Malditium Gem

DUDAS

La estadía en la mansión no fue muy grata. Después del altercado con Pilar y mi explosión nerviosa, me mantuvieron en cama por varios días y bajo absoluta supervisión. Mi único momento a solas era en el baño y fue gracias a la defensa rotunda a mi intimidad, me negué a probar bocado si no era respetada. Alma fue un hueso duro de roer, sostenía que podía hacerme daño encerrada ahí, pero mi padre accedió a mí petición bajo la condición de que no cerrara con pestillo en caso de emergencia. Por primera vez mi padre fallaba en mi favor, aunque si soy sincera, ver a su señora esposa nada complacida, fue el real motivo de mi feliz satisfacción.

Mi papá se mostraba atento y comprensivo, esas atenciones hicieron mis días de reposo más ameno. Sin embargo, los roces con mi hermana y Alma alimentaron la tensión y ambas se las apañaron para ser la piedra de tranque, en el progreso de mi recuperación. Pilar me despreciaba, y no se esforzaba en ocultarlo, pese a que mi padre intentó se de mediador no tuvo éxito con ella, y la esposa abnegada se esforzaba en hacer las cosas que más me desagradaban de su persona para que la victimización le devolviera a su más fiel lacayo. Yo intenté no discutir y sobrellevarlas a ambas mi posición actual no me permitía sucumbir a provocaciones, ya que, seria sumar problemas a mi saco, y me sobraban, así que decidí por alimentar mi paciencia día a día.

El nuevo personal de servicio se comportaba según el protocolo, no hablaban más de lo necesario, se limitaban a cumplir sus roles y seguir ordenes, siendo más bien como maquinas sin espíritu. Ante nosotros sólo mostraban la frialdad de la etiqueta, manteniendo el distanciamiento siempre. En todo momento a ninguno se le escapó una risa, o un comentario. Nada. Incluso si uno los invitaba a conversar, se disculpaba de una forma muy cordial y evadía el convite. Me pasó mucho con Sara, la mujer que cuidaba de mí. La única vez que la vi descolocada fue el día de mi crisis, y, después de que sus compañeros se la llevaron esa mañana no volvió sino hasta el día siguiente, entonces me percaté de que había perdido todo rasgo de humanidad.

En la cita con el psiquiatra me dediqué a decir únicamente lo que el viejo loquero quería escuchar, admitía problemas menores: cosas de adolescentes. Mostré en menor grado mis problemas con la ansiedad y me recetaron algo para las crisis y unos calmantes en caso de emergencia gracias al testimonio de mi dulce madrastra. Así que, me mantuve bajo tratamiento regulado y sesiones periódicas. Aunque esas pastillas no eras más que caramelos o placebos, pues de forma constante sentía su cercanía, al dormir escuchaba sus pasos, mientras caminaba dentro de la casa, leía en la biblioteca o, escuchaba música en la sala de estar… siempre estuvo ahí, guardando distancia. De reojo podía ver su silueta, nunca me atreví a voltear a verlo, me aterraba. Enfrentarlo era imposible, prefería fingir que no veía nada… pese a que muy en el fondo algo me decía que él sabía mi secreto.

Cuando pasó la semana agradecí infinitamente. Pues ya quedaba menos para volver a mi rutina y aclarar algunas dudas que quedaron pendientes… 

 

13.03.2017

Profesor Luis Miller...

¿Qué sabía de él?

Respuesta: nada aparte de que era el profesor de historia de mi actual escuela, que me odiaba, y disfrutaba hacerme la vida imposible… — sinceramente, no sé de dónde radicó ese desprecio, sólo llegué tarde a la primera clase... Y, me he dormido incontables veces en sus horas… no es para tanto —; Por otro lado, no tengo ni idea de porqué mi padre y él discutieron con tanto desdén. Los motivos que me dieron no me parecía lógicos y sólo me quedaba una versión que escuchar, la suya.

¿Acaso se conocen de antes?

No, no puede ser eso, mi padre no había venido a este pueblo sino hasta el día en que nos mudamos, así que es imposible que se conocieran de antes. A no ser claro, que el profesor no sea nativo del pueblo...

— ¿Los calvos cuarentones son tu tipo? — La curiosa voz de Sam me trae de golpe a la realidad.

Al mirarlo no puedo evitar recordar su emoción cuando volví. Pasando las barreras del espacio personal me abrazó y casi llora de la felicidad. Era un buen amigo. Sonrío al recordar eso, sin reparar en la pregunta… hasta que luego de analizar… Me demoro unos segundos en procesar la información. ¡¿QUEEE?! La cara se me pone roja de vergüenza por sus erradas conjeturas. De inmediato le miro con reproche disintiendo rotundamente.

— ¡No! De ninguna manera — niego.

Él me mira con gracia y toma un sorbo de su mocha, luego posa su mirada en el señor, quien platica en la lejanía con otros colegas docentes. De verdad que no sé de dónde sacó semejante barbaridad. Tomo una bocanada de mi batido de kiwi y miro hacia otro lado con disgusto ¿Cómo se le pudo ocurrir semejante barbaridad?

— Ok, ya entendí. Perdona, pero tienes un buen rato mirándolo fijamente — explica en son de broma —, me voy a poner celoso.

— No seas ridículo — me apresuro a decir, luego bufo —. Es sólo que... — no puedo terminar de contarle. Acabo la frase con un suspiro.

— ¿Qué? — insta a que continúe.

No podía contarle, ¿de qué serviría? Sólo me expondría más. Es imposible comentarle sobre la discusión, sin contar toda la historia... Y, no quería hablar sobre esa historia, no con él. Ya es suficiente con las miradas inquisitivas y los constantes cuchicheos, tanto de alumnos como profesores. Es lo malo de los pueblos pequeños y estar involucrado con una familia principal — Es inevitable escapar del ojo común —. Todos te observan, todos hablan de ti, ninguno pierde oportunidad en armar un buen chisme. Pareciera que no tienen nada mejor que hacer.

Todos me ven como la joven inestable adicta a los fármacos que intentó quitarse la vida... No era del todo mentira, sin embargo, no importaba del lado en que se le viera, no era una buena imagen. Pese a eso Sam, no se alejó, ni cambió nuestro trato, me seguía brindando su apoyo y amistad. Era lindo, y no quería arruinarlo con mis declaraciones demenciales. Respiro profundo. No quiero hondear tales asuntos, pero pronto me doy cuenta qué no tengo opción. Podía ver que estaba preocupado y si seguía haciéndolo a un lado perdería a mi primer amigo, entonces decido contar parte de la historia, sin muchos detalles.




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