Mallory
El insomnio me había atacado cuando la noche cayó y después de luchar contra él me rendí y finalmente me vine a la terraza a hacerle compañía a la Diosa luna en su máximo esplendor.
Aún tenía muchas cosas en mi cabeza, de vez en cuando me preguntaba si todo era Real o si solo había sido un sueño o producto de mi imaginación, pero luego giraba mi cabeza hacia la torre donde esta la habitación de Alex y su exquisito aroma entraba en mi para recordarme cuan cierto era todo.
Suspire abrazando más mis piernas y recargando mi cabeza en ellas, estuve tentada a decir "al diablo todo" y perderme entre el bosque donde jamás me pudieran encontrar, pero era una princesa, no me criaron para huir de los problemas, sino para enfrentarlos y saber que hacer en las peores situaciones, ahora creo que mis clases realmente no sirvieron de nada.
En esos pensamientos del bosque escuché unos sollozos en su proveniencia. Fruncí el ceño agudizando mi vista para ver entre los grandes arboles y la oscuridad, pero sin respuesta alguna.
El sonido volvió a hacerse presente y ya que no tenis anda que hacer me levante para ir a su encuentro.
Quería saber quien aparte de mí estaba hasta las tantas de la madrugada en compañía de luna. Me adentre entre las ramas y fui siguiendo los sollozos que parecían alejarse cada vez más. Agudice el olfato para darme una idea de quién se trataba y me sorprendí al notar el característico aroma del próximo beta de la manada.
Me acerqué aún más rápido y al fin noté a Fynn entre las sombras.
Este se dejó caer entre la tierra y las hojas secas con la cabeza baja y su cuerpo temblando. Parecía tener algo en sus manos pero no lograba saber que era. Iba a acercarme para preguntarle qué había pasado cuando su grito me detuvo, fue un llanto medio aullido desgarrador, su cuerpo estaba inclinado hacia arriba, tenso mientras intentaba soltar su frustración.
Al fin note qué traía en sus manos, era una blusa de mujer.
El entendimiento llegó a mi junto con la sorpresa.
Mire asustada y aturdida como el cayó al sueño con un sonido seco, parecía estar a punto de irse.
Sin perder más tiempo corrí en su dirección para tomarlo entre mis brazos y voltear su cuerpo.
—¡Fynn! ¡No, por favor! —grite desesperada intentado hacerlo reaccionar.
Golpee su cara con mis manos para hacerlo volver, pero no parecía estar haciendo efecto. Lo sacudí, grite e incluso intente ordenarle como princesa, pero no. Cuando me di cuenta que no iba a funcionar nada no tuve más opción.
Tomé una piedra del suelo, la más filosa de todas y con rapidez hice un gran corte en mi brazo izquierdo.
—¡¡ALEEX!! —grité con todas mis fuerzas hacia el cielo cuando sentí el líquido caliente empezar a brotar de mí.
Sentí el momento en que abrió sus ojos y se transformó.
Ignore el dolor que me generó el corte para alzar a Fynn entre mis brazos y tenerlo listo cuando Alex llegara, a la velocidad en la que venia llegaría en menos de un minuto.
Tome con delicadeza la blusa y la puse entre sus manos para que tuviera algo a que aferrarse.
Alex llegó con los ojos rojos dispuesto a matar como una máquina.
—¡Estoy bien! —grité deteniéndolo—. ¡Él no! Llévalo y yo los seguiré.
Pareció confundido y renuente pero cuando noto lo que le estaba pasando aceptó de inmediato.
Lo subí a su lobo y el empezó a correr de regreso al Palacio, seguido de mí. Al ser más pequeñita él llegó primero y lo empezaron a atender, cuando llegué yo ya todo el lugar estaba en revolución.
Me dieron una bata para cubrirme y me transforme poniéndola en mi cuerpo.
Al entrar al Palacio Alex ya venía hacia mí enojado, el tendría que entender.
—Ya se lo que dirás —quise detenerlo, pero no me dejo.
—¡Jamás vuelvas a hacerte daño bajo ninguna circunstancia! —Su grito dejó a todos ahí congelados, estaba siendo controlado por su lobo, los ojos rojos lo delataban.
—Tenía que hacerlo, yo... —Quise explicarle, pero su voz me había hecho sentir pequeña, y se vio reflejado en mi tono.
—¡¡No!! ¡No hay ninguna excusa que valga! —Estaba usando su tono de alfa conmigo, y me estaba doliendo, eran órdenes directas.
Me encogía cada vez más en mi lugar y mis ojos no podían apartarse del suelo, ya no me atreví a contestarle, no podía, mi voz estaba atorada junto con mis lágrimas.
Vi a Ariana acercarse dispuesta a intentar calmarlo, pero antes de que pudiera tocarlo él le lanzó una mirada y un rugido de advertencia, lo que la hizo retroceder al instante. Ante todo era el Alfa y tenía un dominio inescrutable sobre cualquiera, pero el que no lo usara con frecuencia nos hacía olvidarlo.
Me jaló del brazo sano arrastrándome hasta una sala con varios médicos. Mi sanación dejaría todo mi cuerpo como nuevo dentro de unas horas, pero él hizo que me cocieran el gran corte provocándome más dolor que si lo hubiera dejado solo. Solo lo miraba parado en la puerta de la habitación aún con los ojos rojos que parecían no tener sentimientos.
Al finalizar me quedé recostada en la cama de la misma habitación mirando el techo con los labios apretados indispuesta volver a mirarlo. Todos los doctores salieron de la habitación y escuché cuando la cerraron. Sé que el se quedo adentro, su gran presencia jamás pasaría desapercibido para mi.
Sentí cuando se subió a la cama y empezó a acercarse a mi, a pesar de eso no aparte mi mirada del techo. Hasta que su cabeza interfirió entre mi vista, ya no tenía los ojos rojos lo que era una gran ventaja, pero no me quitaba lo molesta.
A pesar de tener su cabeza justo frente a la mía no lo mire a los ojos, puse mi atención en cualquier otra cosa mientras peleaba con todas mis hormonas gritándole por el y su cercanía, estaba prácticamente arriba de mi.
No iba a ceder, sé que es lo quiere y aunque todo mi ser me grite y su aroma me esté torturando yo tengo la ventaja por el pensamiento de que es mi hermano, aparte estoy molesta.