Desde que llegué cosas extrañas me suceden sólo a mí, lo cual demuestra que tal vez esté perdiendo la razón, o, que hay algo más... Siendo razonables, todos creen que esta mansión está embrujada o algo así... "... Ellos están malditos..." sostuvo la bibliotecaria hace un par de días, incluso Sam también lo cree… y yo… estoy comenzando a considerarlo…
…
En cuanto comenzamos a caminar por el vestíbulo ella inició relatando la interesante historia que precedía la hermosa mansión Brouchard, patrimonio pasado de generación en generación, dónde están escritas las crónicas de su familia.
Para mí, aquella mansión posee tatuado un pasado lleno de tribulaciones y disturbios, ira, traición e incontable derramamiento de sangre... Claro está, que desde mi punto de vista aquella propiedad no era un tesoro del cual honrarse sino más bien un recordatorio de la desdicha que asola a los Brouchard. La única razón por la que ahora caminaba con Alma por los confines de su morada es porque no conseguí mis pastillas y no quería estar sola…
— Esta mansión tiene casi siete siglos de historia — informa llena de orgullo —. Mi abuelo solía contarme — continuó —, que nuestros antepasados contribuyeron en las épocas de colonización.
» Ellos quedaron enamorados de lo que en ese entonces era tierra virgen y por ello, hicieron suyo este pedazo de Edén y, edificaron con años de esfuerzo y trabajo duro, lo que ahora tienes frente a ti.
— Interesante...
— Lo sé, es hermoso — agrega —. ¿Recuerdas el álbum que hallaste en la cocina? — Me miró, y yo asiento con la cabeza —. Bueno ese es un resumen de las doce generaciones que ha tenido la familia Brouchard desde que residió aquí.
— ¿Qué paso con los de tu generación? Nunca hablas de tu familia. — Dicho esto, la miro con fingida ingenuidad.
Su mirada se ensombreció y la dirigió al suelo. No insistí en volver a preguntar.
Entramos poco después, a un gran salón de fiestas enorme... Equivalente a una cancha de deportes promedio. En lo alto, una lámpara gigantesca captura mi atención enseguida, es una araña de cristal, cuyas redes de ataviada joyería se extendían a sus anchas tejiendo una hermosa red de brillantes a lo largo del centro del techo en el cual resaltaban un cielo lleno de ángeles entorno a la luz…, la obra seguía el estilo impresionista y debo admitir que me dejó boca abierta.
Posteriormente me tomo la libertad de apreciar las sutiles y hermosas lámparas de bronce estilo imperio y cristales de araña, las cuales se intercalaban entre las sobresalientes columnas de color ocre. Por otro lado, los estilizados ventanales, otorgan una perfecta vista de los jardines frontales, no era capaz de menguar su hermosura. Debo reconocer que tenían buen gusto, me sentía como en un castillo — a su vez catedral —, en todo su apogeo...
— A mi familia se le conoció, por dar las mejores pachangas de la historia — comenta pareciendo entusiasta —. Recuerdo mi primer baile... — Dicho esto cerró los ojos y giró sobre sus talones con una gracia exquisita —. Era mucho más pequeña que tú… Ven, sígueme.
Cruzamos el salón buscando la segunda salida, pasamos por dos puertas de caoba blanca con detalles tallados en el madero. Alma giró la perilla dorada y la luz de afuera nos dio en la cara casi de inmediato. Allí nos encontramos con un jardín que ya conocía... este era un espacio natural, destinado para recibir a los invitados, en los eventos sociales... según había dicho Alma.
Una extensa circunferencia en piedra pulida que hacía de pista de baile al aire libre era rodeada de columnas. La vegetación crecía de forma armoniosa a su alrededor, arbustos con distintas variedades de flores, con una simetría... Todo definitivamente es muy lindo.
— En año nuevo, solíamos hacer grandes fiestas donde sólo gente importante acudía, los dirigentes de nuestras empresas y sus familias, también figuras políticas, o famosos... — luego de una pausa comenta —. Sabes Dani ahí fue mi primer vals. — Señaló la cúpula de jardín.
Al fondo la cúpula de jardín roba mi atención... y por un segundo una ligera reminiscencia me sumergió en una profunda abstracción...
«Sus ojos son negros... recuérdalo». Ese pensamiento tuvo un lugar predominante en mi mente... ¿ojos negros...?
— ¿Te gusta? — la voz de mi madrastra me sacó del trance...
— Sí — logro articular de forma mecánica.
Ella sonríe complacida.
Volvimos al lobby poco después, e ingresamos esta vez en otra puerta. Ella continuaba hablando, yo solo me limitaba a seguirla por el pasillo, con mi mente lejos de mi cuerpo... aún pensaba en esos enigmáticos ojos negros... ¿a quién pertenecían? ¿Por qué los sentía tan familiares?
— ¿Me hablas de ellos? — inquiero con ingenuidad.
— ¿Quieres saber de mi familia? — quiso asegurarse, y me miró por encima del hombro. Yo asentí en respuesta —. Bueno mi madre me concibió fuera del matrimonio y su embarazo fue un escándalo, mis abuelos eran muy chapados a la antigua. Digamos que tuvo que casarse con mi padre a temprana edad.
Permanecí atenta a su relato, analizando detenidamente cada expresión y cada palabra que salía de su boca.
— Cuando vine a este mundo todos me aceptaron y me amaron. Pero mi madre era un alma libre, viajaba por todo el mundo, casi no la veía y, mi padre era de pueblo quieto, no supo qué hacer conmigo, por lo que mis abuelos tomaron ese rol paternal… debo decir que veía a mis progenitores más hermanos que padres… pero en ningún momento me atreví a cuestionar su amor por mí, pues era sólido.
» No siempre estaban conmigo — prosiguió —. Era mi abuela la que se encargaba de cumplir todos mis caprichos, y mi abuelo me enseñó todo lo que debía saber sobre nuestra herencia. — Suelta un suspiro y me dedica una mirada nostálgica —, por último, estaba Mikele... — Cuando lo mencionó su voz sonó con desgano y resignación —. El hermano menor de mi madre era un enigma. Recuerdo que siempre accedía a jugar conmigo cuando éramos niños.
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Editado: 13.05.2022