Maldición Fraternal

Capítulo 52

Ariana.

Llevé el carrito con comida directo a la habitación mas protegida del palacio. Entré con una sonrisa para mis dos chicas.

—Ya llegó la merienda —anuncié alegremente, contagiando a las mujeres.

—No tienes que traernos todo, Ariana, podemos movernos —se quejó Mallory.

—Sí, tengo que, es mi trabajo y me gusta —dije simplemente, deteniendo el carrito y empezando a repartir la comida.

—Serías una gran mamá —comentó con entusiasmo Kerstin, poniéndome un poco incomoda.

Había olvidado lo de la prueba de embarazo que madre tanto me estaba pidiendo. Con la excusa de lo que pasaba en la manada y cuidar a las chicas me había librado de ella por estos días, pero seguía insistente por más que traté de convencerla de que no era necesario.

—Tal vez —dije sin darle mucha importancia, tomando una taza de té que había traído para mí.

—¿No te gustaría? —preguntó Kerstin para hacer algo de conversación.

¿Hijos? ¿Qué si me gustaría? Obviamente, siempre lo quise desde que era pequeña, y recuerdo como los días que estuve casada solo podía pensar en cuánto me gustaría tener un bebe con los ojos de Charles.

Pero ahora todo era diferente, y no sabía qué rumbo tomarían las cosas. Algún día tendría que tener un bebé, pero todos esperarían que fuera de Alexander, el futuro heredero, pero no sería así.

—Me gustaría —respondí sinceramente—, pero las cosas son muy complicadas en estos momentos.

Me excusé con la situación actual, puesto que desde que Kerstin había perdido la memoria, también había olvidado todo nuestro show del cambio de parejas.

—Es entendible, pero en un futuro, cuando todo esto pase sería lindo —dijo ella, tomando sus galletas—. A mí también me gustaría, aunque claro, primero debo encontrar a mi mate, y terminar mi carrera obviamente.

—¿Vas a estudiar? —preguntó Mallory, sorprendida.

—Sí —aseguró Kerstin—. He estado buscando universidades en Suiza —comentó con un deje de nerviosismo.

—¿Qué? ¿¡Suiza!? —preguntó escéptica Mallory—. ¿Te irás? —En su voz había profunda tristeza.

—Son los planes —respondió Kerstin sin mirarla a los ojos.

—¿Por qué no me habías dicho nada sobre eso? —Mallory dejó su comida a un lado y se puso de pie frente a ella.

—No estaba segura, pero después de lo de...—se quedó callada unos segundo— . Ya lo decidí y hablé con mis padres y envié varias solicitudes, estoy en espera de respuestas. Creo que me hará bien cambiar de aires.

—Pero... ¡pero no puedes irte! —gritó contrariada mientras negaba—. ¡No puedes dejarme!

—Mallory... —comenzó a intentar explicarse—. Yo no quiero seguir aquí...

Vi el rostro de Mallory desfigurarse de mil maneras mientras analizaba sus palabras y formulaba mil cosas para decirle. Iba a replicar, no estaba de acuerdo, así que decidí intervenir antes de que dijera algo de lo que se arrepentiría.

—Oh, Lory, ya es hora de su bálsamo en el brazo, ven aquí —pedí mientras le hacia una señal y tomaba el frasco con gel blanco.

Ella se levantó a regañadientes para tenderme el brazo, pero no aparto la vista de Kerstin, quien le huía a sus ojos. Mallory iba a volver a intentar hablar cuando apreté su brazo sutilmente, llamando su atención. Negué con la cabeza lentamente, esperando que entendiera el mensaje.

No era un secreto para nadie que Kerstin la estaba pasando mal, si irse era lo que necesitaba para sanar, nadie tendría por qué detenerla.

Ella me hizo caos y guardo silencio, pero supe por su rostro que daría su opinión aunque nadie se la pidiera.

Al cabo de un rato de tensión y un tanto de conversación forzada de mi parte, madre me llamó, y salí de la habitación.

—¿Qué pasa? —pregunté educadamente.

Ella me tomó del brazo y me guió por un pasillo.

—He conseguido a un doctor y esta vez no te vas a escapar —dictó, haciendo más presión en nuestro agarre para que no pudiera escapar.

—Madre, ya hablamos de esto —dije intentado persuadirla.

—Exacto, ya lo hicimos, y ya dejé claro lo que haríamos. No te atrevas a llevarme la contraria —ordenó mientras entrabamos a la habitación donde efectivamente había un doctor con sus utensilios ya listos.

Suspiré cansada, tendría que hacerlo para que me dejara en paz. Sin ánimos dejé que me sacara las muestras de sangre y salí de ahí con madre feliz a mi lado, diciendo que los resultados estarían listos en un par de horas.

Justo cuando mi madre había ido a su habitación escuché un pequeño alboroto en la entrada del palacio. Llegué ahí tan rápido como pude, y fue al mismo tiempo que Kerstin y Mallory.

—¡No me importa, necesito ir! —gritó Damien furioso. Nunca lo había visto de esa forma.

—No te voy a arriesgar —le respondió Alex, un poco más tranquilo que el primero.

—¡No me hará daño! Ella nunca lo haría, soy su mate —bramó frente a todos, dejándonos desorientados. ¿Qué había pasado?

Instintivamente miré a Kerstin, quien estaba viendo la escena tranquila hasta escuchar la palabra "mate", en su rostro se miraba que estaban pasando muchas cosas por su cabeza.

—No puedes estar seguro, no sabiendo a lo que nos enfrentamos.

—Estoy seguro de que es mi mate, lo sé, lo sentí, y no me importa quién sea o lo que esté haciendo, la aceptaré igual —defendió Damien con una mirada aterradora.

El ambiente estaba tenso, indescifrable, con muchas dudas. Nadie tenía idea de que estaban hablando o porque tal pelea, pero se escuchaba algo muy serio.

—Hasta que no sea seguro, nadie sale de la manada —sentenció Alexander, incrementando su furia.

—¡No... —fue interrumpido.

—¡He dicho! —soltó con un gruñido, usando su poder de alfa para amedrentarlo.

Damien se quedó callado, no pudiendo seguir renegando ante la orden. Fue un minuto de silencio muy tenso mientras seguían retándose con la mirada.




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