Damien fue encadenado en las habitaciones subterráneas del palacio, se tendría que quedar ahí por lo menos un par de días.
El celo reprimido se da cuando tienes el celo pero no consumas la unión con tu mate, y es la peor sensación del mundo, o bueno, eso me han contado. Pero este solo se da cuando ya lo encontraste y no estás a su lado por alguna razón.
—¿Qué diablos pasó, Alexander? —cuestionó Mallory a punto de volverse loca.
—Damien encontró a su mate —anunció oficialmente.
—¿Y quién es o dónde está? —preguntó igual de frustrada por ver a su hermano sufrir.
—Ese es el problema, no sabemos ni quién es ni dónde está. Damien la sintió en la manada de camino al hospital y fue tras ella, pero no la alcanzó y ella salió de la manada sin que nadie se diera cuenta o sin si quiera dejar un rastro.
—¿¡Cómo es eso posible!? —gritó exasperada.
—No lo sabemos. Lo primero que pensé que se podría tratar de algún truco mágico, pero él me aseguró que no, que lo que sintió fue real, y tomando en cuenta el celo reprimido es obvio que sí, lo que solo nos deja la otra opción.
Oh, no. Ya sabía que era lo que estaban pensando. Y por la cara de Mallory, y la de todos en la habitación, ellos también.
—¿Es posible? —preguntó el señor Zauberwald a punto del colapso.
—Las almas gemelas entre especies son increíblemente raras, pero sí, es posible —aseguró la señora Lehmann.
—¿Esto es bueno o malo? —Mallory puso su cara pensativa—. Si ahora sabe que su alma gemela esta aquí dejara de atacar, ¿no?
—No exactamente, puede no ser solo ella, o por el contrario ya lo sabía y es esa la razón por la que ataca —contesto la señora Lehmann.
—¿Por qué atacaría sabiéndolo?
—Pueden ser muchas razones, no hay dos brujas iguales.
El silencio se instalo en el salón por unos segundos, todos en sus pensamientos, todos preocupados, buscando una respuesta clara.
—No haremos nada hasta no tener respuestas claras —hablo Alexander—. Si realmente ella es la culpable y no sabía de Damien tendrá que dar muchas explicaciones, pero no haremos nada hasta que ella se presente, no correremos ningún riesgo.
El ambiente se puso más tenso que antes, si eso era posible. Yo por más que intenté estar distraída no podía evitar en todo lo que estaba pasando. Este reino tendría que tener la peor suerte del mundo.
Estaba acomodando un vaso de café para llevárselo a Alexander cuando madre llego apresuradamente por detrás.
—Ya están —dijo con una sonrisa hasta las ojeras—. Ten, tú tienes que abrirlo. —Me entregó un sobre blanco, con lo que suponía era la prueba de embarazo.
Evité rodar los ojos y comencé a desdoblar el blanco papel para terminar con esto de una vez. Antes de tener la hoja completamente expuesta capte por un momento a madre, parecía feliz y emocionada.
Por supuesto que sí, espera que sea un varón para ser futuro alfa.
El solo pensar que esa era su verdadera motivación, me quitaba lo poco emocionada o ansiosa que estaba.
Finalmente bajé mi vista para leer el resultado, uno bastante obvio que ya conocía.
—Es negativo, se lo dije —anuncié con hastío.
—¿¡Qué!? —La sonrisa de su rostro desapareció de pronto, arracando el papel de mis manos para comprobarlo ella misma. —¿Te estás cuidando, Ariana? Sabes cuánto necesitamos a ese bebé.
Me miró de nuevo con molestia.
—No, no me estoy cuidando, ¿pero cómo quiere que quede embarazada con tantas cosas pasando y el estrés? —La verdadera pregunta era: ¿Cómo quieren que me embarace sabiendo para qué quieren a mi hijo?
—Ariana —Su tono tan cambiado de voz me sorprendió y volví a enfocarla. Su mirada estaba preocupada, abatida, me preocupé—. Enserio necesitamos a ese bebé.
Pestañé y fruncí el ceño confundida.
Mallory
Bajé las escaleras lo más discretamente posible, pero ni así evité el estruendoso eco que se expandió por todos los pasillos y celdas a lo largo de las mazmorras.
Un escalofrío me recorrió la columna al sentir el frío y humedad que se concentraba ahí abajo, totalmente aislado, oscuro y misterioso.
Sentí más lástima por Damien de la que ya tenía, él no merecía estar en esa situación.
Llenándome de valor comencé mi caminata hacia el fondo, en la celda que tenía luz, aún con el ruido de mis zapatos contra las piedras y el concreto acompañándome.
Llegué a mi destino y casi me puse a llorar al encontrar a mi gemelo en un estado deplorable. En ese momento odié a su mate, y quise matarla, pero sabía que eso solo empeoraría la situación.
Damien yacía tirado en el piso, con una densa capa de sudor cubriéndolo, causada por los interminables batidos y movimientos que su cuerpo hacía involuntariamente. Tenía los ojos cerrados, pero su rostro estaba de todo menos tranquilo.
Me arrodillé al otro lado de la reja para poder tocar su frente. Su temperatura estaba demasiado elevada. Al sentir mi toque abrió un poco los ojos y me encontró al revés con su mirada.
—Tranquilo, shh, dicen que solo durará un día a lo mucho —traté de consolarlo, pero la verdad es que no tenía idea por el dolor que estaba pasando, y jamás querría experimentarlo.
—¿Dónde está ella?... ¿D-dónde está? —tartamudeaba y preguntaba con rapidez, supongo refiriéndose a su mate.
—Los doctores dicen que ella en estos momentos debe estar en la misma situación que tú, el celo reprimido viene de ambos lados, por lo que aunque quisiera ella no podría venir, no puede ni moverse al igual que tú en estos momentos.
Vi como una ligera lágrima salió de su ojo derecho junto con un leve puchero.
—Eso no me reconforta —logró decir atropelladamente.
El saber que tu mate estaba sufriendo nunca sería una buena noticia, menos sabiendo el dolor tan fuerte que ambos estaban experimentando.