Estaba intentado parecer tranquila en el gran comedor mientras todos cenábamos, pero por dentro estaba de todo menos serena. Sabía que ya había llegado, ya era el momento. Fynn no estaba ahí, había salido con Alexander hace un rato, pero volvería muy pronto, ya era hora de que todos nos fuéramos a acostar, y esta noche no necesariamente a dormir.
Cuando terminamos nos levantamos y despedidos, cada quien se fue para su habitación, pero yo seguí a Mallory hasta que llegamos a la suya.
—¿Qué pasa? —me preguntó cerrando la puerta.
—Es tiempo —dije tragando saliva.
—¿Está pasando? —dijo algo sorprendida. Asentí sin querer pronunciar palabra—. Está bien, entonces como lo planeamos, diré que Fynn salió a hacer algo por ordenes de Alex y que tú no te sientes bien para salir.
Volví a asentir.
—¿Crees que funcione? —pregunté tímida.
—No tendrían porque no creernos, tendré el respaldo de Alex y el hará que Fynn entre y salga sin ser visto. Le enviare un mensaje para avisarle, quizá Fynn no le dice —comentó mientras cerraba los ojos y respiraba profundo para concentrarse.
Usar los teléfonos para enviar estos mensajes no era seguro, podría ser evidencia. Después de unos segundos exhaló el aire contenido y regresó.
—Listo, ya está en marcha, fue una gran coincidencia que justo estuvieran fuera.
Volví a asentir sin mirarla realmente, estaba más nerviosa.
—¡Hey! —llamó mi atención—. Todo estará bien, Ari. —Se puso frente a mí y me tomó las manos—. Nadie los juzga, ambos se merecen el uno al otro y esta es su noche.
Me rei levemente, aun nerviosa.
—Lo sé —dije asintiendo—. Hoy es nuestra noche, pero muy pronto viene la suya —sugerí alzando las cejas.
Ella se sonrojó a más no poder y negó ligeramente.
—No hemos hablado sobre eso —dijo bajando la cabeza.
—Eso no se habla en realidad, solo pasa, ustedes son mates, no hay más que decir.
—Pero nuestra situación es diferente —argumentó encogiéndose de hombros.
La sujete de los brazos y la sacudí levemente, me miro.
—Créeme, no importa, apuesto que tienen los mismos sentimientos y deseos que cualquier pareja de almas gemelas.
Su cara se puso completamente roja y no dijo nada durante unos segundos, hasta que volvió a mirarme.
—Ya están aquí, es tiempo —evadió zafándose rápidamente.
—Está bien, pero piensa en lo que te dije —finalicé, caminando hacia la puerta. Solo la vi asentir antes de cerrar a mi espalda y dirigirme a mi habitación.
Ya ahí no sabía qué hacer, ¿debía quedarme parada, sentada o quizá ponerme en una pose sexy? Estaba más nerviosa que en mi primera vez, al menos esa vez sabía que era mi mate, con el "hombre que pasaría toda mi vida" y confiaba en el, pero mi destino con Fynn es completamente incierto.
Ya Ariana, no pienses en eso, ya es pasado, jamás volverás a tener esa vida y es mejor que no pienses en eso en estos momentos.
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando el sonido de la puerta abriéndose tras de mi me hizo voltear. Ahí estaba él. ¿Era yo o se veía más atractivo que de costumbre? Si, seguro era yo con las hormonas alborotadas por el celo, pero no podía negar que verlo en su camisa blanca de traje con dos botones abiertos y sus mangas arremangadas lo hacían lucir increíble.
El me escaneó de igual manera que yo a él, como si fuera la primera vez que realmente nos mirábamos, o más bien la primera vez que nos veíamos con ojos diferentes.
Dio el primer paso hacia mí y los estragos en mi estomago no se hicieron esperar, su avanzar dio renda suelta a mis nervios y sensaciones, ¡y no me había ni tocado! Creo que ya había olvidado el poder de la marca.
Cada vez le faltaba menos distancia apara llegar a mí y mis dedos hormigueaban por tocarlo cada vez que daba otro paso. Parecía una tortura y sus pasos lentos no ayudaba, pero a pesar de que quería ya tenerlo frente mis pies no se movieron de su lugar, estaban pegados en el suelo a la espera de él.
Sus ojos me miraban fijamente, se paseaban entre mis ojos y mis labios. De repente sentí la necesidad de lamerlos mientras recordaba el beso que le había dado un par de horas antes.
Llegó a mí por fin, pero no me tocó, solo se quedó a un centímetro mientras nuestras ropas se rosaban, podía sentir su esencia, su presencia y a pesar de que no teníamos el olor de mates su aroma me atraía de manera diferente, era único a su manera.
Definitivamente me estaba torturando, porque se rio cuando lancé un quejido por tenerlo tan cerca y tan lejos, ¿quería que volviera a dar el primer paso? Estaba a punto de ser la que se acercara cuando sentí sus manos posicionarme en mi cintura tiernamente, dejando una especie de hormigueo donde tenía sus manos.
Alcé mi vista desde sus grandes manos hasta su rostro que estaba a pulgadas del mio, nuestras respiraciones combinadas y hasta podría jurar que nuestro nervio en el aire.
—¿Estás segura de esto? —preguntó con una mirada intensa. Reí levemente por su pregunta
—¿Serías capaz de irte ahora? —bromeé aun con mi sonrisa.
El me miró con una mezcla de diversión e indignación. Quitó sus manos de mí, dejándome una nueva sensación de vacío que no había experimentado, y empezó a retroceder. Aterrada de que realmente se fuera me lance hacia él, tomándome con su pecho y rodeándolo con mis brazos, esperando que rápidamente me embriagara su presencia.
—La verdadera pregunta es: ¿podrías tú dejarme ir ahora? —cuestionó sonriendo juguetonamente, paso sus brazos de nuevo por mis lados, pero esta vez se amarraron detrás mi.
Estaba descubriendo una nueva versión de el, que no me disgustaba para nada. Decidí darle el placer.
—No, creo que no podría.
Sus ojos se dilataron mas con mis palabras, podía ver la contención a través de ellos. Poso su mano al lado de mi rostro para acariciarme levemente, mi mejilla, mis labios y mi mentón.