Un dolor en mi cabeza me hizo despertar lentamente entre quejidos, me moví intentando calmarlo pero era imposible, y mientras más consciente estaba el dolor aumentaba. Al final terminé abriendo los ojos con mucha dificultad.
Estoaba en mi habitación, no recordaba muy bien como había llegado, solo brazos jalando mi cuerpo y algunas cosas del palacio. Todavía llevo parte de mi vestido de anoche.
Dejando mis recuerdos borrosos me estiré y retorcí al sentir de nuevo la punzada que atormentaba un costado de mi cabeza.
A pesar de este dolor pude notarlo caminar por el pasillo. La puerta se abrió dejando ver a Alex con un vaso de agua y una pastilla.
—Para la resaca —dijo pasándome la pastilla.
—Gracias.
Me senté para tomarla.
Mientras lo hacía lo estaba mirando desde abajo con la misma pregunta rondando por mi cabeza, ¿y ahora qué?
¿Se supone que tengo que empezar a tratarlo como mi mate, mi pareja? Dejé el vaso en la mesita de noche.
—La resaca no dura mucho en nosotros, pero con la pastilla en menos de 10 minutos se va —informó.
—No debí de haber bebido —dije haciendo una mueca y provocando una risa en él.
—Todos se arrepienten el día después —dijo restándole importancia.
—¿No hice ninguna locura? —pregunté con timidez.
—Yo no te vi, pero si lo hiciste Kerstin debe de saber, ella te cuido de cerca toda la noche.
¿Ah si? No estaba entre mis recuerdos borrosos, bueno tendría que agradecerle.
—¿Dónde está? ¿Regresó a su casa?
—No, la señora Lehmann y ella se quedaron para poder hablar e investigar más hoy sobre... nosotros —explicó diciendo esto último lentamente.
—Ah. —No dije nada más. Él sin embargo miraba para todos lados y abría los labios de vez en cuando, quería decir algo.
—... ¿Tú que piensas sobre eso? —preguntó al fin.
—¿Sobre nosotros? —pregunté, pero sabía que si era de eso, solo para confirmar. Él asintió—. No sé que pensar.
Suspiré y tomé mis piernas para sujetarlas con mis brazos.
—Es que ayer me alteré y dije muchas cosas, después me di cuenta que ni siquiera sabía si era lo que tú querías.
Estaba desganado y entendí su pregunta. Él me estaba preguntado realmente si quería que el siguiera luchando por eso. Me lo pregunté un segundo. Sí, era raro y todo, pero era mi mate, quizá fuera extraño ahorita pero a largo plazo, ¿querría pasar mi vida entera sola o con alguien a quien no quisiera? Creo que sí valía la pena intentarlo al menos.
—Lo quiero... —dije lentamente—, quiero intentarlo —aclaré.
Él me miró algo sorprendido pero asintió.
—¿Cómo haremos esto?
—Ni idea —dije encogiéndome de hombros.
—Nos esperan bajo —mencionó luego de unos segundos.
Mire mi atuendo todo destrozado, seguramente mi cara lucía peor, ¿¡realmente estaba así tan tranquilamente delante de mi mate!? A él no parecía importarle, ventajas de que me conociera de toda la vida, pero ya después me dio vergüenza.
—Necesito cambiarme —informé levantándome.
—Sí, claro —dijo yendo a la puerta—. Ah, espera antes ocupo decirte algo más.
Me volteé para verlo.
—¿Qué pasa? —pregunté esperando que otra cosa necesitaríamos hablar.
—Le ofrecí a Ariana quedarse a vivir en la manada... —dijo lento esperando mi reacción—. Si no te agrada que se quede aquí puedo darle una casa aparte, pero de verdad no quiero que se vaya, creo que sabes que no tiene mucho ahora. —Se apresuró a decir antes de cualquier movimiento de mi parte.
Ariana...
No la había pensado en todo esto, pero era cierto, era su actual esposa, tomé un largo suspiro al pensar en eso, sabía que no era su culpa pero pensar en que era su esposa me había hecho enojar.
Igualmente tampoco quería que se fuera, era mi amiga, aunque no sabía si después de saber que "le quité a su esposo" aún querría serlo.
¿Podría soportar verla siempre aún sabiendo que fue su esposa? Sé que ellos no se amaban pero quien sabe lo que habrá pasado en estas semanas de matrimonio. Al final tendría que dejarlo pasar, mejor no pensar en eso.
Recordé lo que dijo mamá en el teléfono.
—¿Cómo está? —Fue lo primero que pregunté.
—Esta recuperándose, estará bien —Asentí.
—¿Ella sabe que soy tu mate?
—No, solo le dije que la había encontrado.
Negué con la cabeza.
—Esta bien, tampoco quiero que se vaya —dije mientras giraba hacia mi clóset.
Escuché su suspiro de alegría. Que me hizo molestar un poco pero igual lo dejé pasar.
—Bien, te espero afuera para ir juntos —dijo saliendo.
Me bañé y cambié lo más rápido posible con algo muy cómodo, la resaca se había ido pero aún me sentía muy extraña y pesada. Me hice un chongo alto y me quedé sin maquillaje.
Antes de salir de mi habitación escuché ruidos afuera y puse atención.
—Solo la estoy esperando —dijo Alex—, se está cambiando.
—Es que tardaste mucho —dijo mamá con un tono que no pude identificar bien.
—Ya vamos a ir —dijo este.
—Me quedo a esperarla contigo —dijo y ya no escuché nada.
Mejor salí rápido.
—Ya estoy lista —dije abriendo la puerta.
—Bien, la señora Lehmann ya lleva rato esperando —dijo para mirar a Alex y después ir por el pasillo.
La sentía muy seca y distante de nosotros, no como siempre que éramos sus niños.
Caminamos detrás de ella hacia la oficina de papá donde estaba él y la tía Nati.
—¿Ya te sientes mejor? —me preguntó papá.
—Sí, estoy bien —dije y me senté en los sillones enfrente de su escritorio donde estaban.
—¿No ha cambiado nada? —preguntó la tía Nati.
—¿Nada de qué? —pregunté confundida.
—¿Aún se siente como mates? —preguntó.
Gire mi cabeza en dirección a Alex y el también me miro. Sip, nada había cambiado, aún sentía ese exquisito aroma y esas ganas de tirarme a sus brazos para quedarme ahí por siempre.