para no darme una paliza, si yo fuera él lo haría.

—Necesito hablar con él a solas —dijo Ariana echando a sus padres.

—Estaremos cerca —dijo su madre antes de salir con su padre detrás.

Me quedé en silencio viéndola, pensando en cómo podría decirlo, tiene que haber una manera buena.

—Solo quiero saber por qué —empezó ella, sacándole de mis pensamientos—. ¿Por qué lo hiciste?

—Yo... —Iba a hablar pero ella tenía otros planes.

—Yo jamás me negué a nada, porque siempre supe cual era mi lugar aquí y traté de cumplirlo lo mejor que pude.

Me quedé en silencio mejor dejándola hablar, necesita desquitarse y decir lo que tenía en su cabeza.

—Pensé que teníamos un trato. —Sus ojos empezaron a cristalizarse—. Trate de consolarte y ayudarte, pero no de dejaste, quisiste alejarte y darnos espacio, lo entendí porque sé lo que se siente no tener a tu mate. Quise darte tiempo para que lo procesaras y pudieras asimilarlo, pero jamás creí que me harías esto.

Ya no pudo contener sus lágrimas y estas corrieron por sus mejillas, haciéndome sentir más mal.

—Creí que eras bueno —susurró mirándome de una manera que no entendí—, y que quizá algún día podríamos vivir cómodamente el uno con el otro sin tanto dolor en nuestros corazones.

Sus palabras salían entrecortadas por las lágrimas, no me gusta verla así, yo no quería que sufriera.

—Pero ahora yo... —Ella negó con la cabeza sin terminar se decir la oración.

Tenía que decirle, sentía la necesidad de justificarme, no quería que pensara que era el malo. Al final me di cuenta que no había manera bonita de decirlo así que solo lo solté.

—Encontré a mi mate.

Sus ojos se abrieron con sorpresa y dejaron de caer lágrimas de estos. Vi a su cabeza crear miles de pensamientos que mire a través de sus ojos. Lo notaba en su cara, no sabía que pensar.

—Y la verdad es que no pasó nada, porque sí pensé en ti, solo la tomé de la mano y no sé porque te afectó tanto, pero te juro que no era mi intención.

Su silencio me daba mil cosas que pensar y solo hacia que me desesperara. Al final sus labios por fin se separaron para dejar de decir una palabra.

—Felicidades —dijo lentamente, despegando sus ojos de la cama y viendo directo a los míos—. Realmente me alegro por ti.

Creí que lo primero que preguntaría es que pasaría con ella, eso es lo que yo haría, y ya estaba preparando la respuesta, pero su contestación solo confirmo lo que ya pensaba de ella.

—Gracias —dije sincero relajando los hombros—, pero no tienes que preocuparte, me encargaré de que te quedes aquí y estés segura siempre.

—No tienes que hacerlo —se apresuró a decir—, yo entiendo que con esto ya no tengo nada que hacer aquí.

—Te has convertido en una gran amiga de la familia y de la manada, sin importar que pase me gustaría que te quedaras.

—¿Crees que tu mate estaría de acuerdo con eso? —preguntó queriendo hacerme entender su punto del por qué no podría estar ahí.

No creía que a Mallory le molestara tomando en cuenta que sabe todo lo que pasó y se habían vuelto amigas en este tiempo. Hablaría con ella sobre eso después, en el caso de que así fuera lo menos que podría hacer era darle una casa en la manada.

—Por ella no te preocupes.

—No sé, digo, a mí no me gustaría que la ex esposa de mi mate estuviera cerca de nosotros.

—Lo entiendo, pero quizá te sorprendería.

Ella asintió y nos quedamos unos segundos en silencio sin saber que decir. Durante las últimas semanas habíamos creído que teníamos que acostumbrarnos el uno al otro porque pasaríamos el resto de nuestras vidas juntos, ahora prácticamente ya no éramos nada.

—Y... ¿Quién es? —preguntó ella.

—...Una chica hermosa, valiente y muy inteligente —dije queriendo dar en las palabras más acertadas.

Ella sonrió al escuchar mi descripción de ella. Su mirada que había cambiado totalmente de una de dolor ahora estaba repleta de ternura.

—Espero no la dejes ir.

—No lo haré, de eso puedes estar segura.

Mallory

El baile terminó principal terminó y la música dejó de ser lenta para convertirse en lo nuevo del momento. Tanto los hijos de los alfas y los demás chicos de la manada se unieron a la fiesta con excelentes pasos de baile, de esos que te hacía reír hasta no poder respirar.

Estuve bailando un rato entre la multitud intentado recordar que esta era mi fiesta, que hoy era mi momento y tenía que disfrutarlo. Sabía que acabando esta fachada regresaría al palacio donde mil problemas me esperaban, unos peores que otro.




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