VENE
— No llegabas y me preocupe — comenzó a explicar —. Vine aquí a esperarte, entonces vi unas cosas desorganizadas y quise ayudar. — al detallarme, su expresión se deforma, me imagino que se debe a mi sucia cubierta, cortesía de mi hermana —. ¿Ay nena que te pasó?
Evasión. Usó circunstancias que nada tienen que ver a su favor — repito, no sé si soy paranoica o es que ella no me agrada y por eso le busco defectos —. Pero no se escapará tan fácil.
¿Con quién estaba hablando? No había nadie más en la habitación ¿Qué hacia allí en primer lugar? ¿De cuándo acá ella desea limpiar mis desastres?
En ese instante me cruzo de brazos mostrando mi enojo. Creo que comienzo a arrepentirme de haberle dado confianza a esta mujer. Ciertamente, había buscado por tanto tiempo una excusa para justificar mi actitud, y creo que ya me la había dado al encontrarla husmeando en mis cosas.
— Una idiota desconsiderada alzó todo un charco en mi contra con su auto... pero ese no es el punto. — No cambiaría el tema tan fácil —. El punto es...
— Oh pequeña, puedes resfriarte — Interrumpió haciendo el papel de madre preocupada... o mejor dicho cambiándome el tema otra vez —. Déjame revisarte para ver si tienes calentura...
— Alma — mi tono firme la hizo sobresaltarse, y le impidió moverse de su lugar —. No me cambies el tema — aclaro —. El asunto aquí es que te metiste en Mi habitación, sin Mi consentimiento, tocaste Mis pertenecías, y quien sabe que otras cosas más.
La dureza en mis palabras hace que la mujer se estremezca como un cachorro regañado.
— Yo sé que quieres que nos llevemos bien, pero hay límites, debes respetar mi privacidad, éste es mi espacio. — Demarco con mis brazos extendidos a los lados —. Y no has respondido a mis primeras preguntas ¿con quién hablabas? ¿quién debe divertirse? Te escuché. — Ella bajó la mirada y luego en un parpadeo me miró nuevamente.
— Le envié una nota de voz a tu padre, al parecer va a quedarse esta noche en un hotel en la ciudad — explicó algo apenada.
Eso fue suficiente para dejarme sin palabras, debo decir que su excusa fue como agua fría cayendo sobre mí.
— Oh, ya veo. — Me sentí incómoda al escuchar sus problemas de pareja.
Luego de un silencio incómodo ella volvió a hablar.
— Lo siento mucho Dani, no volverá a pasar. — La mujer hizo para marcharse y en el trayecto me mostró una media sonrisa cabizbaja.
— Te lo agradecería. Ahora si me lo permites, quiero estar sola, estoy muy cansada.
— Por supuesto, que descanses linda...
Dicho esto, se marchó sin decir más...
Di un respingo y trato de calmarme. Esto había sido muy extraño. Hago un recorrido visual y trato de comparar para ver que tantas cosas movió, pero según recordaba todo había quedado justo como lo había dejado, inclusive, mi cepillo de peinar estaba exactamente donde yo lo había puesto, fuera de lugar, incluyendo mi pijama que yacía tirada fuera del cesto, justo donde lo había tirado al despertar...
No había entrado para limpiar... mintió sobre eso, ¿entonces qué estuvo haciendo en mi cuarto? No había manera de saberlo, maldije por lo bajo, y reconocí su habilidad para malear la situación siempre en su beneficio.
Tiro el bolso en algún sitio y retiro la ropa húmeda de inmediato, para después lanzarla al cesto — aunque conociendo mi puntería —, prefiero acercarme para poder acertar y así impedir que se ensucie el tapiz. En mi cabeza rondan esas ideas conspirativas en contra de mi madrastra…
— Daniela... — escucho entre mis pensamientos.
Mi mente queda en blanco, todo mi costado se eriza y mi corazón casi se me sale del pecho. No había nadie, estaba sola, pero siento todo lo contrario, percibo la presencia de alguien que no está. Sin embargo, pude haber jurado que escuché... «No, olvídalo» interrumpe mi fuero interno, en verdad no quería saber. Me deshago de esos raros pensamientos batiendo mi cabeza y sin motivo aparente corro al cuarto del baño y me encierro dentro, haciéndome la idea de que no oí nada, y que todo fue mi imaginación. Es allí cuando recuerdo tomar mi medicamento de la ansiedad, para luego darme un baño. Logro despejar mi mente con el agua, la cual parece llevarse mis problemas. Ya vestida saco mi teléfono del bolso, veo la hora y faltaba poco para que anocheciera.
"¿Espero que te estés divirtiendo?" Eso dijo Alma, pero, si le mandó recién la nota de voz a papá, ¿no se supone que debería haber tenido el teléfono en mano? Cuando la tomé por sorpresa no la vi guardando nada, no tenía ningún teléfono en mano... ¡NO PUEDE SER! ¿Me mintió en eso también? Entonces, ¿con quién estaba hablando, y a quién se refería?
Ya tenía las pruebas suficientes para dar por hecho de que mi inocente madrastra era una gran mentirosa, preguntas venían a relucir en virtud de ello, ¿En qué otras cosas ella mintió? ¿Qué motivos tuvo para volver a un sitio donde toda su familia pereció? Si miente, es porque oculta algo...
¿Qué será eso que oculta la última Brouchard?
Me tiro en la cama, pongo mi celular como modem wifi y enciendo mi laptop... Si quiero descubrir el misterio, debo profundizar el tema de la familia fallecida de Alma, por algo tengo que partir. Con suerte lograría encontrar en google más detalles sobre lo que la adorable e hipócrita madrastra ha omitido. Me retumba en la cabeza que después de tantos años haya decidido regresar — así, de la noche a la mañana —, me parece muy sospechoso.
Investigo al respecto y coloco en el buscador: "tragedia de la familia Brouchard" y me salen más de novecientos resultados, abro el primer enlace y resulta ser un anuncio de periódico, donde explican cosas que ya sabía gracias a Sam. Nunca mencionan informes de autopsias, o declaraciones de los médicos forenses, o testimonios de algún testigo.
¿Si era una familia tan adinerada que pasó con el personal de servicio?
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Editado: 13.05.2022