Maldición Fraternal

Capítulo 51

Dos días.

Dos días habían pasado desde que todo empeoró.

Alexander dio la orden para que la manada se encontrara en alerta. Después del ataque de Kerstin y el de Mallory estaba más que confirmado que había un mal acechando, a la espera de una oportunidad. Estábamos siendo realmente atacados y nos encontrábamos en arenas movedizas por no saber ni cuándo, ni cómo, o si quiera a qué nos enfrentábamos.

Era un caos. Miedo, incertidumbre, tristeza, paranoia. Eran sentimientos que se respiraban en el aire desde que se anunció oficialmente nuestro estado, pues ya no podíamos ocultarlo más, si dejábamos a la gente en ignorancia por más tiempo podríamos exponerlos a un mayor peligro, y era lo que menos queríamos.

Toda nuestra gente se encontraba preparada, lista y a la espera en sus lugares. Había el doble de patrullas las 24 horas del día. Los niños e indefensos se encontraban en lugares estratégicos y preparados para cualquier situación, también con vigilancia. Y el castillo se había convertido en una fortaleza impenetrable, preparado para lo que sea.

Después de informar la situación completa al señor Bellerose, este como aliado ofreció su ayuda, llamando a sus soldados para venir a dar una mano, claro tampoco sin descuidar su manada. Llamamos a Italia y España también, aliados antiguos. Uno tenía sus propios problemas, los cuales entendimos, y los otros tardarían en llegar pero estarían aquí pronto para lo que sea.

Para poder ayudar a Alexander y estar más tranquilo, le pedí a la mamá de Kerstin que la trasladara a la habitación de Mallory, puesto que ella también estaba en observación y Fynn como beta no podía ni pararse a descansar un minuto. Entonces ambas estarían juntas haciéndose compañía y siendo cuidadas por los mejores soldados, incluyendo a Ariana, quien no tenia habilidad para el combate pero había adquirido de nuevo su rol de enfermera.

—¿Organizaste de nuevo las patrullas? —preguntó Alexander sin levantar la vista del mapa que tenia extendido por todo su escritorio.

—Sí, ya les di rotaciones para tres días —contesté tomando un respiro.

Las patrullas tenían que estar en constante movimiento sin ningún patrón para no dar márgenes de ataques ni información que pudiera ser utilizada para armar estrategia.

—Papá, ¿crees que hay una abertura por la zona sur? Ya sabes, quizá crean que tomando el lago de la Rosa será difícil detectar su aroma—cuestionó Alex, muy concentrado en lo que hacía.

—El lago está completamente dentro de nuestro territorio, las patrullas lo rodean, si quisieran entrar por ahí se toparían con nosotros antes —explicó papá, igual de estresado que Alex.

—Mi guardia se quedará afuera, escondidos pero rodeando el territorio, si creen que están solos y atacan podríamos llegarles de sorpresa por la espalda y atacar los dos flancos —añadió el señor Bellerose.

—Eso suena bien, serán de gran ayuda —agradeció Alex, queriendo relajar sus hombros pero fallando—. Hermano, Fynn se quedará al mando del palacio, yo necesito ir al frente de mi guardia junto con papá, ¿podrías ir y encargarte de estar organizando y brindando de lo que necesiten a los refugios? Tener al príncipe les dará más seguridad y confianza.

Asentí rápidamente. Ya lo esperaba, era cuestión de organizar a los más fuertes en los puntos más importantes.

Salí del despacho con nuevas órdenes y un trabajo esperando, pero antes tenía que ir a cerciorarme de que todo estuviera bien. Me paré frente a la puerta y tocando levemente me adentré en ella sin pensarlo mucho.

La vi, estaba ahí, en su cama, con un vestido más alejado de la niñez que la caracterizaba sin memoria, para dejarse ver como solía ser antes; pelo suelto y ropa ajustada, más oscura.

Aparté mi vista rápidamente al ver como sus mejías se encendían por mi presencia y mirada.

—¿Cómo sigues? —pregunté desviando mi atención hacia Mallory, queriendo ocultar que solo estaba ahí para verla a ella aunque fueran unos segundos.

—Perfectamente bien, algo que nadie parece entender porque me tienen en cama todavía sin poder mover un dedo cuando bien podría estar afuera ayudando —contestó Lory con molestia, haciéndome reír.

—Sabes que ni Alexander, ni Fynn, ni yo te expondríamos de ninguna forma, y si es a ti a quien quieren serás a la última que tendrán —aseguré.

—¡Puedo defenderme yo sola! —dijo haciendo un berrinche con pataletas.

—Las veces que has estado internada en el último mes dicen lo contrario —me burlé con una carcajada, algo que llamó la atención de la tercera persona en la habitación. Podía sentir su mirada fija en mi perfil, pero no volteé, no tenía que hacerlo.

—No es justo, ¡he sido atacada desprevenida y con magia!

—Y es con lo que seguimos lidiando, sabemos que esto es de magia, siempre ha sido así y no tenemos idea de cuándo o cómo atacaran.

—Pero podría ayudar —hizo un puchero.

—Ayudas quedándote aquí, recuperándote, y si pasa algo tienes la importante tarea de proteger a nuestra amiga —señalé por fin volteando a ver a Kerstin, quien de inmediato se puso nerviosa al desviar la atención hacia ella.

Vi como quiso renegar, contradecir mis palabras, debatir o solo negarse, pero no pudo, las palabras quedaron atascadas en su garganta de lo nerviosa que se encontraba, pues su balbuceo y temblor la delataban, la conocía bastante bien. A pesar de que quería escuchar su voz decidí no torturarla más y cambiar de tema, pues tampoco era para hacerla sufrir.

Me fui de ahí con pesadez después de unas cuantas frases más, pues sabía que tenía que estar en otro lugar.

Salí del castillo y me subí a la camioneta para trasladar con más facilidad los recursos a los diferentes puntos de refugio, primero tenía que ir averiguar qué hacía falta en cada uno de ellos.

Llegué al primer punto de tres, el más lleno de todos, el que se encontraba en el gran instituto de la manada. No había pasado prácticamente de nada desde la última vez que había estado en él, pero se sentía extraño, diferente, más oscuro.




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