Maldición Fraternal

Capítulo 38

Los sonidos, las luces y las voces retumbaban en cada esquina de la habitación. La musica demasiado alta me estaba martillando la cabeza mientras más intentaba pensar en otra cosa que no fuera aquí.

Sentada en una mesa de la esquina en la gran fiesta del príncipe de la manada principal de Estados unidos, no podía dejar de pensar en Kerstin. Había atravesado el mundo para llegar hasta aquí, pero mi mente se quedo allá.

El suave toque de una mano algo áspera en mi pierna por debajo de la mesa me distrajo, voltee instintivamente a ver a mi esposo sentado a mi derecha, pero me sorprendí al verlo totalmente ajeno a la situación platicando con mi padre.

Consternada giré a mi derecha, sabiendo quién era el dueño de esa mano.

No hizo falta hablarle por nuestra conexión, mis ojos temerosos lo dijeron todo.

"Tranquila, nadie nos esta prestando atención" escuché en mi mente su voz.

Miré su lado dándome cuenta que Ariana no estaba, y mis padres estaban entusiasmados hablando con Fynn. No me sentía comida pero tampoco quería que quitara su mano, estaban mil sentimientos recorriendo mi estomago en ese momento.

"Sé que no puedes dejar de pensar en eso, pero hicimos todo lo que pudimos" trató de consolarme.

"Debería estar allá con ella" 

"Está con sus padres, en el palacio, a salvo" me recordó.

"Después de lo que pasó ya no confío en que ningún lugar o persona está a salvo en la manada".

Empezó a hacer círculos con su dedo en mi rodilla, y la verdad que si era como si me estuvieran inyectando tranquilizante.

"Ya se están encargando de eso, como alfa sabes que no podría dejar la manada si supiera que está en peligro, pero tenemos todo tipo de seguridades".

Suspiré tomando un largo trago de champaña en mi copa, a ver si el efecto me tranquilizaba mas. 

Una parte de mi no entendía como yo era la única demasiado preocupada, o sea los demas también lo estuvieron pero ya parecían muy confiados, y yo no dejaba de morder mis uñas.
"Quisiera poder traerte hacia mí y recostarte en mi hombro para consolarte" se lamentó.

Asentí levemente sin mirarlo mientras tomaba otro gran trago.
"Desearía poder hacer muchas más cosas contigo" dije después de un rato.

El toque de otra mano sobre la moa me recordó que estaba mi otra pareja a mi lado. Lo mire algo apenada y asustada de que hubieran notado la mano de Alex, o peor, mis padres, pero el solo me sonrió y me acarició levemente.

—¿Estas bien? —preguntó en mi oído.

Asentí aceptando su mano y siguiendo el ritmo de sus dedos, pues mamá nos estaba prestando atención. Al mismo tiempo que aceptaba el tacto de Fynn sentí el de Alex alejarse, su mano se deslizó hasta dejar de tocar mi pierna por completo, y cuando me dejó también la tranquilidad lo hizo, dejándome algo alterada.
Como al parecer la champaña era mi única distracción seguí bebiendo, pero después notaba como mi mano temblaba al llevar la copa a mis labios.
Todo estaba terriblemente mal en mí.

Ariana

Caminaba lentamente entre las mesas buscando el sanitario, pero había demasiada gente y no podía ver algún señalamiento.

Me paré finalmente en medio del salón sin saber a que lugar dirigirme, la fiesta era un caos, había muchísima más gente que las que iban normalmente a las fiestas de luna llena en la manada, incluida la de los príncipes. Pero entendía que era un país y una manada más grande.

Vi una salida hacia una especie de salón donde no había nadie. Estaba decorado con sillones y mesas, pero no había señales de vida. 

Me iba a devolver por donde vine cuando sentí de repente un gran empujón por la parte de atrás que me hizo brincar y avanzar hacia enfrente para no caerme, lo bueno que tenía una gran experiencia con tacones altos.

—Opps, empujé a la señora —escuché una voz lenta y titubeante a mi espalda que hablaba un confuso italiano

Me giré para ver a una chica menuda de tes blanca y cabello negro lacio junto con sus ojos. Sus facciones eran extremadamente finas y delicadas, parecía traslucida, aunque quien era yo para hablar de pieles asi si parecía un fantasma igual que ella.

La niña que no parecía tener más de quince años venía siendo casi arrastrada por un chico de pelo castaño con un rostro muy tierno.

—Disculpe —habló en Inglés el chico—. Se siente mal, la estoy llevando a su habitación.

—¡Yo no me siento mal! ¡No quiero ir contigo! —gritó la chica claramente ebria mientras estiraba sus brazos y hacia movimientos extraños pero con la clara intención de alejarse de él. 

—¿Está permitido aquí que los menores beban? —pregunté más con tono intimidante, pero estaba de verdad preocupada por ella—. La chica parece estar muy grave.
Él me miró un poco asustado y empezó a mirar a todos lados, buscando una salida o quizá a alguien.

—Ella no está ebria, solo mareada por... el humo —contestó titubeante obviamente temeroso.

—¿El humo? —pregunté impaciente por su respuesta  pues la chica literal ya se estaba cayendo de sus brazos.

—¡No quiero que me lleve! Dígale que me suelte —me pidió la niña con sus ultimas fuerzas pues se estaba desmayando.

Él la tomo al estilo novia al notar que había caído en un coma de al menos una semana.

—Si, este humo artificial de las maquinas le está afectando mucho y debo llevarla a descansar —respondió nervioso retrocediendo un poco con la chica bien aferrada.

—No te la vas a llevar —dije firmemente acercándome a él con la intención de no perderlo.

—¿Qué? —preguntó confundido y se le veía asustado.

—La niña no quería irse contigo, y no dejaré que te la lleves, menos en ese estado —le aseguré.

Él no sabía qué hacer, se veía su temblor.  Por un segundo creí que saldría corriendo con la chica aun en sus brazos, y estaba preparada para eso, aunque tuviera que quitarme mis tacones lo perseguiría.




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