Estaba a penas entrando en el mundo de los sueños cuando un toque sutil hace a mi cuerpo brincar del susto y traerme a la realidad.
—Perdón —dijo un Alex culpable con la orilla de una manta—. No quería despertarte. —Terminó de cubrirme con ella—. Vuelve a descansar.
—Espera. —Lo detuve sujetando su camisa—. ¿Cómo esta él?
—Lo tuvieron que sedar para que no siguiera desconectando todo —dijo con la mirada perdida.
Me encontraba en un salón del castillo acostada sobre un cómodo sillón, no había querido ir a mi habitación con todo eso, el que el beta de la manada estuviera pasando por esto era algo complicado.
Me puse derecha en el sofá notando que el poco sueño que había acumulado se había esfumado como arte de magia.
—¿No dijo nada más? —pregunté refiriéndome a lo de su mate.
—No, estaba muy mal, ni siquiera decía cosas con sentido —dijo frunciendo el ceño.
Me quedé en silencio unos minutos, pasé la manta que Alex me había traído por los hombros para seguir cubierta.
—¿Crees que sea cierto? —pregunté lentamente.
—Él... está muy mal —dijo suspirando—. Papá dice que si podría ser, pero necesitamos que se que tranquilice para poder preguntarle qué pasó.
—Si es verdad, él no estará tranquilo. —Mis ojos se empeñaron—. ¿Pero crees que podría llegar en serio a quitarse la vida?
Mi voz se cortó, el solo hecho de pensar que él quería morir, me oprimía el corazón. Su mirada se volvió más oscura y helada, por unos instantes se perdió, imagine que en algún lugar de su mente.
—Si yo no fuera alfa lo hubiera hecho cuando pasaron los cinco años —admitió volviendo a mirar mis ojos—. Lo iba a hacer, de hecho, pero papá me detuvo.
Su declaración me dejó impactada, era cierto que estuvo mal, pero jamás me imagine que tanto, ¿qué hubiera pasado si lo hubiera hecho? Empecé a temblar ante la expectativa de él llendose de este mundo.
—Pero sigo aquí, y no me iré. —Se acercó a abrazarme para tranquilizarme—. Ahora doy gracias de no haberlo logrado, jamás hubiera sabido la verdad.
Lo abracé con todas mis fuerzas, recostándome en su pecho y asegurándome de que estuviera latiendo su corazón, de que siguiera conmigo.
No, definitivamente no podría vivir sin él, independientemente de que fuera mi mate.
Pasando unos segundos volví a la realidad y me separe de él de golpe al recordar, él se sorprendió y me miró confundido.
—Ariana —exclamé con miedo por nuestro contacto. Él comprendió y se relajó.
—La señora Lehmann ya le dio una poción que anularía las quemaduras —me explicó con calma—. Si no funcionaran probablemente ya hubiera venido a decirnos que está mal.
Me relaje en ese momento como so un gran peso se me hubiese quitado de encima, me sentí totalmente aliviada.
—No me habías dicho eso.
—Fue hace unas horas antes de ir a dormir.
Nos quedamos en silencio unos minutos hasta que papá entró a la habitación lentamente.
—Chicos, necesitamos hablar, reunión de emergencia en mi oficina —dijo con la mirada dura—. Estará Frederik con su esposa, no saben nada de ustedes, para que anden con cuidado.
Su advertencia me dejó un poco tensa, me sentía culpable y temerosa cada que estaba con personas que no sabían el secreto, me daba mucho miedo meter la pata y que todo se fuera al caño, pero la reunión era sobre Fynn y eso no me lo podía perder.
Caminamos lado a lado hasta le despacho de mi padre donde ya se encontraban los señores Koth, mamá y Damián.
Papá se sentó en su gran silla y Alex y yo en uno de los grandes sillones de piel.
Pude observar como la señora Koth daba pequeños brincos, haciendo notar sus sollozos, pero fuera de eso no hacía ningún otro ruido, tenis la cabeza abajo teniendo de protección si cabello. El señor por el contrario no tenía expresión alguna, su rostro cacería de sentimientos mostrando una capa dura de molestia y resentimiento. Me daba tanta pena verlos así, ellos eran parte de la familia, los conocí desde que nací, al igual que a Fynn.
—Mallory, por favor dinos todo lo que viste —pidió papá.
Suspire antes de empezar a hablar.
—Yo estaba en la terraza cuando escuche ruidos del bosque, ni sabía que era y fui a investigar —dije lentamente sabiendo lo que se venía.
—¿Te metiste al bosque sola a las tantas de la noche? —preguntó mamá enojada.
—Yo sé que quizás no debí hacerlo —empecé pero fui interrumpida.
—¿Quizá? —Mamá levantando ceja—. Mallory conoces tu condición, no puedes estarte exponiendo de esa forma, ¿y si no hubiera sido Fynn?
—Pero lo era y que bueno que fui —contesté sorprendiendo a todos—. Si no lo hubiera hecho no se qué habría sido de él, así que me alegro de la decisión que tomé y no me arrepiento.
Ella me estaba mirando como si me desconociera.
—Hablaremos después de eso, señorita —dijo conteniéndose, porque podía ver en sus ojos la furia que emanaba, no por haber ido, si no por contestarle de esa forma.
—Continua —dijo papá manteniéndose al margen, pero sabia que no me libraría tampoco de su regaño después.
—Cuando vi que era él me acerqué para ver qué hacía —continúe tomando mis manos nerviosa—. Estaba muy mal y cuando iba a preguntarle qué tenía gritó de una forma... espeluznante y al fin pude notar la blusa en sus manos.
Mis ojos se cristalizaron al recordar la escena, ahora podría entender por qué gritó, porque estaba llorando, el dolor que sentía en ese momento era incomparable.
Note como los ojos de la señora se volvían a llenar de lagrimas por la imagen que había puesto en su cabeza, temía por su hijo y lo entendía, yo también lo hacía.
Noté de reojo como Damián estaba mirándome, tenía sus ojos decaídos y parecía muy pensativo, daba hasta miedo verlo tan serio. Podía percibir algo en sus ojos, era un miedo, una duda o quizás mera confusión.