Malditium Gem

MIEDO

 

14. 01. 2017

 

"Devuélvelo, recuerdo"

 

«¿Devuélvelo? ¿Qué debo devolver?», me pregunto.

 

Inmersa en mis cavilaciones permanecía sentada en el borde de la cama, reviviendo los pequeños fragmentos del sueño que puedo recordar. Todo es muy confuso, y encontrarle un orden secuencial me es imposible. De lo único que estoy segura es que aquella pesadilla fue muy perturbadora — de hecho, aún sufría sus efectos —. Los nervios permanecían susceptibles, de manera que saltaban ante cualquier estimulo, por mínimo que fuese.

 

Suelto un desaire, y me echo hacia atrás dejándome caer en la suave cama revuelta. No entiendo ¿por qué sufro ese tipo de cosas? ¿Por qué siempre me asechan los murmullos de la locura? ¿Por qué me pasa esto a mí? En casa no me sucedían estas cosas, — bueno, no tan a menudo —, el punto es que este lugar afloraba mis miedos e incertidumbres, y definitivamente altera mi equilibrio psíquico. 

 

La imagen de esa anciana se revive en mi mente, y me estremece sin piedad. Ella me exigía que le devolviese algo, pero ni siquiera sabía quién era, ¿cómo iba a tener algo suyo? Suspiro y me centro. Buscar una respuesta era inútil ¡Sólo es un tonto sueño! ¿Por qué le doy tantas vueltas al asunto? Fue una representación de mi inconsciente, es decir, mi lado irracional e ilógico; es un cúmulo de todo aquello que aguarda en las profundidades, donde los destellos de mi lucidez no pueden llegar… como es de esperarse es el lugar en el que mis miedos más profundos habitan en silencio, esperando a que flaquee para que así puedan salir. 

 

Miro fijo al techo por unos segundos, tratando de despejar mi mente y algo llama mi atención, la imagen de un cuerpo ahorcado viene a mí y vuelvo a sobresaltarme, según ese extraño sueño, había una persona ahorcada en la habitación ¡mi habitación! Esa sola idea me da repelús.

 

«Sólo es un sueño, no es real.  Es una reproducción irreflexiva de tu mente, son tus miedos, y tu enfermedad, nada de esto es verdadero». Me dije internamente para calmarme. 

 

¿Cómo alguien iba a ahorcarse en mi habitación? Mas que una pregunta era una resolución empleada para encontrar calma. Rio nerviosa sin poder evitarlo pues es absurdo. Sin esperarlo un fuerte escalofrío asalta mi forzada quietud, por lo que de un salto me pongo de pie y comienzo a buscar a mi alrededor sin saber qué era exactamente lo que estaba buscando.

 

«¿Qué me pasa?», indago para mis adentros con un nudo en el pecho.

 

¿Y si mi enfermedad está avanzando? ¿Y si ya no hay marcha atrás? ¿Y si mi destino estaba sellado y la reclusión es mi única opción? 

 

Ante esas conjeturas sombrías, busco consuelo y me abrazo para darme protección.

 

— ¡Dani! — La voz de Alma tras la puerta logra sobresaltarme —. Es hora de despertar — dicho esto entreabrió la puerta dejando ver su rostro. 

 

Yo no dije nada, me quedo en mi lugar por un segundo. Me siento en evidencia. Lo único que alcanzo a desear es que no se dé cuenta de mis ataques. Asentí, para permitirle la entrada, y disimulé lo más que pude.

 

— Buenos días linda, ¿dormiste bien? — se interesó por saber.

 

— Si — me limito a decir, con una ligera sonrisa.

 

— Me alegro, ve y prepárate es un hermoso día. 

 

Muy sonriente me señala con la mano la ventana y siguiendo su indicación miro el hermoso cielo azul con esponjosas nubes como de algodón. No había ni rastro de la tormenta del día anterior...

 

— El desayuno ya está listo en el comedor — escucho a mis espaldas —. Ahora, voy a ir a sacar a tu hermana de su típico estado comatoso — bromea. Ante aquello la miro por encima del hombro, y acompaño su comentario con una leve risa elaborada —. Baja cuando estés lista ¿bueno? — Asiento en respuesta con la misma amabilidad que me dedica —. Ya sabes si necesitas algo, solo llámame.

 

— Por supuesto. 

 

Solté un respingo y volví la vista a la ventana en cuanto me quedé sola. De verdad era un hermoso día.

 

Pongo la mano en mi pecho y empuño la tela de mi franela. Ahí decidí hacer a un lado todas mis preocupaciones infundadas, ignorando todo lo que me asusta y así recibir este día con buen pie. Tal vez cambiar de actitud daría un cambio drástico a mi vida — o eso quería creer —. De reojo alcanzo a ver el libro que me regaló Alma, estaba en el suelo, entonces recordé que anoche me había animado a leer, pero no pude a hacerlo porque obviamente me quedé dormida. Me animo a recogerlo mientras visualizo la tapa de pasta negra con una silueta de una hierba en el centro.

 

Tal vez este sea un buen día para leer su contenido, de hecho, no tenía mucho que hacer hoy... — eso creí antes de que mis deberes me golpearan en la cara —. Como si me llamara, dirigí mi vista hacia las maletas, y múltiples cajas apiladas en mi nueva habitación. Era el día después de la mudanza, se supone que debía organizar todo... 

 

— Rayos — murmuré agachando la cabeza con desaire. 

 

¿Cómo explicar lo que pasó después? ¿Cómo describirlo siquiera?

Lo único que puedo decir es que mi corazón intentó salir de mi pecho, mis piernas se volvieron cristal a punto de estrellarse, y todo a mi alrededor pareció detenerse al instante que una leve risa resonó por lo bajo, lo suficientemente audible para ser escuchada. El libro se resbaló de mis manos y un denso silencio se instauró poco después.

 

Está pasando de nuevo. Mis labios comenzaron a temblar, mis ojos amenazan con llorar...

 

«Vamos Dani, eso no es real. Lo sabes. No existe. Debes ignorarlo. ¡Ignóralo!». Solté un suspiro de resignación, y calmo las ganas de llorar. «Es un día lindo, disfrútalo». Insté. 

 

E iba a disfrutarlo, pero para hacerlo, debía salir de allí primero.




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