GRITOS
06.04.17
Una gran conmoción revolucionó el instituto, pues todos los tutores se encargaron de llevar a todo el estudiantado al auditorio. Un nudo se hizo en mi pecho al ver la foto del profesor Miller en el centro de una corona fúnebre, algunos profesores soltando un par de lágrimas y otros con la expresión desecha.
No, no podía ser verdad…
Sin verlo venir una mano se aferró a la mía, en cuanto alcé la mirada me encontré con mi hermana, quien se proponía a darme las fuerzas que necesitaba. Luego de unas palabras muy emotivas por parte de la directora suspendieron las clases y nos dejaron marchar.
— Lo siento mucho Dani — dice mi hermana con la finalidad de consolarme.
Yo no quería hablar, ni decir nada al respecto. Tendida en la grama de la plaza sólo podía dejar salir las lágrimas que inundaban mi interior de una profunda tristeza, mientras recordaba las palabras de Elli y que me negué a escuchar. Todos los que se involucran con esta familia terminan afectados, Primero Sam, ahora el profesor, aunque el no tuvo la suerte de vivir para contarlo. La culpa me consumía pues yo lo busqué, y por ello el intentó ayudarme a entender muchas cosas que no acepté en su momento y ahora que estaba dispuesta a escucharlo ya no estaría para ser mi guía.
Pilar ya no dijo más y se limitó a acunarme en su regazo mientras acariciaba mi cabeza. Me sentía muerta en vida y a la vez petrificada por la gravedad del asunto, ¿Quién seguía? ¿Cómo decidirían atacarme la próxima vez? Como pude me aferré a mi hermana, rogando al cielo que la protegiera de todo mal, pedí por mi padre de igual forma, deseaba que estando fuera de esa maldita mansión permaneciera a salvo.
Camino a casa Pilar decidió tomar un taxi para acortar el camino. Yo estaba desecha y por ello no reparé en el camino. Internamente le pedía perdón a mi madre, algo me decía que toda la responsabilidad de su muerte recaía en mis hombros. El auto se detuvo y mi hermana me jaló de la manga para que bajara, allí me di cuenta que la dirección a casa no fue la que dio al chofer.
Sam se veía demacrado y más delgado, pero se esforzaba en mostrarme su sonrisa. No supe en qué momento mis pies actuaron por su cuenta y corrí hasta él para abrazarle. Hacía mucho que no lo veía y algo me decía que mi hermana supuso que ambos necesitábamos este encuentro pues sin duda, más que un profesor, Samuel había perdido a un amigo de su familia.
— Mi papá dice que fue por causas naturales, al parecer fue un ataque al corazón fulminante — comentó el joven tratando de hacerse el fuerte.
Era muy amigo de su papá, era su padrino. No tenía ni idea.
— Toda la escuela quedó de luto — agregó mi hermana, abrazándose a sí misma, manteniendo la seriedad —, de verdad, lo siento mucho.
— Me da mucho gusto que ustedes estén bien — confesó el rubio con una expresión llena de alivio — ¿y cómo van con…?
— Las clases están genial — interrumpí, fingiendo serenidad y calma —. La predicción de Miller no se cumplirá, pasaré todas mis materias con excelente nota.
Mi repentino cambio de ánimo los tomó desprevenidos, sin embargo, mi hermana lo entendió, Sam debía quedar fuera de la investigación por ello me siguió la corriente orientando la conversación por un camino más cotidiano y natural, le mencionó del baile que preparaba Alma, las clases de etiqueta y la ilusión que tenía al imaginarse su vestido, yo me encargue de alimentar la veracidad de sus palabras para evitar a toda costa las preguntas sobre la investigación y toda la connotación paranormal. ¿Un infarto? No me lo creía, pero ¿Cómo podía decirles mis sospechas sin abrir de forma innecesaria la herida de los dolientes? Por ello me guardé mis opiniones al respecto, sea lo que sea que haya pasado, por lo seguro, sería mejor mantenerlo a él fuera de esto, no sé qué sería de mí si algo le sucede a mi mejor amigo. Luego de tantas evasivas comprendió lo que hacíamos sin reclamar al respecto, por ello le quedé muy agradecida.
En el fondo me daba gusto que estuviera a salvo, y libre de todo mal, escucharlo bromear y reír sembró algo de esperanza y como solo él sabía hacerlo me hizo olvidar todo lo malo con cada una de sus ocurrencias.
Luego de unas horas Pilar me avisó de que era hora de marcharnos pues en poco tiempo nos irían a buscar al colegio así que llegó el momento de despedirnos. Sin pensarlo le di un último abrazo a Sam.
— Cuídate mucho — le pedí.
En respuesta el asintió, al separarnos le di un empujón a mi hermana para invitarla a decir algo, pero llena de nervios, se tornó muy tosca y no se dio a entender.
— Mejórate pronto para que dejes de ser un dolor de cabeza para Dani — bramó fingiendo poco interés —. Me fastidia tener que escuchar sus lamentos y preocupaciones por ti día y noche…
Pilar siendo Pilar.
Sorprendido Sam me miró, sin entender mucho a qué venia todo eso. Yo me encogí de hombros y la tomé de la mano para irnos. Quien sabe que locuras se le ocurriría decir si nos quedábamos más tiempo.
— ¿Estás segura que no hablabas de ti misma? — pregunté curiosa.
— Cállate — remordió tensa.
Me daba tanto gusto tenerlos de mi lado. Que deseé que nunca nada los perjudicara, por ello decidí sacar a Sam de esto, sé que no era la única que lo pensaba, la mirada de Pilar se iluminó en cuanto lo vio sonreír y yo me sentí tan feliz por ellos que decidí protegerlos a toda costa, en cuanto a él creo que entendió la indirecta de que ya no podría ser parte de nuestra lucha, espero que pueda aceptarlo y se haga a un lado. Miro al cielo y lo pido con todas mis fuerzas, deseo que al menos ellos dos estén a salvo de todo esto.
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Editado: 13.05.2022