Maldita Pelirroja

V. NATASHA

Lo fulmino con la mirada mientras lo veo pavonearse  lejos con su hijo, el muy engreído cree que es decente pasearse por la casa solo con pantalones de pijama durante todo el día, y ese mocoso ya debería saber caminar, ¿por qué demonios lo llevaban en brazos a todas partes? Suspiro mientras repaso mentalmente mi conversación con Black, tenía que soportar las estúpidas tareas que me impusiera el idiota de "Frank"  hasta que me ascendiera, el trabajo de asistente no era tan malo, tal vez podría ganarme al hombre siendo su asistente personal, en lugar de su niñera, pero era exasperante, incluso la secretaria llamada Sally no me permitía terminar una oración antes de colgar el teléfono diciéndome que no era su problema y que ella cumplió con darme el trabajo, como se le ordenó.


Pues yo podía decirle por dónde meter su orden, así que decidí intentar hablar con el imbécil de ojos azules que se atrevió  a llamarme puta, entro a su oficina, ya que esperarlo adentro implicará que me escuche, porque se suponía que me entrevistarían para practicante de CEO, no para ser una maldita niñera. Ugh, la oficina es un maldito desastre, ¿es que acaso era un animal? Sacudiendo la cabeza, empecé a acomodar las cosas, solo para intentar aclarar mis pensamientos, mi madre tiene razón, limpiar cuando se está estresado es todo un tratamiento.


— ¿Qué demonios estás haciendo? — el rugido de su voz me hace sobresaltarme mientras termino de organizar su escritorio, algo en su mirada me hace sentir culpable, soy un desastre a veces.


— Limpiando — explico, sin mordacidad, realmente no estoy haciendo nada malo, él me mira como si estuviera loca, al igual que el pequeño engendro que tiene en los brazos.


— ¿Por qué? — cuestionó, y parecía sincero.


— Bueno, me contrataron como practicante — empecé — supuse que...


— Largo — me interrumpió, y con eso, encendió mi mal humor ¿es que acaso no sabía escuchar?


— No me pienso ir hasta que me escuches, tú imbécil — dije plantando mis tacones en el suelo, esperaba que me hicieran ver alta, porque me estaban matando, aunque mi intento de ser amenazante no pareció hacer efecto, sonrió.


— sabes que no puedes hablarle así a tu jefe ¿verdad?


— Tu...No..Ttss...Arg — gruñí, sintiendo la terrible necesidad de arrancarle la maldita sonrisa con la punta de mi tacón, respira Nat, necesitas las referencias, respira — Lo siento, señor. Pero me temo que tengo dudas sobre mi trabajo aquí.


— Mira, realmente estoy muy ocupado ¿de acuerdo? — dijo amigablemente, antes de llegar a su silla y sentarse, poniendo al pequeño en su regazo — Se supone que no debes estar presente, solo encárgate de mis niños, tengo personal que se encarga de la limpieza, y ¿un traje? Podrías romperte un pie con esas cosa que llevas en los pies — dijo frotándose el puente de la nariz — Tengo que ir a la oficina — gruñó mirando su teléfono — Arregla tus dudas con mi secretaria, yo tengo entrevistas que hacer.


Las semanas pasaron en un lento y monótono ritmo, mi día consistía en asegurarme que los niños estuvieran en los lugares que se suponía que debían estar, alimentarlos, y  perseguir a su padre y a su secretaria en un intento de que vieran mi currículo, que siempre acababa en mis manos con una mirada molesta, o ignorado por completo.


Llevaba casi un mes trabajando para el molesto de Frank, y ya que tenía los fines de semana libre, me dediqué por completo a volver a mudarme, conseguir un apartamento fue bastante sencillo luego de la primera semana, así que allí estaba yo, en medio de un montón de cajas, y decidiendo cual sería la mejor manera de poner todos mis muebles nuevos, sacando fotos y cosas que ni siquiera recordaba que tenía. Me estiré para alcanzar el teléfono y llamé a mi madre, después de todo no había hablado con la mujer durante un par de semanas y probablemente se estaba desquiciando.


— Residencia Hoffman — respondió una voz infantil, sonreí al reconocer a mi sobrina Madison, la hija menor de mi hermano Ethan.


—  Madi — saludé alegremente, haciendo una mueca mientras la niña gritaba entusiasmada, escuché al menos tres teléfonos descolgándose  a la vez — ¡Papi! La tía Nat, la tía Nat.


— ¡¿Natasha?! — dijo una voz, que reconocí como la de mi hermano mayor, Henry.


— ¿Cariño, eres tú? — dijo mi madre, Rose


— Hola enana — saltó Kyle, puse los ojos en blanco, a pesar de ser el menor de los hombres, y el quinto de siete, era el más alto de todos, y yo era la más baja.


— Parece que tenemos casa llena — bromeo levantándome y buscando una botella de vino.


— Dale el teléfono a papi — escuché decir a Ethan, mamá estaba ocupada haciendo que todo el mundo dejara los teléfonos en paz, al final incluso ella colgó — ¿Nat?




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